Manifestaciones e investigación anticorrupción debilitan a gobierno turco

Manifestaciones e investigación anticorrupción debilitan a gobierno turco

ANKARA. El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan, quien enfrenta la mayor crisis política desde que llegó al poder, estaba directamente amenazado este viernes por una amplia investigación anticorrupción, pocas horas antes de nuevas manifestaciones opositoras.

Pese a haber remodelado ampliamente su gabinete en la noche del miércoles, tras la dimisión de tres importantes ministros, directamente vinculada con esta investigación anticorrupción, Erdogan sigue suscitando críticas y manifestaciones opositoras.

Ya en la noche del miércoles, miles de manifestantes pidieron la renuncia de todo el gobierno en varias ciudades del país y corearon de nuevo consignas de la ola de protestas sin precedente en el país en las primeras tres semanas de junio.

También hubo llamados a manifestarse nuevamente el viernes en Ankara y la plaza Taksim, en Estambul, epicentro de multitudinarias protestas durante el pasado verano boreal. La pugna entre el gobierno y la justicia volvió a pasar a primer plano, tras declararse incompetente a un fiscal que procuraba realizar nuevas indagaciones en esta amplia investigación judicial.

«Todos mis colegas y el público tienen que saber que a mí, como fiscal, se me impidió lanzar una investigación», afirmó el fiscal Maummer Akkas el jueves, añadiendo que se estaba presionando a la justicia por medio de la policía.

Según Akkas, la policía se negó a detener a unos 30 sospechosos, principalmente a miembros del gobernante Partido de Justicia y del Desarrollo (AKP) de Erdogan. La prensa ya había empezado a afirmar antes de estas declaraciones de Akkas que Erdogan había dicho que los fiscales planeaban investigar a los hijos del primerministro, quienes dirigen grandes empresas e incluso al propio jefe de gobierno.

«El principal objetivo de esta operación soy yo», habría declarado Erdogan, según allegados suyos, citados por la prensa, la cual sigue afirmando que pesarían sospechas sobre uno de estos hijos, Bilal Erdogan.

«Quiebran a la justicia», titulaba en su portada Hurriyet, un diario con un alto tiraje. Uno de sus editorialistas condenó «la inaceptable intervención contra el poder judicial».

Erdogan ha afirmado que las investigaciones forman parte de un «complot» y criticó los ataques de la cofradía de Fethullah Gülen, que era hasta ahora uno de sus partidarios, a la que acusa implícitamente de urdir este presunto complot con el objetivo, según él, de destruir los avances políticos y económicos conseguidos en los últimos diez años.

Esta guerra fratricida ha cambiado el panorama político nacional, de cara a las elecciones municipales y presidenciales de 2014.

«No habrá tregua. Por el contrario, esta guerra se volverá cada vez más violenta hasta transformarse en una lucha por la supervivencia de cada una de las partes», había estimado Rusen Cakir, editorialista liberal y especialista del AKP de Erdogan y de Gülen. Por otra parte, la movilización en las calles podría crecer, tal como ocurrió en junio pasado.

En junio, las manifestaciones en el parque Gezi y la plaza Taksim de Estambul, con el objetivo de salvar los árboles de este parque, amenazados por un proyecto urbanístico impulsado por el gobierno, se convirtieron en protesta general contra Erdogan.

Esta ola de protestas de junio terminó con cinco muertos y casi 8.000 heridos, según un balance de la Asociación de médicos.

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