Nunca las hemos visto desfilando en ninguna pasarela internacional, ni adornando habitaciones o carpetas juveniles, pero sin dudas son el espejo en el que cualquier mujer se ve cada vez que se mira al probarse una ropa o sale a la calle.
Son los maniquíes. Sí, esos que forman parte del mobiliario urbano de cualquier ciudad y para ello no han tenido que pasar ningún casting.
Y ese es precisamente el modelo de mujer súper, delgada y poseedora de unas curvas perfectas a la que todos los diseños de ropa le quedaban a la justa medida, que proponían los fabricantes de maniquíes.
Si grande es la ilusión de alguien al probarse una pieza, vestido o pantalón moderno que ve puesto en un maniquí, mayor es su decepción cuando se lo mide y tristemente descubre que no le cierra, que sus brazos no entran en las mangas y que para entrar en esa pieza debía pesar por lo menos diez libras menos.
Probablemente esas fueron suficientes razones para obligar a los fabricantes de maniquíes a elaborar modelos de todas las tallas y tamaños; además, también empezaron a hacerlos en diferente color de piel, para lograr mayor identificación con la gente.
La invención del maniquí no tuvo otros motivo que la personificación de talla humana, pero hasta hace poco sus creadores olvidaron que la belleza viene en todas las medidas.
Hoy los maniquíes en todos los tamaños están revolucionando las vitrinas de las tiendas de las ciudades, más de uno al pasar por una tienda ha creído haber visto a una mega diva, por sus grandes pechos y sus esculturales curvas.
Así mismo también los hay para tallas hasta XL, aunque aún no se les otorga el mismo protagonismo.
El color de piel también ha recibido cambios: ahora hay un abanico de maniquíes: rubias, morenas, pelirrojas, con el cabello corto, largo… en fin, una gran variedad
Historia del maniquí. Los primeros maniquíes modernos fueron desarrollados en madera y yeso.
Debido a esto, la utilización de los maniquíes era exclusivamente dedicada a la producción de trajes, pero estos poseían un grave problema, al no ser móviles.
Al intentar retirar las prendas, éstas se dañaban con facilidad y cuando eran retiradas con éxito presentaban algunos errores de pliegues en los brazos y caderas.
En el siglo XIX la inclusión de piezas metálicas a los maniquíes permitió que los mismos obtuvieran movilidad, facilitando así la confección de trajes.
Otra gran ventaja que trajo la inclusión de piezas metálicas al maniquí fue la facilidad para vestirlos, así que se comenzaron a usar en las vitrinas de tiendas y boutiques.
Las claves
1. Belleza no siempre es salud
Un maniquí muy delgado pone a la estética y la salud de espalda.
2. La frustración
Se genera porque las mujeres ven la diferencia entre cómo les sienta la ropa a estos maniquíes y cómo les sienta a ellas.