Mano a la obra, Presidente

 Mano a la obra, Presidente

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
El ciudadano Presidente de la República ha hablado en estos días del  gran interés de su gobierno y de su Partido de la Liberación Dominicana por sentar las bases para hacer del país una sociedad próspera que garantice el progreso y el bienestar a cada uno de los dominicanos. Y de una vez, sin dilaciones retóricas, ha identificado algunos de los elementos que constituyen esta base:

1) Lucharemos por erradicar la pobreza .

2) Crearemos oportunidades para (el) acceso universal de todos los niños al sistema escolar.

3) Lucharemos por erradicar el analfabetismo.

4) Lucharemos por una justicia social.

5) Impulsará reformas institucionales.

6) Se resolverá de manera definitiva el problema energético.

El compromiso es, dijo de forma sintética el ciudadano Presidente Leonel Fernández, llevar a cabo la revolución democrática con que soñara el fundador y líder del PLD, el profesor Juan Bosch.

   Para una nación pobre, de alto desempleo, con una alta tasa de pobreza, con un sistema educativo deficiente en cantidad y en calidad, con un sistema de salud prácticamente inexistente, con una seguridad social en proyecto, con unas brechas sociales y económicas alarmantes y con un montón de leyes que nadie hace cumplir, escuchar a su jefe de Estado hacer estas promesas es alentador y posiblemente hace posible la resurrección de una cierta esperanza sobre la posibilidad de romper el llamado círculo perverso del estancamiento.

Lo saludable fuera que el Presidente de la República y su equipo de gobierno estén convencidos de que este camino esbozado por él en La Vega, es el correcto y es el que necesita la sociedad dominicana para desarrollarse. Porque en ocasiones los políticos suelen llevarse de la emoción del momento, de lo que las encuestas le dicen que sus ciudadanos quieren escuchar o, en el peor de los casos, sus ideas no representan el sentimiento del grupo que le acompaña en su misión de gobierno.

 Los peledeistas saben que se han quedado cortos en sus ejercicios de gobierno, tanto en función de sus prédicas como en función de las expectativas que crearon con sus largas y permanentes peroratas de transformación y cambios en la manera de gobernar. En cada ocasión han dado explicaciones y razones para no hacer lo que habían prometido, pero sus electores siguen esperanzados y esta ilusión aumenta, me imagino, con pronunciamientos como estos que comentamos del ciudadano Presidente de la República.

Uno quisiera que el doctor Fernández hiciera realidad estas promesas. Bien que lo necesita la sociedad dominicana y bien que se lo merecen los dominicanos. Necesitamos una verdadera revolución en campos tan específicos como la salud, la educación, la seguridad social, la lucha contra el desempleo, la seguridad ciudadana, el suministro de agua potable, el suministro estable y asequible de electricidad y el cumplimiento de la ley.

Estas son ocho áreas de intervenciones urgentes en las cuales el gobierno, bien organizado y orientado, podría trabajar de manera conjunta y vinculada. Son altas prioridades que en dos años de labores continuas, inteligentes y con financiamiento a la mano, pueden impulsarse de forma tan notoria que podría parecer una revolución.

 Pero ello implicaría que el Presidente Fernández tendría que hacer, como hemos anotado en otras oportunidades, un reajuste en sus prioridades. Ahora mismo sus prioridades están concentradas en importantes obras públicas que no constituyen, ni por asomo, rasgos de una transformación social y económica como la esbozada por él el domingo pasado en La Vega.

Esas obras quedarán ahí, llenarán su cometido, embellecerán el entorno, trasladarán cientos de miles de transeúntes, alojarán libros, estudiantes y guardarán museos, etcétera, pero no tendrán la fuerza transformadora para reducir la pobreza, mejorar la salud y la educación, promover el relevo de las élites y reducir las brechas sociales y económicas.

 La cuestión no está en que no se haban estas o aquellas, la creatividad y la inteligencia están en determinar qué debe ser primero y con qué propósitos.

 Debemos saludar, pues, lo que podría ser la nueva carpeta de prioridades del ciudadano Presidente de la República. Las decisiones de políticas y los gastos presupuestarios nos dirán, cada día, cada semana y cada mes del año, si estas promesas irán de la mano con los hechos.

Si el doctor Fernández lo hace, reivindicaría su partido y mejoraría sustancialmente las condiciones de vida de una nación que espera por un gobernante que decida transformarla de arriba abajo.     

(bavegado@yahoo.com)

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