Manolo Tavárez justo

Manolo Tavárez justo

RADHAMÉS RODRÍGUEZ GÓMEZ
La sociedad universal está conformada por núcleos y estratos sociales que por leyes de la historia están compelidos a vencer la estática para lograr los fines que les impone el progreso. Para satisfacer esa necesidad de evolución y cambio, los pueblos se dotan, generan y crean figuras paradigmáticas que liderean y trazan el camino que conduce a la meta que le es consustancial.

Nuestra patria generó líderes que le condujeron a luchar por los principios libertarios desde el instante en que el descubridor sentó reales en el Continente Americano. Enriquillo acosado y asediado por la impudicia y ambición del conquistador europeo, plantó en las cimas del Bahoruco, la bandera de libertad. José Núñez de Cáceres inicia el segundo ciclo libertario proclamando la autonomía política del Estado nacional, en una frustrada intentona conocida como la «Independencia Efímera».

Juan Pablo Duarte, Sánchez, Mella, Luperón y otros adalides se irguieron, sobre el montículo del honor proclamando la libertad e independencia de la patria mancillada.

Cuando la estulticia se enseñoreó del Estado dominicano, inmediatamente después de la primera intervención norteamericana en el país, surge la necesidad de luchar contra el despotismo, a causa de lo cual enarbolan la bandera de la dignidad y el honor, los héroes del 14 de junio y de las aulas de nuestra Universidad emerge la figura del líder y compañero que hoy con orgullo y satisfacción honramos.

La vida, pensamiento y obra de Manolo Tavárez está escrita en caracteres de oro, salpicados de diamantes en el libro de la historia.

Al cumplir 50 años de haber sido investidos como abogados y abogadas venimos sus compañeros y compañeras, seguidores, amigos y familiares a depositar flores ante el busto de piedra que representa el deseo de eternidad que ha adquirido su pensamiento.

Manolo simbolizó el amor, más allá de la concepción pasajera y temporal que representa este valor en el criterio de los seres humanos, cinco años de interrelación en las aulas universitarias y en los ajetreos y avatares propios de los períodos en que habríamos de enfrentar el rigor de los jurados examinadores, nos llevaron al convencimiento de que junto a nosotros había un ser de características que trascendían al hombre común y corriente.

Nunca nadie percibió en la figura y actuación de Manolo, algún signo de malevolencia, resquemor u otro sentimiento que no fuera el amor y el compañerismo.

Contrariamente a los criterios formulados por quienes no conocieron al Manolo de las aulas universitarias, gran parte de los luchadores que con él sufrieron el embate de la insania dictatorial de la época, damos fe y testimonio que la semilla de la libertad que Manolo esparció por la geografía nacional, surgió genética y culturalmente en las aulas de la Universidad de Santo Domingo, durante la etapa de compañerismo y culturización que tocó vivir a la generación de juristas que se formó en el quinquenio 1949-1954.

Por eso estamos aquí, rindiendo homenaje al líder, héroe y mártir, con quien compartimos tristezas y alegrías, con el propósito de proclamar ante la sociedad a la cual pertenecemos, que los principios de libertad, amor y compañerismo que aromatizó el entorno universitario que cobijó a Manolo y a sus compañeros y compañeras, no perecieron con el postrer suspiro que su señera humanidad exhalara en las montañas de Quisqueya, cuando en un gesto de amor patrio se dirigiera al altar de la inmolación; reafirmando con su desaparición física su condición de patriota inmaculado.

Honor a nuestro compañero mártir en este memorable aniversario en que alborozados recibimos los y las graduandas que con él compartimos las aulas; el reconocimiento y la dignidad de haber sido investidos con un título académico de la más antigua Universidad del Nuevo Mundo.

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