Manolo, uno de nosotros

Manolo, uno de nosotros

FIDELIO DESPRADEL
Ayer, miércoles 21 de diciembre, cuarenta y tres años atrás, Manolo y 17 de sus compañeros del frente guerrillero Enrique Jiménez Moya, fueron asesinados, por instrucciones de los grupos de poder, que en reunión celebrada en el Palacio Nacional el 17 de diciembre, habían decidido que “Manolo no podía bajar vivo de las montañas”.

Nacido en el año 1931, Manolo tenía menos de veinte años cuando se ligó al movimiento antitrujillista, a través de Juan José Cruz, coordinador del movimiento clandestino durante los aciagos años de finales de los cuarenta y a lo largo de los “años de la desesperanza”, en los 50.

Tenía tan sólo 27 y 28 años, cuando ya descollaba dentro del movimiento clandestino contra Trujillo, en los años de 1958 y 1959; y 29 años cuando se convirtió, no sólo en el presidente del Movimiento Revolucionario 14 de junio, cuando este se formalizó, en la clandestinidad, el 10 de enero de 1960, sino también en el líder indiscutible del movimiento, tanto por la ardua tarea de vertebración nacional realizada junto a Minerva y la pléyade de hombres y mujeres que lo gestaron, como por su excepcional comportamiento en las cámaras de tortura de la tiranía, en los dantescos días y meses de su largo cautiverio.

Y ya en los años de 1961 y 1962, contando tan sólo con 31 años, Manolo había escalado el más alto e indiscutible liderazgo de aquella aguerrida juventud que llenó de ejemplos la República Dominicana de “los años de luz” (1959-1965).

Al decir del reputado historiador, doctor Roberto Cassá, el 14 de Junio “ha sido la más significativa organización revolucionaria” a lo largo de toda nuestra historia republicana, y Manolo fue su principal forjador y organizador, y su líder indiscutible.

Pero Manolo no era un ser de otra galaxia, como quieren convertirlo quienes mantienen subyugado a nuestro pueblo. El, y toda aquella generación política, no eran seres inalcanzables para la juventud que carga hoy sobre sus hombros el futuro de nuestra Nación. ¡No! Manolo, Minerva, Pipe Faxas y los demás, eran tan sólo jóvenes de su época. Eran los años de los grandes sueños; los años en que la naciente Revolución Cubana abrió y señaló un camino de esperanza para los pueblos de América; los años en que el gobierno norteamericano, en medio de la “época de oro” del capitalismo, cambiaba su estrategia para ejercer su explotación contra nuestros pueblos, de un imperialismo desde fuera, imponiéndonos sus “repúblicas bananeras” y su “explotación minera”, aliados a una oligarquía intermediaria y terrateniente, a las formas modernas de explotación “desde dentro”, deformando aún más el desarrollo interior de nuestro proceso económico, y subordinando al conjunto de las fuerzas dominantes interiores, a su lógica de explotación.

El Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Augusto César Sandino, Farabundo Martí, Manolo Tavárez y Minerva Mirabal, eran jóvenes de aquellos años muy particulares en la historia de nuestro pueblo.

Pero no eran iconos inalcanzables, ni eran, en esencia, distintos a los jóvenes de hoy, con su capacidad de soñar, de rebelarse contra quienes los oprimen, y de abrazar las causas justas, por más disímiles que estas parezcan a las causas de ese ayer glorioso.

Esos y esas jóvenes de hoy serán los Manolo, Minerva, Camilo, Sandino, Farabundo Martí y Ernesto Guevara, todos jóvenes, de aquel ayer. Que no permita la juventud de hoy que le conviertan a estos hombres y mujeres sencillas, en iconos inalcanzables. ¡No! Decía Martí: “En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que le roban a los pueblos sus libertades, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados”.

Lo importante es que las y los jóvenes de hoy sepan encontrar aquellos y aquellas, jóvenes también, en los que “van miles de hombres”, en los que “va un pueblo entero”. Esos que hoy en día existen por decenas y centenares, por decenas y centenares, serán los Manolo y las Minerva de hoy. Y a medida que discurra este proceso, entonces las cosas irán cambiando. Mientras tanto, no dejen que los enemigos de siempre, les conviertan en iconos inalcanzables a los y las que, en su momento, supieron cumplir con su responsabilidad.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas