Sí, el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y eso nos llena de alegría. Salmos 126: 3
El regocijo más grande que puede sentir un padre es cuando su hijo reconoce lo que él ha hecho. De la misma manera, Dios se regocija cuando reconocemos lo que Él ha hecho y seguirá haciendo por nosotros. El reconocer que envió a Su único Hijo, el cual nos salvó, nos rescató del mundo, nos puso un nuevo nombre y pagó nuestras deudas, redimiéndonos de toda maldición e iniquidad.
Solamente el que tiene un corazón de hijo puede valorar todo el sacrificio de Cristo en la cruz, afirmando con alegría que Dios es bueno, y como Él no hay otro. Su amor sobrepasa todas las cosas y es tan grande Su misericordia que, a pesar de que nos olvidamos de Sus favores, Él sigue amándonos de la misma manera.
No permitamos que las pruebas y los desiertos hagan cambiar nuestra confesión hacia Él, porque aun en medio de ellas Él está haciendo cosas grandes para sacarnos con bien. Mantengámonos sin fluctuar, porque Él es el mismo de ayer, de hoy y de siempre.