Manuel Arturo Peña Batlle

Manuel Arturo Peña Batlle

El Lic. Manuel Arturo Peña Batlle, uno de los más destacados intelectuales dominicanos, muy joven, a los 52 años, murió acosado por las humillaciones a que fue sometido por el régimen de Rafael L. Trujillo. Durante su juventud combatió intensamente la ocupación americana de 1916, y fue un fiel defensor de la soberanía nacional.
Perteneció al Partido Nacional, de Horacio Vásquez, y renunció por diferencias de criterios con sus directivos. Se mantuvo al margen de la actividad partidaria como forma de rechazar la represión y el maltrato a que fueron sometidos los participantes en un complot para asesinar al presidente, en 1934. Retornó a la vida política con su designación en la presidencia de la Comisión de Delimitación Fronteriza, y fue cancelado por un “trompo” que le armó Anselmo Paulino, que para la ocasión estaba adscrito a la embajada en Haití. Lo denunció ante el dictador por supuestos comentarios que contra el gobierno habría pronunciado Peña Batlle. Por el chisme fue interrogado por el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Fausto Caamaño, su amigo, quien le sugirió que se incorporara al gobierno. La respuesta del reputado abogado fue: “Fausto, voy a estudiar tu propuesta, y te aviso oportunamente.”
Más adelante, cuando Mario Fermín Cabral propuso el cambio de nombre de la capital de la República, de Santo Domingo por Ciudad Trujillo, Peña Batlle escribió un artículo ponderando el falso rechazo de Trujillo a que se produjera el cambio. Creyendo que el escrito le haría ganar votos frente al Jefe, fue todo lo contrario. ¡Por poco el artículo le cuesta la vida!
Trujillo se interesó en participar en la primera toma de posesión del exgeneral Eishonwer, como presidente de los Estados Unidos, y para tales fines se hizo nombrar “embajador adlátere”. El jefe se disgustó cuando Peña Batlle le advirtió que esa condición no lo facultaba para asistir a la ceremonia en la Casa Blanca. Posteriormente ingresó a trabajar junto a su padre, el Lic. Peña Ventura, en la Casa Vicini, donde ambos fueron cancelados a raíz de la persecución del gobernante contra el cónsul de Italia Amadeo Barletta, que estaba íntimamente vinculado al consorcio azucarero. Trujillo acusó al empresario italiano de haber colaborado con los participantes en el complot para asesinarlo. El impasse llegó hasta el dictador Mussolini, que defendió a Barletta, su coterráneo.
Superada la situación, el profesional del derecho fue nombrado canciller de la República y Trujillo lo invita a Nueva York, junto a doña María, la esposa del dictador. En la urbe, el Jefe recomendó a Peña Batlle establecer contactos con el exiliado Juancito Rodríguez, con el propósito de que cambiara de actitud y se reconciliara con el Jefe. Le prometió al poderoso exiliado, por instrucciones del dictador, designarlo en un cargo de importancia y devolverle las propiedades incautadas. “Mira Chilo, eso no lo hago yo ni muerto… Trujillo es un hijo de puta”. En el encuentro participaron otros personajes, entre ellos el célebre Félix W. Bernardino. Todos acordaron no transmitir al gobernante la rígida posición de Juancito. En ese tenor, Peña Batlle comunicó al Jefe que el encuentro había sido fructífero, pero se precisaba de otras reuniones para lograr el reingreso de Juancito al país. En ese momento, uno de los soplones exclamó: “Jefe, eso es mentira… la reunión fue un fracaso, ese hombre (Juancito) es muy rabioso y no entró en ná”.
En una recepción ofrecida por el embajador dominicano en Washington, Dr. Luis F. Thomén, el dictador impidió que su canciller Peña Batlle tomara asiento en la mesa principal, bajo el alegato de que “a éste nadie lo invitó”. Después del amargo momento, el intelectual, que sufría de hipertensión maligna, se refugió en su residencia hasta que su cadáver fue referido al cementerio, horas después de su fallecimiento el 16 de abril de 1954. Estaba casado con la señora Carmen Defilló Sanz, hija de Fernando A. Defilló, y por tanto, nieta del arzobispo Fernando A. Meriño, padre de Fernando.
Peña Batlle ocupó diferentes posiciones: legislador, profesor universitario, secretario de Estado y diplomático. Se recuerda que siendo Comisionado nombró como Agentes Culturales Fronterizos a los jóvenes intelectuales Ramón Marrero Aristy, Emilio Rodríguez Demorizi, Mario Read Vittini y Héctor Incháustegui Cabral, quienes se ocuparon de designar con nombres castellanos algunas de las colonias que habían sido ocupadas por aventureros haitianos. Se destacan los nombres del general Pedro Santana y el coronel Elías Piña, que combatieron ferozmente a las huestes del vecino país. Además, fue Peña Batlle el ideólogo y promotor de la celebración, en 1944, del centenario de la Independencia Nacional.
Ese fue el Lic. Manuel Arturo Peña Batlle (Chilo), uno de los dominicanos ilustres que con sus acciones y sus aportes bibliográficos resaltan su comportamiento en defensa de la soberanía nacional.

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