Manuel Corripio voz de la familia

Manuel Corripio voz de la familia

Muy buenas noches
Distinguidos miembros de nuestra familia, señores José Luis y Ana María Corripio, mis padres
Rafaela, mi esposa
Mis hermanos José Alfredo y Laura, Ana y Rafael
Nuestro sobrino Rodrigo González Corripio, en representación de sus padres Lucia y Alejandro, que se encuentran fuera del país
Señores directores de la Fundación Corripio
Su director ejecutivo, Maestro Jacinto Gimbernard
Sus asesores, Doctor Jorge Tena Reyes y Licenciado José Alcántara Almánzar
Señores galardonados en este entrega de los Premios Fundación Corripio
Licenciada Marianne de Tolentino
Licenciado Carlos Despradel, representado por su hijo Roberto
Arquitecto José Horacio Marranzini
Reverendo padre José Domingo Meléndez en representación de la Pastoral Social-Caritas y de Medio Ambiente del Obispado de la Vega.
Reverendo padre Angel Soto en representación de Don Bosco Fundación Salesiana
Señores miembros del jurado en cuyas manos descansó la tarea de seleccionar a estos galardonados
Señoras y señores del público presente,

Los premios que esta noche nuestra Fundación entrega reconocen el poder creador de la inconformidad. Por paradójico que suene, en ello creemos. La sociedad espera que actuemos de una manera, la suya, a que se siga a ciegas sus normas y que nos adaptemos, sin queja, a sus designios. Al hacerlo, nos dicen, la vida nos sonríe y recibiremos en premio la aceptación. Formaremos parte. Seremos reconocidos. Nos prometen que seremos felices. Que gozaremos de ese sentimiento que, por su ausencia real, nos obsesiona y que estamos prestos a confundirla con sus sucedáneos: la alegría y el placer. Ese sentimiento, sobrevalorado y en extremo conservador, nos motiva a no cambiar, a convencernos que todo está bien, a la permanencia. A que claudiquemos a una embriaguez pasajera. A una vida anestesiada.

Pero, aun cumpliendo esas normas dictadas por ese ecosistema moral y cultural, al ser reconocidos, al ser aceptados, ¿por qué seguimos sintiendo que hay algo en ese postulado que no es cierto? ¿por qué seguimos notando una ausencia de algo vital? Pues porque para bien de todos, ese ecosistema al que me refiero, no es siempre unánime y no siempre conviven en él en armonía todos sus miembros. Porque afortunadamente existen los inconformes. Los irracionales. Los rebeldes. Los críticos del sistema. Los marginales. Aquellos a los que se refiere Albert Camus en el «Hombre Rebelde» como los que saben decir NO. Alzan su «No» ante la falsedad, «No» ante la injusticia. «No» ante lo vacío. Son profetas de lo imposible, o de lo que nos dicen lo es.

Y precisamente esta noche reconocemos a cinco de esos inconformes de nuestra sociedad que no aceptan una realidad que excluye a los desventajados y que discrimina. Estas personas o instituciones, cada uno en sus respectivos campos, no aceptan la realidad como algo justo. Mucho menos inamovible.

Personas que han entendido que nada nos es dado: ni la libertad, ni la autonomía, ni la dignidad. Que todo debe ser conquistado. Que todo debe formar parte de un arduo proceso creador. Conocedores de nuestra naturaleza defectuosa, pero que siendo seres imperfectos podemos contar con la capacidad de reconocer nuestras fallas; de avergonzarnos de ellas, sobre todo cuando estas, constituidas en injusticias sociales golpean inmisericordemente a los indefensos; y sobretodo, demuestran con sus ideas, con su trabajo, con sus ejemplos de vida que podemos sobreponernos a nuestros errores y a hacerlo mejor. Que, siendo a la vez fuertes y débiles, esclavos y libres, ciegos y visionarios, si se nos muestra lo correcto, esto resonará dentro de nosotros y podremos luchar contra nosotros mismos y contra las insatisfacciones que la injusticia impone en la realidad que nos toca vivir.

Son luchadores. Pero luchadores con voluntad y humildad. Saben que esta lucha en contra de una realidad defectuosa, no necesariamente termina con una victoria final. Desconfiemos de ella si alguien pretende mostrárnosla. Su objetivo es convencernos de que puede ser mejor. Que siempre puede ser mejor. Nos motivan e inspiran a que alcancemos, junto a ellos y como ellos, esa tranquila sensación de gratitud y tranquilidad que viene como efecto secundario de una victoria moral. Una victoria de la voluntad. Un triunfo de la inconformidad.

Nos muestran que nuestras vidas no se deben orientar al placer, sino al propósito, a lo correcto. A la virtud. Que la vida es un drama moral. No uno hedonista.

Al recibir estos premios, que no han buscado, sino postulados por personas que en reconocimiento a ellos y su labor así lo han considerado, demuestran que tan solo acallando el ego, se puede ver la realidad en toda su magnitud, primera condición para modificarla hacia algo perfectible. Entienden que la experiencia puede ser superior a la razón; que el conocimiento no siempre es sabiduría, y que la sabiduría viene tan solo de la virtud.

Sus vidas fueron ordenadas en torno a sus vocaciones. Sean estas la comunicación, la economía, la arquitectura, la ecología o el trabajo solidario en beneficio de aquellos que la vida pretende dejar en sus cunetas. Utilizan su trabajo para servir a los demás, no a sí mismos. El trabajo utilizado como método para servirnos a nosotros mismos no encontrará plenitud, ya que al ser dirigidos por nuestras ambiciones personales, correremos detrás de ellas, y estas han demostrado ser siempre más rápidas y son poseedoras del poder de regenerarse con facilidad, pero siempre a mayor distancia de nuestros logros presentes. Han demostrado con su accionar que la verdadera vocación no está en mirar dentro de nosotros y preguntarnos para qué somos buenos. Está en mirar fuera de nosotros y preguntarnos qué se espera de nosotros. Cómo podemos transformar esa realidad, que no aceptamos y que nos deja un vacío, en algo pleno que todos podamos disfrutar.

Hoy nos enorgullecemos, como cada año en presentar a estos inconformes que han utilizado la fuerza de su inconformidad, hasta que parezca irracionalidad, en construir una mejor sociedad. Una solidaria donde todos gozaremos de las mismas oportunidades y podremos reconocer los méritos de aquellos que más aporten al colectivo. Son ellos:

Marianne de Tolentino; Premio Fundación Corripio 2015: Periodismo cultural; por su larga trayectoria en la difusión del arte y la cultura dominicana en la prensa nacional. No queda ningún aspecto de nuestras artes que Marianne no haya cubierto en su dilatada carrera.

Carlos Despradel; Premio Fundación Corripio 2015: Economía; por su carrera como docente, su producción, su honestidad y su independencia intelectual, así como su contribución al desarrollo del análisis económico en el país.

Juan Horacio Marranzini; Premio Fundación Corripio 2015: Arquitectura. Su obra refleja una constante búsqueda de la innovación y soluciones arquitectónicas eficientes; sus propuestas para viviendas económicas basadas en criterios ecológicos así como los diseños de sus edificios urbanos con alto sentido estético.

Pastoral Social-Caritas y de Medio Ambiente Obispado de La Vega; Premio Fundación Corripio 2015: Ecología. Por sus aportes a la conservación de la foresta, las fuentes de agua, la capacitación de los recursos humanos en la conciencia ecológica y la sostenibilidad.

Y, notarán que este año, a diferencia de las demás entregas, tenemos un quinto galardonado. Por primera vez, de manera pública, en este acto, nuestra familia se yergue en jurado y entrega un premio denominado PREMIO FAMILIA CORRIPIO ALONSO, el que este año recae sobre la Don Bosco Fundación Salesiana; institución que durante ocho décadas, con su presencia en el país acompañando a las personas necesitadas, trabajando con ellos en áreas educativas y de carácter social desde la infancia hasta la adultez.

Preciso, como dije en la presentación de este apartado dentro de nuestras premiaciones, que esta es la primera vez que lo hacemos de manera pública, ya que el año pasado este premio recayó sobre la Sociedad Benéfica Española.

Con este premio especial nuestra familia persigue reconocer y contribuir con el desarrollo de personas o instituciones que tienden la mano a aquellas personas o grupos desprovistos de las oportunidades de desarrollo a todo su potencial humano.
Reciban, pues, galardonados, nuestras felicitaciones, nuestra imperecedera admiración y nuestros deseos de que sigan siendo ejemplo para nuestra sociedad, ávida de faros que nos guíen, que su trabajo y sus ideas sean tomados por generaciones, presentes y futuras, de inconformes, que al igual que ustedes, entienden que podemos mejorar la realidad con nuestra voluntad, trabajo y ejemplo.

Imposible concluir sin agradecer la labor del jurado en esta titánica labor de ponderar todas las solicitudes que fueron recibidas y con justicia y objetividad escoger estos galardonados. A las personas que validan el trabajo de nuestra fundación y creen en nosotros confiándonos sus propuestas.

A todos ustedes que nos acompañan esta noche como cada año engrandeciendo con su presencia nuestra labor.

En mis palabras me he referido a la inconformidad como fuerza creadora, ese él tan vital que nos mueve a salir de nosotros y ser mejores, aun a expensas de parecer ante los demás seres irracionales negados rotundamente a hacer las paces con la realidad, y creo que estas palabras que citaré a continuación de George Bernard Shaw, dramaturgo irlandés, que por su trabajo ha sido la única persona galardonada con un premio Nobel en literatura y con el Oscar de la Academia de Cine de Los Angeles, con las que concluyo; resumen mi ponencia mejor que todo lo que he expresado: «El hombre racional se adapta al mundo. El hombre irracional adapta el mundo a sí mismo. Así pues, el progreso humano depende del hombre irracional. En horabuena galardonados!

Muchas gracias.

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