Usted que me lee sabe que cuando una persona sale a conocer una ciudad distinta a la suya lo primero que hace es procurar los monumentos, las plazas, las obras, la gastronomía… los espacios simbólicos y culturales que mejor representan al pueblo que visita.
Da lo mismo si es un dominicano de los miles que hoy hacen turismo en Medellín, o cualquiera de los millones de turistas que van a fotografiarse en la torre Eiffel de París o en la Estatua de la Libertad de New York.
Una ciudad es su gente, y la gente, la esencia de los pueblos, se conoce en la cultura y sus expresiones (incluidos los valores y formas de vida).
Por eso el trabajo de crear espacios y dinámicas de alto valor cultural es indispensable para cualquier proyecto de construcción de una ciudad.
Así, cuando Manuel Jiménez rescata la Plaza Juan Pablo Duarte y su anfiteatro sienta las bases de una gestión visionaria, porque le devuelve al municipio la obra escultórica y monumental más importante de la ciudad y una de las más trascendentes de toda la República.
Lo mismo ocurre con la construcción de plazas y monumentos dedicados a Caamaño, Hilda Gatreux, Peña Gómez, Omar Torrijos. O con la celebración del Festival Forklórico Fradique Lizardo, el rescate del Desfile del Carnaval, los murales, y la creación del espacio de sana recreación familiar “Chencha”, debajo del puente de la bicicleta.
Remozar las estatuas y plazoletas dedicadas a Mella y Sánchez también cae en esa definición de construcción de una identidad, o el encendido próximo del nuevo sistema de luces del Faro a Colón. Pronto estará listo el remozamiento de la Ermita del Rosario, primera iglesia del nuevo mundo, en Villa Duarte.
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Piense un minuto en el impacto a futuro de la creación por parte del alcalde del nuevo sistema de escuelas de música para niños de todas las regiones de Santo Domingo Este. ¿Qué usted cree que cosechará la ciudad de esa siembra cultural en la niñez local?
A estas acciones de la gestión del alcalde Manuel Jiménez se suma el impulso del proyecto que designa al municipio con el nombre de La Trinitaria, vinculando a su población y su territorio con las más altas glorias de la historia nacional: Duarte y su equipo de jóvenes independentistas.
La obra del alcalde Manuel Jiménez tienen un alto significado estratégico, porque una ciudad no puede definirse ni desarrollarse fuera de su riqueza más auténtica: su cultura.
La cultura también son los valores, las ideas, los hechos a los que las personas les brindan mayor importancia en el orden social. De ahí que también es una acción cultural de gran impacto simbólico el hecho de que el alcalde de Santo Domingo Este todos los días a las 8:00 a.m. suba la bandera junto a su personal; conmemore todas las fechas patrióticas; y mantenga un ejercicio público concentrado en el trabajo duro y transparente, sin distracciones ni confrontaciones estériles.
¿Qué mejor cultura que la de honrar a la Patria todos los días y trabajar a tiempo completo sin usar la posición pública para el beneficio propio? No existe mejor discurso que el buen ejemplo.
Esto que escribo es para gente como usted, que le duele su municipio y su país, y tienen interés en comprender los cambios profundos que está gestionando Manuel Jiménez desde el Ayuntamiento, con el apoyo de un gran equipo coordinado por el maestro Guillermo Martínez.
Sé que los que están perdidos hablando de negocios, empresa, gerencia privada, rifas y otras yerbas seguirán en sus andanzas, porque no quieren aprender ni construir una ciudad.
Pero si usted valora y comparte esta reflexión, entonces es un compromiso compartido el de seguir trabajando para que el alcalde Manuel Jiménez continúe con el hermoso proyecto cultural de convertir un barrio grande en una Ciudad Trinitaria.