Manuel Llanes: poesía, esperanzas…

Manuel Llanes: poesía, esperanzas…

REGINALDO ATANAY
Nueva York.- Uno de los ejercicios emocionales de mayor práctica entre los dominicanos, es el de la esperanza.

Recorren el camino de la fe, con la esperanza siempre de mejores situaciones, y ese estado de expectación los predispone a la espera de “algo más mejor” que en lo que determinado momento estén viviendo.

Pero, esa esperanza, no viene a ser un estado digamos que de seriedad, de quietud, porque el criollo “le saca punta” a cualquier situación, sea ésta alegre o triste, y de ahí se manifiesta “un relajo” cuando no es que atraen algunos de los conocidos “cuentos de camino”.

El poeta Manuel Llanes, quien cuando estaba en este lado de la vida residía en la parte antigua de la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, conocida como “La Ciudad Colonial”, era una persona calma; siempre usaba una risa quieta, y se desplazaba con un caminar de esos con los que uno no quiere llegar a ninguna parte.

Desde su vecindario, Llanes solía irse “a las alturas” de la ciudad capital, atravesando el barrio de Villa Francisca y llegando hasta el de Villa Consuelo, y en el Mercado de allí compraba algunas frutas, las que colocaba en una funda, y con ella bajaba, a pie, todo ese trayecto, mirando todos los comercios, todas las caras, y deteniéndose de vez en cuando ante cualquier gente o casa que le llamara mucho la atención.

Entonces, Llanes caminaba con unos setenta años de edad; su piel mestiza y su pelo blanco y ojos muy expresivos, daban la impresión de que se trataba, su figura, la de un ciudadano hindú, de esos que viven con su mente puesta en situaciones que ya no se ven con los ojos físicos.

Llanes no era un poeta fabricador de poemas por gruesas, como lo hacía el insigne Juan Sánchez Lamouth, quien escribió alrededor de una decena de libros, casi todos ellos, de un tirón, en una sola noche. Llanes produjo pocos poemas, pero buenos; el más célebre de ellos es “Noche Ya”.

Era un hombre que no esperaba cosas mayores de la vida, que no fueran paz, y la tranquilidad en que se desenvolvía el casco colonial de Santo Domingo, por donde andaban, campantes, la soledad, el silencio y los recuerdos que tanto conmovieron a doña Salomé Ureña de Henríquez, y que la empujaron a escribir, entre otros poemas, “Ruinas”.

Llanes era un hombre de esperanzas, pero de esperanzas tranquilas, sin pretendidas majestuosidades. Se regocijaba al oír recitar un buen poema en la “La Cafetera” de la calle El Conde, y “de poder encontrar algún día una niña linda que me quiera”, como solía decir, soltando entonces una sonrisa picarona, y gesticulando con sus manos con la calma de quien no le importa que los tiempos sigan discurriendo.

El poeta Llanes encarnó el estilo de vida de mucha gente de la dominicanidad de las cuales abunda ya el número de idos, que gozan con la presencia misma de la vida, en el momento presente, y con la esperanza de que ese momento se quede quieto. Y no pase. Meditación.

Para la meditación de hoy: Bebe agua; como las flores. Como los campos; como la amada Tierra… El agua es tu elemento básico con el cual puedes recoger y aumentar fuerzas y manifestar a plenitud la vida con que has venido a este lado de tu existencia… El agua pura es la base de la sanidad, de la salud y de la vida. ¿Has visto la cara de tristeza y de enfermedad que tienen, quienes rara vez beben agua? Muévete en ese elemento, en el que tus ancestros comenzaron a manifestar la vida…

Publicaciones Relacionadas

Más leídas