Una de las catástrofes sociales más brutales que han ido destapándose y emergiendo con más fuerza en los últimos años es la de la marginación y discriminación de las mujeres. El fenómeno no es nuevo; es, prácticamente, ancestral, consecuencia de un mundo gobernado por hombres, sustentado en el machismo y la prevalencia de principios distorsionados. El desarrollo y expansión de los medios de comunicación y de información han permitido ahora tener un mayor conocimiento de las calamidades que sufre ese sector de la población mundial que en la mayoría de los países es mayoritario.
El problema es complejo y tiene muchas aristas. Las condiciones de discriminación y marginación que sufren las mujeres dificulta que puedan alcanzar las autonomías e independencias imprescindibles para que puedan hacerse valer por sí mismas sin temor a la represión y el desamparo y que puedan contar con un sistema legal que efectivamente proteja. No es solo un problema de leyes, es un dilema de conciencia social. Se avanza pero no lo suficiente ni con la dinámica y el sentido de urgencia que se requiere.
Amplios sectores de la sociedad moderna van tomando conciencia del drama social que se vive pero hay una estructura social silenciosa sustentada en reminiscencias legales y culturales que retrasan y aletargan.
No obstante, se observan tendencias alentadoras que permiten esperar que las cosas se enrumben por un camino más objetivo y efectivo. La Unión Interparlamentaria – UIP –en donde participan 163 parlamentos del mundo, acaba de publicar un Mapa de las Mujeres Políticas 2014 en el que recoge el avance que se viene registrando con un mayor número de mujeres posicionadas en cargos políticos de primer nivel. Ello, de por sí, no resuelve el problema de la discriminación y de la violencia contra las mujeres, pero permite crear expectativas de que una mayor influencia de mujeres en esferas de toma de decisiones vaya allanando el camino.
El Mapa refleja que en 2014 en 36 países del mundo hay, cuando menos, un 30% de mujeres en cargos de ministros. En primer lugar está Nicaragua, seguida por Suecia, Finlandia, Francia, Cabo Verde y Noruega. Como continente América Latina está a la vanguardia registrando un 22.9% de mujeres como ministras y, para mayor sorpresa, le sigue África con 20.4% y Europa con 18.2 %. Además, al comienzo del 2014 la región tiene seis mujeres como jefas de Estado: Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Jamaica y Trinidad& Tobago. Incluso, en estos momentos, a nivel mundial, hay 14 mujeres al frente de Ministerios de Defensa y 45 como Ministras de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional. En el mundo solo hay 8 países que no cuentan con una sola mujer como ministra. Entre los parlamentarios del mundo las mujeres representan un 21.8% pero en América Latina constituyen 25.2%. En 46 países más del 30% de los parlamentarios son mujeres. Esperemos que esto tenga un impacto en la lucha por la igualdad y equidad de género.