Maradona un fenómeno más allá de la cancha de fútbol

Maradona un fenómeno más allá de la cancha de fútbol

El mundo se ha conmocionado con la muerte del astro del fútbol, el argentino, Diego Armando Maradona, un ser humano excepcional cuya trayectoria tuvo impactos más allá del campo de juego, convirtiendo su figura en motivo de las más variadas referencias en la cultura popular de Argentina y de Nápoles donde logró hacer de un insignificante equipo una leyenda. En esta entrega pretendemos abordar la dimensión sociocultural del fenómeno a quien la hinchada llamaba: Pelusa o Pibe de Oro. 

LA IDENTIFICACIÓN ARGENTINA CON LA FIGURA DE MARADONA 

Los argentinos muestran una identificación cuasi total con la personalidad de Diego Maradona, tanto en lo deportivo como en su vida personal. Su ingenio, su talento y la belleza de sus movimientos en el campo de juego. En la vida diaria, su deriva e irreverencia por los cánones morales. En otras palabras, virtudes y defectos.  

En la etapa de su juventud afloran los valores y virtudes: la amistad, solidaridad de clase, afecto por los suyos, el apego a la familia, su prometida desde la infancia con quien luego se casó. Más adelante cuando empieza a caer en la deriva y en el derrumbe, ahí también los argentinos se siguen identificando con él, pues se ven reflejados en sus defectos. Son estos, parte de los detalles que hicieron que los argentinos siguieran, casi con interés obsesivo, cada instante de su vida.  

Mientras el mundo observaba en Maradona su dimensión deportiva, la genialidad en el campo de juego, el talento deportivo, la admiración por esta figura del futbol donde era un rey indiscutible, en Argentina se lo consideraba en forma íntegra, es decir completa. Esto quiere decir que además de los valores y virtudes en la cancha, les preocupaban los demás aspectos de su vida diaria que asemejaban una de las populares y cautivantes telenovelas latinoamericana. Es que lo veían como un reflejo suyo con sus mismas virtudes y defectos. 

MARADONA Y LA IZQUIERDA LATINOAMERICANA 

Maradona nació y pasó su infancia en los suburbios de Buenos Aires. De chico escapaba de sus padres para irse a la cancha y cuentan sus conocidos de que era la alegría de él jugar al futbol. El crecer en la pobreza no fue un obstáculo para convertirse en un prodigio del futbol y muy por el contrario inclinó su postura política.  

Contando con tan solo 15 años Maradona debutó con la Asociación Atlética Argentinos Juniors en el estadio que hoy lleva su nombre y 10 años después hizo historia en el mundial de 1986 en que Argentina se coronó campeón contra Inglaterra en México escenario de la famosa “Mano de Dios”, pocos después de que terminara la dictadura militar, a la cual Maradona continuamente criticaba y justo cuatro años después de la derrota militar en la guerra que enfrentó a Argentina con Reino Unidos por Las Malvinas.  

Aquel mundial llevo a la selección y a Maradona a la Casa Rosada, el palacio presidencial argentino, donde el entonces presidente Raúl Alfonsín, los invitó a celebrar el triunfo. En algún momento de la recepción ante una pregunta de la revista masculina Playboy de cuál era su posición política, Maradona respondió: Soy de izquierda, todo de izquierda, de pies, de fe, de cabeza. No en el sentido que ustedes le dan en Europa al termino político. Soy de izquierda en el sentido de que soy para Alfonsín, para el progreso de mi país, para mejorar el tenor de la vida de la gente pobre, para que todos tengamos paz y libertad.  

Más que trazar su carrera en el futbol, este campeonato lo acercó a quien sería su gran amigo, Fidel Castro, quien recibió a Maradona en Cuba, luego de que la agencia cubana Prensa Latina lo premiara como el mejor deportista de América Latina ese año, resultado de una encuesta entre sus lectores. Entre ambos forjaron una relación muy cercana, al punto de que Maradona tenía el rostro de Fidel Castro tatuado en una pierna y el de Ernesto (Che) Guevara en un hombro. Castro motivó a Maradona a que se internara en dos ocasiones en clínicas de la Habana para asuntos relacionados al tratamiento de su drogadicción. 

De manera que crecer en un barrio marginado y su acercamiento a Fidel Castro, afianzo su pasión por la izquierda latinoamericana. Es así que Maradona recorrió América Latina, estuvo con Daniel Ortega en Nicaragua, en su Argentina natal apoyó a los Kirchner, en Bolivia Evo Morales y a Hugo Chávez en Venezuela y después a Nicolás Maduro. Cuando Colombia lidero el cerco mediático contra Venezuela, Maradona fue a Caracas a apoyar a Maduro. El libro de visitas de La Casona Cultural Aquiles Nazoa lo atestigua. 

Como dato curioso, Maradona muere el 25 de noviembre, justo el mismo día en que murió Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana hace cuatro años. 

UN DIOS DE CARNE Y HUESO 

La sociedad argentina ha deificado la figura de Maradona, no solo por su genialidad deportiva, porque allí en la Argentina hay otros muy buenos deportistas y otras figuras populares y prestigiadas, sino porque siente identificación, hay una identidad. En Maradona la sociedad argentina ve lo sublime: el amor por los suyos que representó en su juventud, y lo prosaico: la deriva, la inobservancia de las normas, el derrumbe, en el que podemos colocar sus fracasos deportivos, las drogas, etc.  

En sentido general sus virtudes y sus defectos reflejaron en términos socioculturales a un pueblo que a la vez se veía en ambas dimensiones. En otras palabras, con sus luces y sus sombras Diego Armando Maradona reflejó a la Argentina de su tiempo.