Maratones electorales de los partidos políticos

Maratones electorales de los partidos políticos

ROSARIO ESPINAL
Las recientes convenciones del PLD, el PRD y el PRSC constituyen un paso necesario para que esas organizaciones inicien un proceso de reestructuración sustancial, si es que desean mantener su preeminencia en la política dominicana. El fracaso de la reelección presidencial en el PRD y el colapso electoral del PRSC en el 2004, así como la masificación del PLD en los últimos años, obligaron esos partidos a utilizar mecanismos de elección popular para validar sus nuevos dirigentes.

Recurrieron al voto universal y secreto de la membresía, tarea difícil por la complejidad de montar elecciones con participación popular, pero importante por la credibilidad que adquieren los dirigentes ante la militancia de los partidos y la sociedad.

Sin embargo, los problemas, retrasos y denuncias de irregularidades que se presentaron en las convenciones, deben motivar en los tres partidos una evaluación acerca de cómo perfeccionar los mecanismos de elección y representación, para quizás adoptar otros nuevos en el futuro.

Una lección importante que deben sacar los partidos de sus convenciones es que tener un padrón de miembros actualizado es vital para iniciar y afianzar la democracia partidaria. Esto supone no sólo transparentar el sistema de registro, sino también establecer claramente los deberes y derechos de la membresía, mantener activas las instancias locales del partido y distinguir entre miembros y votantes.

Otra lección es que los partidos no deben abultar el tamaño de su membresía para demostrar fuerza, aún cuando obtengan amplio apoyo electoral. En la República Dominicana, los partidos se llenan de miembros por el clientelismo. Muchas personas desean un carnet del partido para buscar ventajas en el gobierno; existiendo incluso la doble y triple membresía.

Pero si los partidos desean fomentar mecanismos de participación democrática, deben asegurarse de que los miembros participen activamente en la organización. Este debe ser un requisito esencial que diferencie militantes de votantes. Estos últimos simplemente expresan una preferencia electoral por los candidatos de partido en elecciones.

Aunque una gran militancia augura más votos porque el partido cuenta con un segmento mayor de votantes que emiten el llamado voto duro, hay que recalcar que la preferencia electoral no supone una militancia partidaria.

En cuanto al calendario electoral interno, los partidos deben distanciar las elecciones locales de las nacionales, eligiéndose primero los dirigentes locales. Cuando los comicios se realizan simultáneamente o casi simultáneamente, como ocurrió en las recientes convenciones, se produce confusión y saturación electoral porque hay muchos candidatos a elegir en las distintas instancias de dirección.

De hecho, en las recientes convenciones, los miembros de los partidos tuvieron que votar por más candidatos de los que normalmente escoge la ciudadanía en comicios nacionales. Había una sobrecarga de puestos y postulantes, lo cual disminuye la capacidad de emitir un voto sopesado.

Por ejemplo, si hay 600 candidatos nominados para elegir 100 a un comité central, y el elector debe marcar 100 personas en una boleta, la tendencia será a equivocarse o a marcarlos con un limitado conocimiento. Además, con tantas nominaciones es casi seguro que se produzca una gran dispersión del voto y muy pocos candidatos obtengan muchos votos, como ocurrió en la primera ronda de elección del comité central del PLD.

Aún cuando un partido se masifique, no tiene que aumentar significativamente el número de miembros en sus estructuras directivas. Aumentar la cantidad de miembros en una instancia de dirección nacional como el comité central del PLD, las vicepresidencias del PRD o el comité político del PRSC, no asegura mayor democracia partidaria. Es fundamentalmente una forma de acomodar apetencias de poder de los dirigentes.

Ante la posible masificación de la membresía, es preferible promover mayor descentralización de los organismos de dirección que abultar las instancias de dirección nacional.

La denuncia de que líderes partidarios con mucho poder político y económico ejercieron gran influencia en la elección de dirigentes era de esperarse por el peso de las relaciones clientelistas en la política dominicana. Pero la manipulación del voto es una práctica que obstaculiza la democratización interna de los partidos.

Es también lamentable que en las convenciones fueran escasos los debates sustantivos sobre el desarrollo partidario y nacional. La elección de personas a posiciones de dirección predominó sobre los temas sustanciales de la política.

Se disputaron muchos puestos, pero no se escucharon debates importantes de por qué un candidato merecía el apoyo de sus correligionarios. Predominó el aura personal, el reconocimiento de un nombre o simplemente la manipulación electoral.

En este sentido, las convenciones de los tres partidos fueron maratones electorales en vez de ejercicios de raciocinio democrático. Pero las elecciones en democracia no deben ser simplemente mecanismos para escoger personas a cargos, sino procesos donde los candidatos presenten ideas y los votantes elijan en función de los mensajes, no de la prebenda, la manipulación o el simple carisma.

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