Maravillas, a un año de su salvamento

Maravillas, a un año de su salvamento

La Cueva de las Maravillas cumple en marzo un año de haber sido abierta al público luego de su recuperación y habilitación. Con toda seguridad, de no haberse ejecutado ese proyecto educacional y turístico de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales, esta cueva estaría hoy 15 o 20 veces en peores condiciones que aquella en que la encontramos. Esto así, porque ninguna otra institución del Estado iba a ocuparse de Maravillas, puesto que en 51 años de conocida públicamente (de 1949 al 2000) ninguna institución lo hizo.

Y decimos que estaría 15 o 20 veces en peores condiciones, porque el ritmo de crecimiento de visitación incontrolada a esa cueva –tanto visitas turísticas extranjeras como locales venía creciendo, y en ese mismo ritmo crecía el daño en el interior de la Cueva de las Maravillas, tanto en sus formaciones secundarias (estalactitas, coladas y otras) como en sus pinturas rupestres. Esa situación la pudimos controlar en cuevas como las del Pomier, desde que en 1993 logramos declararlas como protegidas y conseguimos que se estableciera vigilancia empleando como guardaparques a un pequeño grupo de la comunidad que habíamos entrenado previamente. En ese año fungía como director nacional de Parques el ingeniero Grandersio Marizán, y habíamos sensibilizado al propio presidente de la República, doctor Joaquín Balaguer, en relación con la protección de esas cuevas.

El mayor logro de la habilitación de la Cueva de las Maravillas no ha sido haber ganado el Primer Premio y Medalla de Oro en la Bienal de Arquitectura 2003 de los Estados Unidos, premio ganado en la categoría de Arquitectura de Paisaje y único premio que ha obtenido la República Dominicana en un evento similar, gracias al trabajo del arquitecto Marcos Barinas y al apoyo del doctor Frank Moya Pons.

Tampoco ha sido el mayor éxito de la Cueva de las Maravillas el hecho de que la República Dominicana cuente ahora con un sitio natural de visitación turística colocado entre los mejores del mundo en Alta Arquitectura, proyectándose ahora como ejemplo de manejo para una caverna en momentos en que las cuevas se ofrecen como destino turístico y a la vez como lugar de rigurosos controles de protección.

Ni siquiera ha sido su principal triunfo –como pudiera pensarse de Maravillas haber logrado la protección definitiva de los recursos rupestres y bióticos que no sucumbieron a 51 años de depredación.

El mayor logro de la habilitación de la Cueva de las Maravillas en un año es haber proporcionado a más de 40.000 visitantes los conocimientos elementales sobre la importancia de la protección de los ecosistemas subterráneos y sus recursos culturales, porque ese era nuestro principal propósito.

La Cueva de las Maravillas ha estado cumpliendo a cabalidad con su propósito de educar ciudadanos de todo el mundo –pero principalmente dominicanos sobre la necesidad de respetar los ecosistemas subterráneos. La gente que pasa por Maravillas sale enterada de que cada cueva de nuestro país y del mundo es un ente viviente que demanda respeto y protección. Y sale enterada además de que al visitar una cueva no habilitada deberá conducirse con mucho mayor cuidado, podrá interpretar lo que ve, admirar sus particularidades físicas, descubrir su antigua función cultural, identificar sus aportes biológicos y, en fin, ser activista y difusor de la protección del mundo subterráneo.

Ese ha sido su mayor logro en su primer año. De manera que podemos imaginar cuánto tiene por delante y en su desarrollo esta escuela de la protección espeleológica llamada Cueva de las Maravillas.

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