Marcelino Vélez Santana, luchador por la democracia

Marcelino Vélez Santana, luchador por la democracia

Marcelino Vélez Santana

Vélez Santana se destacó como médico, maestro, administrador, gremialista y valiente antitrujillista que participó en la trama para ajusticiar al dictador

Si el reputado hospital del sector de Herrera no llevara su nombre, Marcelino Vélez Santana fuera un anónimo más de los dominicanos con grandes méritos cuya memoria reside en el olvido.

Hijo de un pescador de La Romana al que no conoció porque murió cuando aún la madre lo llevaba en el vientre, se destacó como médico, maestro, administrador, gremialista y valiente antitrujillista que participó en la trama para ajusticiar al dictador. Él certificó su muerte al examinarlo en el baúl del carro que transportó el cadáver a la casa de Juan Tomás Díaz y guardó el revólver con el que lo eliminaron.

Su lucha contra la tiranía, inspirado por su hermano Carlos, se inició en la Juventud Democrática en una célula clandestina de la que formaban parte, además, Carlos Mejía Feliú, Francisco Lizardo Vidal, Carlos Ariza Mendoza y Pericles Franco. También le animaron a la causa el ejemplo de Mauricio Báez y Hernando Hernández, líderes obreros desafectos al régimen.

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Fue quien trasladó al conjurado Pedro Livio Cedeño, herido, al Hospital Internacional, donde lo recibieron el doctor Arturo Damirón y el entonces practicante José Joaquín Puello y procuró el escondite de Antonio de la Maza, Salvador Estrella Sahdalá y Juan Tomás Díaz en la casa del doctor Robert Reid Cabral, asesinado al igual que sus protegidos. Vélez Santana, descubierto y apresado, sobrevivió gracias a su astucia al ser interrogado por Ramfis Trujillo. Pero estuvo preso hasta la salida de los Trujillo del país, en noviembre de 1961.

Tuvo un breve respiro de la actividad política en el gobierno de Juan Bosch, cuando fue designado director del Instituto Dominicano de Seguros Sociales y de la Cruz Roja Dominicana, pues, al producirse el Golpe de Estado, reinició su batallar por el retorno a la constitucionalidad, como presidente de la Fuerza Dominicana de Profesionales.
Más tarde sería nombrado ministro de salud en el gobierno del coronel Caamaño, y participó en las negociaciones que pusieron fin a la contienda.

Calle “Marcelino Vélez Santana” en la “Colonia de los Doctores”, Villa Mella

Sin abandonar sus ejercicios como médico y docente, luchó por reivindicaciones para los profesionales de la salud, al presidir la Asociación Médica Dominicana en 1962 y 1979.

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El médico

Marcelino nació en La Romana el 14 de abril de 1921, octavo hijo de Marcelino Vélez y Dolores Santana. Realizó estudios primarios en su pueblo y secundarios en La Normal de Ciudad Trujillo. Se graduó Doctor en Medicina en la Universidad de Santo Domingo, en 1945.

Pagó sus estudios como guardia raso del Ejército, empleado de la Oficina Sanitaria del Distrito Nacional y practicante del Hospital Padre Billini. Graduado, fundó el Cuerpo Médico de la Marina de Guerra, siendo Alférez de Navío.
Fue médico urólogo del hospital Juan Pablo Pina, de San Cristóbal, fundó en La Romana, donde se desempeñó como regidor, el Instituto Dominicano de Seguros Sociales y organizó el hospital Arístides Fiallo Cabral. De vuelta a la capital trabajó en el hospital Salvador B. Gautier e instaló su laboratorio clínico privado, primero en la avenida Bolívar y luego en la 30 de Marzo.

Estuvo como superintendente y encargado de control de prestaciones del departamento médico de la Caja Dominicana de Seguros Sociales y fundó en el Gautier el laboratorio de Bacteriología, del que fue director.
Estudió administración de hospitales y bacteriología en Lima, Perú, y fue profesor de microbiología, medicina interna y de Infecciosa en la Universidad Autónoma de Santo Domingo donde creó el departamento de Microbiología.

En Intec instauró las cátedras de Microbiología e Infecciosa al igual que en la Universidad Central del Este, donde además coordinó el internado.

Vélez Santana casó en 1945 con Gladys Pacheco, madre de sus hijos Gladys Dolores, Carlos Eugenio, Marcelino e Ignacio Augusto.

Murió el uno de septiembre de 1995. El Listín Diario dijo de él: “Por su carácter y hombría de bien deja un profundo vacío en la medicina y en la vida civil”. El Nacional lo describió “generoso, con un espíritu de servicio que siempre prodigó a todos sin distinción”. Lo definió como “Maestro de la Medicina”.

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