Marcha Verde: logros y desafíos

Marcha Verde: logros y desafíos

Jhonatan Liriano

Hasta la fecha el movimiento verde presenta una larga lista de logros sociales, jurídicos y políticos.
Para valorar estos logros en su justa dimensión es necesario partir de los objetivos que se dio el colectivo en la primera reunión organizativa del pasado lunes 2 de enero y de las aspiraciones específicas que proclamó tres semanas después frente al Altar de la Patria.
En el primer encuentro para convocar a la histórica marcha del 22 de enero las organizaciones sociales, ciudadanos y ciudadanas participantes coincidieron en abrazar la consigna del “fin de la impunidad” como marco o aspiración general de la lucha. En esta consigna se plantea que el escándalo Odebrecht sirva para terminar con la permisividad sistémica ante las prácticas de corrupción administrativa de alto nivel y sus relaciones con la delincuencia empresarial de República Dominicana. Por eso la primera proclama del movimiento exige y pretende conseguir “cárcel para los corruptos, recuperación de lo robado, investigación independiente y cancelación de los contratos con la multinacional mafiosa”.
Para materializar estas aspiraciones se convoca a una gran manifestación ciudadana, pacífica, familiar y ejemplar, bajo el color verde de la esperanza, y con la expectativa de reunir en una misma marcha a la entonces ambiciosa cantidad de 6,000 ó 7,000 personas.  Los más optimistas auguraban asistencia de 9,000 personas, generando siempre la risa escéptica de los demás. Los resultados positivos (planificados y no planificados) de la primera convocatoria de lo que hoy se conoce con el nombre de Marcha Verde son, entre otros, los siguientes:
Del 22 de enero
La Marcha del Fin de la Impunidad del domingo 22 de enero rompió todas las expectativas y proyecciones sobre asistencia e impacto. Hasta el momento se estima que alrededor de 100,000 personas vestidas de verde y procedentes de las tres grandes regiones del país se movieron entre la Máximo Gómez con 27 de Febrero y el Parque Independencia. En lo que iba de siglo XXI ningún dominicano había presenciado en el territorio nacional una expresión ciudadana de tal magnitud y ejemplaridad.
El éxito de la primera marcha fue tal que, mientras algunos en el equipo convocante se quejaban de detalles e imprevistos logísticos (nadie esperaba más de 9,000 personas), el lunes 23 de enero ya corrían los bautizos para el movimiento, las propuestas de cambiar su naturaleza para asaltar el cielo, y las iniciativas de realizar otras marchas verdes en diferentes provincias. La marcha hegemonizó el debate público, con un nivel de adhesión a la causa del fin de la impunidad (91% según la Gallup) que el circuito de resonancia mediática del oficialismo (bocinas) comenzó a desprestigiarse con cada ataque a la iniciativa
Las organizaciones y ciudadanos que conformaban el núcleo del Distrito Nacional decidieron apoyar todas las propuestas de manifestación que iban saliendo en las regiones, pero para garantizar que la consigna y la naturaleza del movimiento llegara realmente a todas las provincias y a todas las clases sociales, se planteó y se asumió una segunda gran acción nacional, que descentralizara la lucha y convirtiera la ciudadanía en centro y protagonista del proceso: el Libro Verde.
Alcance y organización nacional
El Libro Verde ha sido un proceso concentrado en el reclamo de justicia independiente para el caso Odebrecht. De ahí que a partir del jueves 2 de febrero se exigiera la aplicación de las convenciones con rango constitucional que permiten la participación de Naciones Unidas en un caso penal como el de Odebrecht. Pero también el libro se planteó y ejecutó para llevar el activismo verde y la consigna del fin de la impunidad a todos los municipios del país. Se pensó y se consiguió que donde llegara el libro se generara una dinámica de movilización, discusión y educación popular. El Libro Verde mantuvo la atención de la opinión pública por varias semanas, y consiguió que cientos de miles de dominicanos, dentro y fuera del país, fueran protagonistas de una acción transformadora de la conciencia colectiva. Millones se enteraron y le dieron seguimiento por los medios tradicionales y las redes sociales.
Articulación provincial
Mientras se organizaban la marcha provincial de Puerto Plata y la Gran Marcha del Cibao, la Marcha Verde decidió encender y mover la Llama Verde en todo el país, como un símbolo de la naciente y creciente lucha contra el dominio de la delincuencia política.
El recorrido de la Llama Verde fue un recurso importante para mantener el reclamo de forma innovadora en la opinión pública hasta que se realizara la marcha de Santiago, y para avanzar en la conformación de núcleos y puntos verdes en las provincias. Se pensó y consiguió que en cada comunidad donde llegara la llama se conformara un equipo gestor responsable de llevarla hasta la siguiente provincia. Esta dinámica de relevo inicia el domingo 12 de marzo en Capotillo. A partir de ese momento colocó a activistas de todas las regiones en el centro de la atención nacional, e incentivó la articulación imprescindible para el porvenir del movimiento. Saliendo en tres frentes simultáneos desde Capotillo (Dajabón), Jimaní (Independencia) y Verón (La Altagracia), la Llama Verde se constituyó en una expresión ciudadana histórica, con impacto inmediato en todos los lugares por donde pasaba su luz.
Integración de sectores populares
Interesados en que ninguna persona de los sectores marginados del país se quede fuera del movimiento y de la lucha por el fin de la impunidad, la Marcha Verde decidió abrir una línea de acción o acercamiento en los barrios del país. Todo un desafío, porque la idea es hermosa, noble, pero requiere un nivel de compromiso mayor al de la disposición de marchar por las avenidas céntricas de las grandes ciudades. La primera convocatoria fue en Capotillo, seguida de Guachupita y Los Guandules, Cristo Rey, Santo Domingo Este, Mata Hambre y otros sectores capitalinos. Con Capotillo Verde se abrió la demanda estratégica de recuperar el dinero robado en el caso Odebrecht para invertirlo específicamente en poblaciones excluidas. Ya en Santiago tienen el trabajo en los barrios como su prioridad, y están preparando amplios operativos de interacción con la población más afectada por la delincuencia política que nos gobierna. La iniciativa de Barrio Verde ha sido enriquecida por la dirigencia comunitaria de cada territorio, la cual ha decidido incluir las demandas locales al reclamo del fin de la impunidad, por considerar que la falta de servicios básicos se debe a que unos pocos se roban los recursos necesarios para mejorar la vida en común.
Expresiones provinciales únicas
Las marchas provinciales y regionales comenzaron con la de Puerto Plata (5 de marzo), llevando hasta la Novia del Atlántico el fervor verde y calentando los caminos hacia la Gran Marcha del Cibao (26 de marzo). Luego se sumaron San Francisco de Macorís (23 de abril), provincias del Sur con la marcha regional de Azua (21 de mayo), y la sorpresa multitudinaria de San Pedro de Macorís en la región Este (11 de junio). Todas han sido expresiones cívicas, ejemplares, únicas en la historia de cada provincia y región. Nunca antes los niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores de las provincias habían visto mareas ciudadanas como las de la Marcha Verde.
Cada marcha provincial o regional sirvió de escenario mediático para que la voz de la Marcha Verde se escuchara en todo el territorio nacional y en el extranjero, donde la diáspora se mantiene atenta a brindar apoyo y tomar sus propias iniciativas en ya decenas de ciudades de Estados Unidos y Europa. Las marchas han sido intensos rayos ciudadanos, concentradas ráfagas discursivas que han permitido que durante más de siete meses el reclamo del fin de la impunidad se mantenga en el centro del debate público nacional y que el gobierno del presidente Danilo Medina y las élites que le acompañan en el reinado de la impunidad operen bajo la presión y el discurso cada vez más poderoso de la calle. El movimiento ha minado las estructuras operativas y el capital político de la delincuencia política nacional.
En lo judicial e institucional
Desde el 2 de enero el movimiento verde ha alternado la movilización ciudadana ejemplar y en la calle con acciones en el plano institucional, con el objetivo de agotar las vías formales establecidas en la Constitución para luchar contra la delincuencia política que dirige el Estado. Estas acciones se realizan con la total consciencia de que el presidente Medina y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) tienen control absoluto de la Justicia, el Ministerio Público y el Congreso, pero sirven de recurso justamente para evidenciar dentro y fuera del país este control antidemocrático y la tendencia oficial a favorecer la impunidad. En este plano la Marcha Verde ha presentado instancias ante la Dirección de Compras y Contrataciones, la Cámara de Cuentas y la Procuraduría General de la República, reclamando cancelación de los contratos de la multinacional mafiosa y una investigación real. El procurador Jean Alain Rodríguez no ha dado respuesta a todas las demandas de la Marcha Verde, pero se ha visto obligado a tomar acciones que nunca antes un ministerio público peledeísta había tomado. La presión verde es la responsable de que se hayan hecho los primeros sometimientos penales de legisladores, exfuncionarios y funcionarios del más alto nivel por el caso Odebrecht. No hay dudas de que el Gobierno está maniobrando para que la empresa quede impune y para que la investigación y el proceso judicial se quede en superficialidades, en mareo mediático. Pero si la Marcha Verde consiguió en las calles que se sometería hasta un ministro y miembro del Comité Político del PLD tiene todavía grandes posibilidades de hacer cumplir su reclamo de investigar al mismo presidente Medina, a Hipólito Mejía y Leonel Fernández, por ser los mayores responsables políticos de las gestiones nacionales con Odebrecht, junto a Reinaldo Pared, Cristina Lizardo,  Abel Martínez, Rubén Bichara, Gonzálo Castillo, entre otros.
Por la vía institucional la Marcha Verde también apoyo la denuncia formal que busca la investigación del financiamiento de las campañas electorales por parte de Odebrecht. En este documento presentado por Participación Ciudadana, el Centro Juan XXIII, Santiago Somos Todos y la Fundación Masada se demuestran sólidos indicios para investigar a Medina y su relación con la constructora y el delincuente confeso que operaba desde el mismo Palacio Nacional, Joao Santana. Esa es una poderosa herramienta para el combate ciudadano en desarrollo.
Expresión histórica el 16 de julio
La Gran Marcha del 16 de julio es considerada por muchos la movilización social o política más grande de la historia nacional. Cerca de medio millón de personas procedentes de las diferentes provincias marcharon en el corazón de la capital y conformaron el mejor escenario posible para señalar al principal responsable político del escándalo de Odebrecht: el presidente Danilo Medina. A pesar de que actores de la élite económica, política, mediática y religiosa trataron todos los días de evitar que la lucha por el fin de la impunidad señalara las responsabilidades del mandatario, la magnitud de la marcha del 16 de julio fue tal que no dejó espacio a las evasivas. Frente a tanta gente y a un discurso tan claro se hizo imposible ignorar una preocupación instalada en la mente y el corazón de millones de dominicanos y dominicanas: el Presidente debe darle la cara al país, desde los tribunales, para responder por su relación con Joao Santana, el financiamiento de su campaña, la asignación del contrato de Punta Catalina y su participación en la gestión de las acciones del Ministerio Público. La denominada “Madre de todas las marchas” es hoy por hoy el referente obligado para medir los niveles de éxito de cualquier gran manifestación social o política que se convoque en el futuro.
Siembra de esperanza
En más de siete meses de existencia la Marcha Verde también se ha constituido y expresado de manera multitudinaria en la diáspora. Sus mensajes son tendencia recurrente en las redes sociales. Los grandes medios de comunicación tienen en el movimiento a un referente obligado para analizar o debatir los temas relacionados con la impunidad y la corrupción, y cada vez más el resto de la agenda pública. Pero quizás los frutos más importantes del accionar de la Marcha Verde son menos tangibles y más fácil de ignorar por la evaluación rápida o distraída.
El movimiento está contribuyendo a un cambio profundo en la cultura política de República dominicana. El mismo 2 de enero el colectivo decidió y comenzó a aplicar una política de participación que coloca a la juventud y a las mujeres en el centro de las decisiones y la visibilidad. Ningún otro movimiento social o político nacional ha permitido el rol protagónico que los jóvenes y las mujeres tienen la Marcha Verde. Basta observar que sin ningún problema la representación del movimiento en la lectura de la proclama del 16 de julio fue total y absolutamente de mujeres que participan en los espacios de trabajo orgánico del colectivo.
 El carácter asambleario y descentralizado también es un proceso educativo y transformador para quienes están dentro y fuera de la Marcha. Nadie en el movimiento puede decir que su voto o su voz vale más que la de otra persona. Ni la experiencia del pasado, ni la clase social, ni el currículo son elementos de diferenciación en el movimiento. Las organizaciones sin fines de lucro, por ejemplo, han tenido que dejar a un lado su visión de actuación por proyecto para apoyar las decisiones orgánicas les gusten o no. Algunos comunicadores sociales que apoyan el movimiento pueden hacer sugerencias o participar en las asambleas como cualquier otra persona. La teledirección no funciona; la colaboración sí, y es una especie de regla entre actores, provincias y regiones. Los espacios asamblearios verdes tienen importantes defectos a superar, pero hasta el momento son auténticos mecanismos de participación social y política.
Los anteriores son solo algunos de los logros de la Marcha Verde en siete meses. Nadie en el país tiene registro de un movimiento tan exitoso en tan poco tiempo. Este éxito está estrechamente relacionado a la indiscutible voluntad del pueblo dominicano de terminar con el régimen de corrupción e impunidad que lo mantiene en la pobreza, el desorden institucional y la vergüenza internacional. Pero a la vez es el resultado de largas discusiones, kilométricas jornadas de trabajo logístico, importantes iniciativas para no perder el ritmo ni el impulso, y una inmensa disposición de proteger el interés colectivo por encima de las siempre presentes y dañinas pretensiones personales o grupales.
Marcha Verde abrió las puertas de la esperanza a millones de dominicanos y dominicanas que creían invencible el poderío de la delincuencia política instalada en el Estado. Ha reducido significativamente la hegemonía y la arrogancia del lodazal y está mostrando un verde camino para construir los verdaderos cambios estructurales que están pendientes desde la caída de Trujillo. Nos toca a todos y todas seguir en ese camino y aprovechar la oportunidad histórica.
Los desafíos
Después de la Madre de Todas las Marchas el movimiento verde entró en una etapa de redefinición estratégica, en el que debe valorar los pasos dados hasta el momento y renovar sus formas de lucha para que en vez de reducir su impacto lo aumente progresivamente. Las marchas provinciales que se están realizando después del 16 de julio son importantes para la articulación y la promoción local de la lucha por el fin de la impunidad. Pero son un método que impacta en un parte del país mientras el resto del activismo verde no tiene un quehacer.
La Marcha Verde necesita una estrategia que le permita innovar, sorprender, ampliar su presencia y articulación en la clase media, en los sectores populares y campesinos y continuar el dominio de la agenda pública en los grandes medios de comunicación, la mayoría pasivos o de tendencia oficialista.
Es también un desafío mantener la unidad en la amplia diversidad del movimiento. Todos los sectores presentes son necesarios y en vez de prescindir de alguno se deben hacer los mayores esfuerzos para sumar a los que falten. El fin de la impunidad no se alcanza en una carrera de velocidad, sino de resistencia, de amplia y contundente resistencia a una delincuencia política que controla todos los poderes del Estado y mediante el Presupuesto Nacional tiene amarrados a importantes sectores empresariales, sociales y mediáticos.
La institucionalidad de la Marcha Verde también tiene que revisarse y modificarse, para que sea cada vez más representativa de los diferentes núcleos y asambleas locales, sin caer en la construcción de una burocracia inoperante o poco ágil. Se necesita un mecanismo nacional de coordinación rápida, que tenga representación de las regiones y provincias autónomas, y articule la agenda de las comisiones o equipos de trabajo nacionales. Marcha Verde debe tener bien definidos y disponibles espacios para que el que se quiera integrar encuentre de inmediato una tarea para fortalecer el movimiento y alcanzar sus objetivos estratégicos.
Por último, la Marcha Verde tiene la responsabilidad histórica de diseñar y comunicar a todo el país una propuesta de Programa del Fin de la Impunidad, donde señale cuáles  cambios constitucionales, legales e institucionales son necesarios para garantizar que el caso Odebrecht sea realmente el fin de la impunidad y no una batalla coyuntural. Este programa o propuesta tiene que ser el resultado de una verdadera consulta popular y ciudadana, y su discusión, de manera obligatoria, debe también mantener este carácter, de modo que el procedimiento represente el espíritu del contenido. A este Programa del Fin de la Impunidad se le debe endosar un plan de acciones que consiga materializar la propuesta, evitando que la acción sea meramente enunciativa y dependa de la voluntad política del Gobierno y de sus élites afines.
En las próximas semanas los representantes de las asambleas locales de la Marcha Verde tendrán un segundo encuentro verde para analizar estos y otros logros y desafíos, y definir el nuevo rumbo del colectivo. Estoy seguro de que el resultado será el más favorable para el movimiento y el país. ¡Juntos seguiremos haciendo Historia!

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