MADRID (AP) Una tromba de agua, que dejó lesionados a siete peregrinos, obligó el sábado al papa Benedicto XVI a suspender las palabras que tenía pensado dirigir a la espectacular marea de fieles católicos de todo el mundo congregados en España.
Centenares de miles de personas, más de un millón según los organizadores, asistieron a la vigilia nocturna celebrada en el aeródromo de Cuatro Vientos, a las afueras de Madrid, en el acto más multitudinario de los presididos por el pontífice durante la Jornada Mundial de la Juventud.
Después de un día de calor sofocante, la noche vino acompañada de una tormenta que llevó a Benedicto XVI a interrumpir la homilía, mientras su séquito trataba de protegerle del agua y las fuertes rachas de viento con cuatro enormes paraguas. Vuestra fuerza es mayor que la lluvia, dijo el Papa a los jóvenes tras amainar el temporal.
El discurso leído finalmente por el pontífice se quedó en un saludo en distintos idiomas, en el que pidió a los jóvenes que se apoyen en la fe, y sean promotores de libertad, reconciliación y paz.
La vigilia, a la que también asistieron los príncipes de Asturias, Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, finalizó con la adoración del Santísimo expuesto en una Custodia del siglo XVI, en un celebración mucho más breve de lo previsto debido a las inclemencias meteorológicas.
Los fieles aguantaron temperaturas sofocantes de 40 grados Celsius (104 Farenheit) durante el día para escuchar al Papa en una explanada equivalente a 50 campos de fútbol y sin refugios de sombra. Los bomberos usaron tanques de agua para refrescar a la muchedumbre y los servicios sanitarios atendieron a unas 880 personas por golpes de calor, lipotimias y mareos, de las que 24 tuvieron que ser hospitalizadas.
En el aguacero posterior, otros siete peregrinos resultaron heridos tras el derrumbe de un poste de luz y de varias de las carpas instaladas para la oración nocturna de los jóvenes. Según los servicios de emergencia, algunos de los afectados presentaban fracturas en nariz, clavícula y rodilla y el resto contusiones.
Pero ni el sol ni la tormenta veraniega pudieron derribar la moral de los peregrinos. Tampoco la del pontífice, quien llegó a perder el solideo papal en uno de los golpes de viento.
Hemos estado esperando este momento mucho tiempo. Al ver al Papa te llena de alegría, dijo Rosa Iriarte, una estudiante colombiana de 17 años. Es una vivencia que no vamos a olvidar. El Papa ha depositado su confianza en los jóvenes.
El mensaje del Papa ha sido claro. Una apuesta muy fuerte por el futuro y la juventud, agregó Fernando del Moral, un pastor religioso mexicano de 34 años.
A pesar de la lluvia, la mayoría de los jóvenes pasaron la noche en Cuatro Vientos para asistir a la misa del domingo, que clausurará la Jornada Mundial de la Juventud y pondrá fin a la visita de cuatro días de Benedicto XVI a Madrid.
Hemos traído en nuestras mochilas todo lo necesario para aguantar. Mate y sobre todo mucha agua, dijo Diana Cardoña, una paraguaya de 15 años. Estaremos rezando y compartiendo este momento único.
Además de la vigilia, y con un tiempo más benévolo, el Papa visitó el Instituto San José de Madrid, una de las fundaciones más prestigiosas en la atención de personas discapacitadas, y pudo saludar a varias de las personas que atiende el centro.
Horas antes, ofició una misa ante 3.500 jóvenes seminaristas a los que reclamó compromiso, austeridad y obediencia. Y, a pesar de la crisis de vocaciones que sacude Europa, señaló que el camino del sacerdocio sólo debe emprenderse si se tiene el firme convencimiento de la llamada de Dios.
Abrid vuestra alma a la luz del Señor para ver si este camino, que requiere valentía y autenticidad, es el vuestro, avanzando hacia el sacerdocio solamente si estáis firmemente persuadidos de que Dios os llama a ser sus ministros, y plenamente decididos a ejercerlo obedeciendo a las disposiciones de la Iglesia, dijo Benedicto XVI durante la misa en la catedral de La Almudena en Madrid.
Al igual que en sus anteriores discursos en el país ibérico, el Papa aludió a las críticas a la Iglesia, pidiendo a los seminaristas valor y fidelidad para afrontar los difíciles momentos que puedan plantearse en el futuro.
No os dejéis intimidar por un entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer a menudo son los principales criterios por los que se rige la existencia, afirmó.
Puede que os menosprecien, como se suele hacer con quienes evocan metas más altas o desenmascaran los ídolos ante los que hoy muchos se postran, agregó.
El pontífice fue ovacionado por los seminaristas reunidos en la catedral cuando al final de la misa anunció sorpresivamente que declarará al español San Juan de Avila doctor de la Iglesia, una de las mayores distinciones del catolicismo que se reserva a religiosos de especial influencia universal en sus escritos y reflexiones sobre la fe.