Aptitud para gobernar con vocación sucesora. Esa es la principal cualidad que entraña la postulante figura vicepresidencial. No son vanos los idénticos requisitos constitucionales, morales y éticos tanto para el candidato presidencial como para el vicepresidente, dentro de la moderna concepción de gobernabilidad.

De ahí surge la primera impresión que provoca entre los electores el candidato presidencial al momento de seleccionar su acompañante en la boleta, pues, al hacerlo, proclama que el seleccionado es también un legítimo presidenciable, quien cumple con los requisitos dimanantes de la ley y la tradición. Si llena tales expectativas, acierta; caso contrario, fracasa.

Es indudable que Danilo Medina, el candidato presidencial del PLD, no solamente ha acertado al señalar a la Primera Dama Margarita Cedeño de Fernández como su oferta electoral para la Vicepresidencia del país, -encomiable fórmula, concebida, por encima de todo, para reivindicar a la mujer dominicana víctima del expansivo feminicidio y de la violencia de género, que levantan olas de protestas por doquier-, sino que con su decisión la bautiza como legítima figura presidenciable para el futuro inmediato.

La última encuesta Gallup-Hoy acaba de respaldar la escogencia de Danilo, pero también ha develado el “fenómeno Margarita”, si se interpreta como un suceso político-electoral extraordinario que, a la mayor brevedad, ha situado a Danilo en la ruta ganadora. Siete de cada diez electores opinan que ella lo ayudará a conseguir votos. Entre los peledeístas la cifra sube al 90 por ciento. En la oposición perredeísta alcanza 50 por ciento.

El 74 por ciento de las mujeres está convencida de la contundente aportación de Margarita Cedeño, abogada eficiente y guapa -como dicen en España- desposada con el Presidente Leonel Fernández.

Margarita irá más allá del 2012.