La vicepresidenta de la República, doctora Margarita Cedeño de Fernández, logró, con su llamado a los dominicanos residentes en los Estados Unidos a votar por Hillary Clinton, la proyección en los medios digitales, radiales, televisivos y escritos que no logró ni siquiera en su campaña por la posición que ocupa.

Su estrategia, aún consciente de que provocaría reacciones encontradas, la catapultó a las primeras páginas de los medios de prensa proyectando una imagen positiva por el contenido de su discurso aunque estaba consciente de que violaba normas diplomáticas con su abierta injerencia en la política interna de los Estados Unidos.

Aunque adujo que sus pronunciamientos fueron hechos a título personal, un cargo como el que ostenta es difícil dejarlo de lado para abordar públicamente cualquier tema, aparte de que en el video difundido se destaca escrita su identificación como vicepresidenta de la República Dominicana.

Estando casada con un especialista en comunicación y estrategias políticas, amén de la amplia experiencia que tiene como abogada y en su largo ejercicio en el poder, resulta difícil interpretar la acción de la vicepresidenta de la República, como un acto de ingenuidad, mucho menos como un error político.

Su pronunciamiento contra el arrogante y peligroso empresario norteamericano Donald Trump está en sintonía con la mayoría de la gente pensante de Norteamérica, el mundo y nuestro país lo que favorece su imagen, objetivo que persiguen todos los políticos con aspiraciones presidenciales, y su caso no es una excepción.

Su estrategia fue tan bien orquestada que nadie del Palacio ni de la Embajada Americana ha censurado su indelicadeza protocolar, y las personas del pueblo entrevistadas al respecto, simpatizan con su pronunciamiento.