María Magdalena

María Magdalena

Si hay una figura que pueda simbolizar el agradecimiento entre los personajes que protagonizan las historias narradas acerca de Jesús, en el llamado Nuevo Testamento, esa tiene que ser una mujer llamada María, la Magdalena.

Después que Jesús la sana, sacando de su cuerpo los demonios que llevaba encima, no se conforma con lavarle los pies, perfumar su pelo y besar sus pies, sino que como decimos entre nosotros, la Magdalena no le pierde ni pie ni pisada a Jesús. Acompaña a Jesús, ininterrumpidamente, antes, durante y después de su muerte. Hasta la resurrección. Y logra verlo resucitado. Todo, narrado por testigos presenciales o de oídas de tales historias, como son esos comunicadores excelentes que conocemos como evangelistas.

1. El evangelista Lucas (8.2), narra que Jesús sanó a María la llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios. Lucas, en este mismo episodio dice que en el grupo  que acompañaba a Jesús, aparte de los doce apóstoles y de la Magdalena, también estaba otra mujer de nombre Juana, a la que identifica como “la esposa de Cuza, el que era administrador de Herodes”. También estaba en el grupo Susana, “y muchas otras que los ayudaban con lo que tenían”. Queda dicho: la Magdalena estaba entre las mujeres que seguían a Jesús y entre las que lo ayudaban.

2. Lucas hace esta narración, después de explicar el episodio ocurrido en casa de Simón, el fariseo al que Jesús le aceptó un almuerzo. Y que a esa casa, en ese momento, llegó “una mujer de mala vida, con un frasco de perfume”. Esta mujer, llorando, se puso a los pies de Jesús, los bañó con lágrimas y los secó con sus cabellos, los besó y derramó sobre ellos el perfume. El espectáculo hizo que Simón, el fariseo, dudara que Jesús, al aceptar el tratamiento de esa mujer de mala vida, fuese en realidad un profeta que no se diera cuenta de la situación. Jesús llamó la atención de Simón el fariseo y anotó el contraste del tratamiento exquisito que le dio esa mujer de mala vida, con la relativa poca atención que le otorgó el dueño de la casa. Allí, Jesús perdonó los pecados de esa mujer, aunque fueran muchos. Y resaltó, según el evangelista Lucas, que al que amó mucho, se le perdonó mucho.

3. Mateo, mi evangelista por excelencia, narra (27-55, y 56) que al momento de expirar Jesús, en la cruz, “estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea y que lo habían ayudado”. Una de esas mujeres era María Magdalena. Y también María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

4. Marcos, el otro evangelista, coincide en la narración de este episodio (15-40 y 41). Resalta la presencia de la Magdalena. Solo que agrega que había en el lugar, también muchas otras mujeres que acompañaron a Jesús, además de las que estuvieron en Galilea, las que lo siguieron a Jerusalén, entre ellas señala a Salomé.

5. El evangelista Juan nos informa, hablando de ese mismo pasaje (19-25), que aparte de María Magdalena, estaban allí, la madre de Jesús, y la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás.

6. Si volvemos a Mateo (27-61), vemos que sepultado Jesús, y colocada una gran piedra para clausurar el sepulcro, se que, allí, sentadas frente al sepulcro, “María Magdalena, y la otra María”.

7. Es Marcos, quien aquí ratifica (15-47), que “María Magdalena y María la madre de José (a quien Mateo solo identifica como la otra María), estaban allí, “mirando donde lo ponían”, el cuerpo de Jesús.

8. Mateo refiere con precisión (28-1) un día después del sábado, “María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro”.

9. Marcos también (16-1), dice que pasado el sábado, María Magdalena, y María la madre de Santiago, y éste agrega a Salomé, señalando que esas mujeres “compraron perfumes para perfumar el cuerpo de Jesús”. Fueron al sepulcro, lo encontraron abierto,  y no encontraron el  cadáver de Jesús, sino a un joven que les informó que Jesús había resucitado. Las mujeres se fueron asustadas, llenas de miedo.

10. Lucas narra (24-10) que “las que llevaron la noticia a los apóstoles fueron María Magdalena, Juana, María madre de Santiago, y las otras mujeres”. Los apóstoles no creyeron a las mujeres, sino que estimaron era una locura.

11. Juan, el evangelista, dice (20-1) que el día después del sábado “María Magdalena fue al sepulcro muy temprano” y lo encontró abierto y vacío.

12. Fue ante estas mujeres, después que se habían ido del sepulcro, con miedo y alegría a la vez, que Jesús se presentó. “Ellas se acercaron a Jesús y lo adoraron, abrazándole los pies…”, según el evangelista Mateo (28-9). Entre esas mujeres estaba la Magdalena, testimonian los otros evangelistas.

13. “Después que Jesús hubo resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios”, testimonia Marcos (16-9).

14. Es Juan el evangelista el que (20-11 al 18) narra cómo María se quedó fuera del sepulcro, llorando. Vio dos ángeles dentro del sepulcro. Y luego vio a Jesús y habló con él creyendo que era otra persona. Hasta el mismo Jesús la encontró llorando y la llamó por su nombre ¡María! Ella le respondió llamándole ¡Maestro! Jesús le pidió que lo retuviera porque todavía no se había presentado ante el Padre, Dios. Le pidió también que fuera y contara a los demás apóstoles y seguidores lo que había visto. “María Magdalena fue y contó…”

Jesús quiso dejarnos a la Magdalena para múltiples interpretaciones de fidelidad y agradecimiento.

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