Ella es una de las niñas que salió de la calle gracias a Muchachos y Muchachas con Don Bosco
Muchachos y Muchachas con Don Bosco cambió la vida de María Manzueta. Gracias al programa, dice convencida, estuvo lejos de lo que le ofrecía el barrio en que vivía: un embarazo adolescente, muchos vicios de todas las clases, mala vida y miseria.
María forma parte de los 60,000 niños, adolescentes y jóvenes que han pasado por el programa que impulsan los salesianos. Con 12 años fue sacada de las calles del barrio La Fuente, donde vendía flores y palomitas, para entrar al programa Canillitas con Laura Vicuña.
Hoy, a los 32 años, trabaja en una importante institución financiera y está recién casada con Paolo Cruz.
Parte del éxito que hoy disfruta, asegura, es responsabilidad de las monjas salesianas: ellas le enseñaron a tener disciplina y entender que la educación es el camino para salir adelante.
En las calles. A pesar de que vendía en la calle, María explica que siempre estaba cerca de su casa. “Las palomitas de maíz las vendía en el mismo barrio. Yo las hacía, las entraba en funditas y las llevaba como en una poncherita e iba por el barrio y las vendía”, indica.
Como trabajaba en su sector, afirma que nunca estuvo en peligro ni sintió miedo. “Siempre volvía a mi casa sana y salva”, sostiene y agrega que generalmente se iba con alguna amiguita.
Al preguntarle por lo que decían sus padres, María sostiene que la dejaban vender porque lo hacía tras salir de la escuela.
Respecto al dinero, señala que le gusta aportar a la casa, así que a sus escasos años le daba una parte a su mamá. “Quizás dejaba algo para yo comerme un chicle porque al final la venta de palomitas dejaba unas ganancias mínimas, no era tanta cosa: dejaba algo en la casa y lo otro para mi bolsillo”, abunda.
En torno a la situación económica de su familia por entonces, María explica que tenían comida, vivienda y ropa pero “no era bonita”. “Eso llegaba a través de mucha precariedad, mucha lucha, y el que yo pudiera desde ese mismo momento identificar algo en lo que yo pudiera trabajar y quizás conseguirme dos o tres pesitos ayudaba”.
Pese a ello, María resalta que sus padres, Alejandro Manzueta y Tomasina de los Santos (fallecida), le dieron algo muy importante: formación familiar. Esta, unida a la de los salesianos, ha sido fundamental para ella.
El programa. María conoció Muchachos y Muchachas con Don Bosco cuando tenía 12 años gracias a unas primitas que ya formaban parte de él. “Esa fue mi segunda casa: yo salía de la escuela, hacía lo que tenía que hacer en la casa e inmediatamente me iba al plantel: dejé de estar en la venta en la calle y me concentré en otras actividades”.
Esas otras actividades eran unos talleres tan diversos como la repostería, las manualidades y el voleibol. “Recuerdo mucho el de etiqueta y protocolo que me sirvió muchísimo en lo adelante”, afirma y a seguidas apunta que también amaba jugar voleibol con las demás chicas.
Lo que más valor. El programa significaba mucho para María, pero tuvo que dejarlo cuando comenzó a estudiar en el Instituto Politécnico Pilar Constanzo porque recibía clases durante todo el día.
Quince años después de haberse marchado, María sigue agradeciendo la formación que recibió allí: la parte cristiana, la catequesis, fue una gran base que “me serviría más adelante”.
“Esa formación cristiana, gracias a Dios, vive conmigo siempre. El es a quien uno al final le agradece todo porque al final Dios es que decide si sí o si no”.
Otro aspecto que María resalta es la formación en valores. “Las monjitas te hablaban con la verdad y con la realidad. Yo recuerdo a sor Alba, que siempre me hablaba mucho de la familia, aún ella siendo monja, que siempre me decía: si vas a formar una familia, hazlo bien. Cásate, si tú quieres tener hijos tenlos, pero que sea en un orden”.
Su vida profesional. María fue una de las protagonistas de un anuncio de Muchachos y Muchachas con Don Bosco y, además, fue la imagen del mes de febrero del calendario del año 2010. El anuncio decía que ellos veían a una diseñadora de interiores en cada niña que vendía flores en las calles. María, sin embargo, prefirió la contabilidad.
Tras explicar que en el politécnico hizo el bachillato en contabilidad, María indica que sus notas hicieron posible que recibiera una beca para estudiar contabilidad en Unapec.
Un año y tres meses después entró a una institución financiera en la que ahora es subgerente de análisis de crédito empresarial y corporativo.
“Entré como agente de call center. En el trampolín de la carrera fui avanzando, después pasé al servicio al cliente, después pasé a analista de créditos pequeños, después de créditos más grandes, y ya después de graduada pasé por varias áreas del departamento de pagos, que ahí veía muy de cerca la contabilidad; después pasé a ser analista de créditos personales”, recuerda María.
ZOOM
Se puede
Además de su trabajo, María hace voluntariado. Eso la llevó, por coincidencia, a ofrecer una charla a las niñas del programa en 2019. “Yo les decía a ellas estudien, prepárense, yo estuve ahí sentada y se puede”, recuerda. María sabe muy bien que los niños del programa en ocasiones se preguntan por qué están ahí, se preocupan y se ponen tristes porque no tienen lo que quieren o porque quisieran vivir como otros niños. “En ese momento estuve nostálgica porque me dije: guao, yo estuve ahí sentada y ahora estoy enfrente diciéndole a las niñas lo que quizás en algún momento también me dijeron a mí. Es decir, que sí se puede: eso es disciplina, trabajar”, concluye.
La clave del éxito
María es de las que creen que con sacrificio y tesón se puede lograr lo que sea. Pero además, como buena creyente, asegura que actúa con la fuerza que Dios le da y que hasta el momento la vida le ha sonreído: “me ha ido bien, ha valido la pena todo lo que hecho hasta este momento”.