El 7 septiembre se conmemora el 69 aniversario de la desaparición física de María Montez, la Reina del Tecnicolor del Hollywood de los años 40. La primera dominicana que pudo lograr ser estrella de cine en Hollywood.
Nuestra María Montez, fue como ha sido ampliamente reconocido, una de las primeras latinoamericanas en obtener tan anhelado reconocimiento en este ámbito.
La Montez, denominada la Sirena de Hollywood, por su escultural figura, era originaria de una provincia de la República Dominicana, Barahona, donde pasó los primeros veinte años de su vida, un tanto distante del glamour y otros elementos propios del ambiente de la “meca del cine”.
Ocho años después, llegó a Hollywood, donde compitió hábilmente por el estrellato y lo consiguió, a pesar de la magnitud de los obstáculos que la separaban de su triunfo.
Su filmografía consta de veintiún filmes estadounidenses, dos franceses y tres italianos, que componen el significativo número de veintiséis películas, gracias a las cuales el nombre de nuestro país figura en casi todas las enciclopedias e historias sobre el séptimo arte que existen en la actualidad.
La diva nacional (María Montez) era poseedora de una belleza sin par, entre cuyos atributos se destacaba una tonalidad de piel “ligeramente dorada”, que armonizaba muy bien con el tecnicolor, razón por la cual se le otorgó el título de “La Reina del Tecnicolor”, con que se conoció a nivel global.
En 1944, consolidada en los estudios de la Universal, gozaba del privilegio de ser considerada “la figura hispana más destacada del Hollywood” de esa época (según George Hardley García).
A esta brillante etapa de su carrera corresponden las películas “Ali Baba and the Forty Thieves” (Alí Babá y los cuarenta ladrones), cuyo director fue Arthur Lubin, y “Cobra Woman” (La Reina de Cobra), dirigida por John Rawlings.
Hoy en día, esas dos películas, así como “Arabian Nights” (Las mil y una noches), de 1942, dirigida por John Rawlings, con la que logra convertirse en estrella de cine, todas de la Universal Pictures, son calificadas “clásicos en su género” y exhibidas en salas de arte y universidades en los Estados Unidos.
En aquella etapa de su carrera cinematográfica su coestrella fue Jon Hall, a quien por ese mérito le fue otorgada una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, mientras que María Montez aún no la tiene.
Max Ophüls fue el más distinguido de todos los directores para los que actuó durante su carrera. Su película “The Exile” (“El desterrado” o (“La Caída de un reino”) rodada en Hollywood en 1946, fue dirigida por esa personalidad de la cinematografía mundial. La película, “Il Ladro di Venezia” (El ladrón de Venecia), dirigida por John Brahm y rodada en Italia en 1950, y el filme francés “Portrait d’un assassin” (Pasión prohibida) de 1949, dirigida por Bernard Roland, resumen las mejores actuaciones de su vida artística.
La Montez incursionó en teatro con la obra “L’Ile Heureuse” (La isla feliz), que fue estrenada en París en enero de 1951 y presentada en las principales capitales europeas.
Desde los albores de su juventud, en María se conjugaron en forma excepcional dos grandes vocaciones: su afición por la lectura y por el arte de escribir, y su gran deseo de llegar a ser actriz de cine.
Inicialmente, sus inquietudes literarias quedaron plasmadas en la revista dominicana “Páginas Banilejas”, en la cual fueron publicadas varias poesías de su autoría. Mientras triunfaba en el cine, María escribió tres libros y numerosas poesías, entre ellas “Crepúsculo”, la cual ganó el premio otorgado por la Asociación “The Manuscripters”, así como un sin número de artículos periodísticos escritos en cuatro idiomas. También escribió las canciones “Doliente” y “Midnight Memories”.
“Forever is a Long Time”, “Hollywood Wolves I Have Tamed” y “Reunion in Lillith”, son los títulos de los libros escritos por la actriz. A diferencia de los dos primeros, el último de estos libros no llegó a ser publicado.
Recuerdo de su legendaria belleza son las pinturas al óleo de tres famosos artistas de la época: McClelland Barclay, Erust Van Leyden (cuyo dominio del arte de la pintura era genial) y Frederick Sprague.
Deuda de RD con su diva nacional. Es lamentable que sean los fanáticos de María Montez, de diversos países, quienes manifiesten su preocupación por la ausencia de la estrella que le corresponde a María Montez en el Paseo de la Fama de Hollywood, mientras su coestrella en sus filmes en tecnicolor, Jon Hall, por ese solo mérito ya la tiene.
Los clubes de fanáticos de la Reina del Tecnicolor aseguran que el Consulado Dominicano en Los Ángeles no ha podido someter la correspondiente solicitud, que evidentemente lleva décadas, por no haber contado aún, según dicha fuente, con el indispensable aval (que incluye el “royalty” correspondiente) de parte de las autoridades de nuestro país.
Sus orígenes. Nació en Barahona como María África Gracia Vidal (1912-1951) y ganó fama y popularidad en la década de los años 40 como una belleza exótica, al protagonizar una serie de películas de aventuras, rodadas en tecnicolor, sobre temas vinculados, generalmente, al Oriente Próximo. Su filmografía cuenta con 21 películas estadounidenses, dos francesas y tres italianas.
Falleció trágicamente el 7 de septiembre de 1951 en la plenitud de su vida artística y personal, en París, donde vivía con su esposo, el destacado actor francés Jean Pierre Aumont y la única hija del matrimonio (también actriz) Tina Aumont, ambos ya fallecidos.
Otros detalles al respecto se encuentran en la obra María Montez Su Vida de la autoría de quien suscribe.