María Palacios de Yamamoto, sus ojos dan luz a los que no pueden ver

María Palacios de Yamamoto, sus ojos dan luz a los que no pueden ver

POR SUSANA VERAS
SANTIAGO.-
Tratando diariamente de romper barreras, María Palacios de Yamamoto es una de esas tantas  “heroínas anónimas” que tiene nuestra comunidad. De esas personas que detrás de los escenarios de la vida, dejan huellas visibles de servicio, en trabajos y posiciones, tenaces y de gran valor. 

A leguas se identifica su plenitud por la vida, su alegría y principalmente sus conocimientos dedicados al  trabajo social y a la lucha por la igualdad, como esas pequeñas “hormiguitas” laboriosas en sus grutas, en una labor virtuosa, detrás y con gente que no tiene acceso al mundo, al color y que no pueden ver, ni siquiera a las personas que aman: los ciegos.

Aquí, su historia comienza tras la incorporación en Santiago, hace 18 años, de la filial del Patronato de Rehabilitación de Ciegos, posición que aceptó por la recomendación de su amiga, Margarita Corominas (fallecida), quien al llevarla a la institución le dijo: “Tú eres la persona indicada”.

Desde entonces ha encontrado en el Patronato de Rehabilitación de Ciegos un segundo hogar y un lugar perfecto para conjugar el servicio, el trabajo y la solidaridad a personas discapacitadas por la ceguera, actividad para la que según expresó, se necesita de una sensibilidad especial.

“Aunque resulte difícil de entender, no todo el mundo tiene la capacidad de realizar este trabajo que es básicamente de servicio y de entrega; si se anda detrás de bienes materiales, no puede dedicarse a esto, ya que se requiere un toque humano, del alma y de desinterés para poder penetrar en sus sentimientos, en sus emociones y a la vez tratar de buscar fórmulas para ayudarlos  a penetrar en la sociedad y esto no es fácil, porque hay que romper muchas barreras”.

María Palacios de Yamamoto precisó que aún en nuestras sociedades, para muchos un ciego “es menos que cualquier cosa”, y es por eso que tratan, desde esta institución, rescatar la dignidad de estas personas”, y para lograrlo debemos primero creer en estas gentes, lamentablemente estamos inmersos en tiempos muy convulsos y andamos preocupados por otras cosas.

Como directora ejecutiva de la institución tiene a su cargo una serie de proyectos técnicos, financieros y administrativos, que tienen como objetivo gestionar y coordinar que las personas ciegas adultas logren su independencia y que se integren de una manera digna a un trabajo y a los medios de producción.

“Nuestro sueño es que las personas ciegas puedan desplazarse solas y que aunque en algunos momentos necesiten ayuda, estén en la capacidad para manejarse en sus actividades cotidianas, como su aseo personal, el arreglo de una casa, la preparación de sus alimentos; pero principalmente que desarrollen  sus sentidos… remanentes como el oído, el tacto, el olfato y que se sientan plenos a través de la productividad y la posibilidad de mantener una familia”.

María Palacios Yamamoto dirige una filial que se mantiene con autonomía y para la ejecución de sus programas cuenta con un personal altamente capacitado y calificado en diversas áreas, pero entrenados para enseñar a personas con esta discapacidad. A ellos también se les ofrece enseñanzas especiales en áreas básicas de ciegos y otros proyectos manuales, buscando como objetivo principal el entrenamiento en sí de los ciegos y el desarrollo de su habilidades, con proyectos vendibles, como carpintería y masajes profesionales.

En carpeta está en estudio el inicio de un Centro de Masajes Profesionales, que estaría dirigido y ejecutado por ciegos y que funcionaría en su local en la Urbanización Las Américas. Para esto cuenta con la asesoría del técnico japonés Koyi Fuyiki.

UN GRAN SUEÑO

Paradójicamente, los sueños de María Palacios de Yamamoto son contradictorios con la filosofía de la institución a la que ha dedicado casi dos décadas de su vida, pues ella “quisiera que no hubiera ciegos y se encontraran las formas humanas y científicas para curar la ceguera, pero sueño además con que la sociedad respete y reconozca que una persona que tenga una limitación,  es una persona que tiene derechos y necesita respeto, que es una persona igual que tú, y que yo, y es un hijo de Dios”.

Entiende que ese sueño es difícil, “ya que nuestra sociedad es una sociedad de discriminados, no sólo los que padecen discapacidades, sino los gordos, los negros, pero todos somos iguales, son situaciones que pueden pasarnos a cualquiera. Esto debe empezar por las familias, aceptando primero estos miembros con características especiales”.

Dentro de sus vivencias y con miles de anécdotas que compartir, María Palacios de Yamamoto reconoce que hay signos característicos de la mayoría de personas que padecen ceguera y es que tienen la capacidad de ser alegres y de sonreír, “a diferencia de muchos que tienen sus cinco sentidos muy bien puestos” y esto es muy motivador, que ellos disfrutan mucha la vida “y es una lección para no darle pie a la tristeza”.

Señala que muchas veces y, fruto de la cotidianidad y los quehaceres, pasa por momentos difíciles, pero se reconforta “y no debo estar triste”, pues ellos casi siempre están muy sonrientes, compartiendo un buen chiste.

De manera directa Palacios de Yamamoto tuvo que lidiar con su padre que sufrió ceguera recuperable, sufrió de cataratas por la edad y cuando estuvo con él nunca pensó que trabajaría con ciegos, pues estaba muy pequeña.

A nivel de organizaciones que tratan discapacidades, ella se une a la lucha para que se legisle en la regulación de la industria de la construcción, para la existencia de menos obstáculos, entre los que citó teléfonos públicos mal ubicados, rampas inadecuadas, parqueos y entradas.

A la vez instó a las empresas públicas y privadas a comprometerse y dar facilidades a los discapacitados para que tengan más acceso y contratos en posiciones laborales que puedan llevar a cabo.

TRABAJO INTERNO

Hay diferentes vías para lograr la detección de los ciegos, muchos llegan por referencia de algún amigo o familiar, pero además son realizadas una serie de campañas y entrega de volantes en escuelas, clubes, iglesias, consultorios oftalmológicos y un programa rural, donde son establecidos puntos y fichas de inscripción.

De manera directa trabajan con unas 90 personas en programas individuales, ya que cada persona tiene establecida su hora, por lo que cuentan con profesores y personal itinerante o rehabilitadores comunitarios que van a las casas en zonas rurales, ya que muchos no tienen los recursos para llegar a la ciudad.

PERFIL

María Palacios Gómez de Yamamoto es nativa de Santiago. Su madre, Juana Gómez, dominicana y su padre Rafael Palacios, puertorriqueño, ambos fallecidos.

Está casada con el japonés Kenzo Yamamoto, con quien procreó a Raúl Kenyi, Rafael Hiroyuki, Raimundo Yoshiro y Virginia Midori.

Sus estudios primarios los realizó en el Colegio San José, San Francisco de Asís y el Politécnico Femenino Nuestra Señora de Las Mercedes, de Santiago.

Realizó una licenciatura en Educación en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, también una maestría en Administración de Empresas en la Universidad Tecnológica de Santiago (Utesa) y se ha especializado en Educación Especial en el Grupo Latinoamericano de Rehabilitación Profesional, en Colombia; en el Comité Pro Ciegos, de Guatemala, y en otras instituciones afines de Venezuela, Brasil y Panamá.

A CORAZÓN ABIERTO

Un libro: María es una soñadora y quedó marcada con El Quijote, de Miguel Cervantes, pero reconoce la calidad de libros como El Caballero de la Armadura Oxidada, así como una recopilación de anécdotas y parábolas titulados La culpa es de la vaca, Los Miserables, de Víctor Hugo y todos los textos de crecimiento como Verónica decide morir, de Paulo Coelho.

Se define: como una persona emprendedora, organizada, trabajadora y muy soñadora. Además es práctica, solidaria y trabajadora.

Un país: definitivamente la República Dominicana, “y más que un país, una ciudad, es patológico, soy enferma con Santiago”.

Una comida: la mediterránea, le encanta un “locrio”.
Un color:  verde
Una canción: “Color esperanza”, de Diego Torres
Una hora: las seis de la tarde, pues siente mucha serenidad en su vida.
Un consejo: “Siempre he creído que hay que ser optimista y todo se puede, sólo hay que intentarlo, creerlo y tenerlo en el corazón.”

Le gustaría que la gente la recuerde siempre como una persona muy alegre.

Entre virtud y defecto: es una persona muy tenaz, ordenada y perfeccionista y un poco acelerada e impaciente.

Dios: es su norte.

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