Mariano Defilló Ricart

Mariano Defilló Ricart

A los 77 años de edad murió el reconocido cardiólogo internista Dr. Mariano Defilló Ricart, quien se desempeñó en algunas salas como jefe del Instituto de Cardiología; además desarrolló una fructífera labor docente con investigaciones clínicas que dejaron huellas indelebles en el hospital Robert Read Cabral con reformas y numerosas publicaciones académicas que se encuentran en los archivos como un legado que perdurara a las nuevas generaciones.

Hoy la sociedad dominicana ha perdido un gran hombre. No vale la pena enumerar su extenso curriculum vitae, si lo comparamos frente a la gigantesca figura que desempeñó como profesional. A lo largo de su trayectoria demostró que lo grande de su obra fue la entrega permanente de sus auténticos ideales y tesonera transmisión de sus conocimientos al trabajo de una forma tenaz e incorruptible apegado a los principios morales con el respeto merecido a los valores humanos.  Vayan estas cuartillas para expresarle unas palabras de condolencias: a su esposa, hijos y hermana, por el dolor que produce la pérdida de un ser querido, cuando se siente la tristeza de su ausencia porque le han robado el tiempo que deseaban pasar con él.

Ahora bien, como médico permítame expresarle que uno no tiene previsto la aplicación en el armamentaria farmacológico, del episodio real e ineludible de la muerte, muchas veces nos coge de sorpresa y nos arrebata los seres que más queremos en la vida (recordemos que la vida no se compra).  Por lo antes dicho, desafortunadamente no tenemos ninguna acción codificable para comprender el porqué nadie es eterno. Esa aceptación con entrega voluntaria de conformidad, nos conduce a resignarnos como una fase de meditación para soportar con tolerancia y paciencia, el aprender lamentablemente a decir un adiós no repetitivo, guardando en nuestras memoria solamente los momentos vividos con el ser querido como uno de los tesoros más apreciados que nos regaló durante su estancia de vida.

En fin, ya no tenemos a Mariano, le llegó el momento de obedecer para cabalgar en la ruta de la morada celestial a darle el abrazo definitivo a nuestro Dios y Señor. Paz a sus restos.

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