A pesar de haber sido convocado por primera vez el Consejo Nacional de Migración y distribuir entre sus miembros una serie de responsabilidades que deberán cumplirse en unos plazos establecidos y luego de eso dar inicio al “Corte del Tribunal Constitucional y de la JCE”, entiéndase al Plan Nacional de Regularización de Extranjeros (aunque dominicanos serán las verdaderas víctimas), la hasta ahora infuncional Dirección General de Migración en complicidad con la “infalible” Junta Central Electoral despojaron de la nacionalidad dominicana a la señora Marie Desir, quien tristemente será recordada como la primera víctima de la inhumana sentencia 168-13.

Con sano orgullo recuerdo la primera mujer dominicana en tomar las armas para defender la patria, a decir, doña Baltazara de los Reyes, a Ercila Pepín la primera mujer maestra en nuestra amada tierra, Evangelina Rodríguez nuestra primera mujer graduada como doctora en medicina, María Montés la primera dominicana que llega y triunfa en Hollywood y otras tantas que abrieron las puertas de esferas vedadas a nuestras honorables féminas.

Sin embargo, el que este democidio jurídico haya iniciado con una mujer dominicana, duplica la ignominia del esperpento evacuado por el TC.

Al leer las lacónicas líneas que publico el día de hoy, los apologistas de la sentencia 168-13 argumentarán que la misma señora Desir coincidió con sus verdugos (en un padecimiento repentino del Síndrome de Estocolmo) respecto al origen de sus documentos.

Pero ¿qué más podía hacer esta humilde dominicana? pues al verse impedida de obtener otros documentos necesarios para disfrutar de derechos propios de una empleada, no tuvo otra alternativa que ceder ante la mano opresora del omnímodo poder.