Marien a. Capitán – Ecos de democracia

Marien a. Capitán – Ecos de democracia

Han pasado cuatro días desde que la República Dominicana escuchó cómo el eco de la miseria y la indignación se hacía sentir en las urnas electorales. La gente habló, en nombre del estómago y el bolsillo, y demostró hasta qué punto está cansada de las “estrategias” económicas de un gobierno que ha sido muy, pero muy mal asesorado.

Aunque ya no es momento de buscar culpables –a lo hecho pecho, dicen algunos–, sería oportuno reparar en algunos detalles. Para empezar, es justo reparar en lo que nos quieren vender los pro hombres del país: la actitud “democrática” del presidente Mejía al aceptar el triunfo de Leonel Fernández.

Sin temor a ser injusta, yo pregunto si Hipólito hubiera tenido esa misma actitud si monseñor Agripino Núñez Collado no se quita la sotana para empantalonarse y exigirle que respete la voluntad del pueblo. Junto a él, como modernos mosqueteros, los representantes de la OEA y el cuerpo diplomático del país.

Era mucha la presión. A Hipólito, aunque no quería soltar el carguito, no le quedaba más remedio que rendirse: la victoria del pueblo fue aplastante. El dominicano, harto de padecer, decidió castigar a su verdugo. Para lograrlo, sin que cupiera ninguna duda y despejando la posibilidad del fraude que se quería montar, decidió votar masivamente.

Demasiada gente le dijo al Presidente que ya no le quiere. Demasiada gente le obligó a encarar la realidad; demasiada gente, aunque suene injerente, observaba el proceso para que no hubiera trampas ni tramas que lamentar.

Visto el caso, y sabiendo que le hervía la hiel al saberse perdedor, sabemos que Hipólito Mejía asumió su derrota porque no le quedaba más opción. Esa, ahora, debe ser una experiencia aleccionadora (para todos, no solo para el PRD).

El pueblo llano ha demostrado que es el único que puede decidir si alguien se queda o se va. Que es en las acciones, en lo que se haga durante cuatro años, donde está el gancho para lograr una reelección. Ningún gobierno ha logrado sobrevivir cuatro años sin quemarse. Ninguno ha logrado darnos una razón convincente para quedarse.

No sabemos aún si Leonel querrá hacerlo. En ese caso, tendrá que comenzar por pensar en armar un gabinete nuevo, sin caras conocidas o, al menos, con las que no hayan salido achicharradas de su gestión anterior.

Volviendo con el PRD, sólo resta decir que está demostrando que cuenta con un liderazgo que carece de sentido común. ¿Cómo, saliendo de una derrota electoral, han sacado a la única pieza que quedó limpia y victoriosa en el partido? Nunca he comulgado con Hatuey Decamps pero, ante la guerra blanca, tengo que decir que es de los pocos que quedaron libres de culpa. Así, a golpe de verdades, se convirtió en héroe. Ahora lo convertirán en víctima y, posteriormente, en santo (ser mártir dignifica).

Otros, como él, han sido acusados de traicionar al partido. Traicioneros, sin embargo, han sido los que se han vendido a costilla del oportunismo. Traicionero fue el Presidente, que ha destrozado el partido por el afán de quedarse. Los demás, como Rafael Flores Estrella, son baluartes de la dignidad. Ellos, al menos, no se tranzan por cualquier cosa.

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