Marien A. Capitán – ¿Más botellas políticas?

Marien A. Capitán – ¿Más botellas políticas?

La República Dominicana enloquece. Sollozando, tiene que ver cómo se gestan varias intentonas en su contra. Una de ellas, como lamentablemente suele suceder, pulula por los escritorios de la cámara del Senado, un organismo que nunca se cansará de sangrarlo.

Un genial congresista ha llegado a la conclusión de que la provincia de Santo Domingo se tiene que dividir, una vez más, para hacer de ella tres provincias nuevas. Supongo que, como ya tenemos tres municipios y un Distrito Nacional, lo que se pretende es elevar a provincias los municipios de Santo Domingo Este, Santo Domingo Oeste y Santo Domingo Norte. Además, aunque no se mencione demasiado, hay que apuntar que también quieren convertir a Haina en una nueva provincia.

Al escuchar la propuesta, hecha por el senador Tunty Rutinel, no podía salir de mi asombro: cuando todavía ni siquiera terminamos asimilar el que nos hayan dividido el Distrito Nacional, ahora nos quieren hablar de nuevas demarcaciones y/o elevaciones de unos municipios que no nos han aportado absolutamente nada.

Intentando encontrar una explicación convincente a esta hermosa pieza congresional, se me ocurre pensar que lo que se busca con el proyecto es extender aún más los alcances del hemiciclo. Porque, ¿qué pueden aportar las cuatro nuevas provincias? Que tengamos más diputados, más senadores y más regidores.

Creo, sin temor a equivocarme, que la verdadera razón de todo esto es contar con más comensales que puedan disfrutar a plenitud del banquete que les ofrece el poder. Necesitan más puestos, más motivos para que se alegren los compañeros de partido.

En momentos como estos, en los que vivimos una crisis que ha convertido nuestros hábitos normales en costumbres propias de tiempos inmemoriales, me parece absurdo pensar en que tengamos que disponer de más ingresos para poder cubrir la extensa nómina del Congreso Nacional.

Amén de que no recuerdo cuál fue la última ley que nos haya tocado por lo beneficiosa que pueda ser para el ciudadano común, resulta indignante que la clase política pretenda continuar sirviéndose de nosotros como si fuéramos una turba de pendejos que no sabe cómo defenderse.

Nos hablan de un posible aumento del ITEBIS, de que el gobierno necesita recaudar el 20% de la producción nacional y de los miles de millones de pesos que tenemos que pagar a causa de las estafas de la banca nacional. En ese contexto, ¿quieren fastidiarnos más?

Hace poco vimos que los médicos se pusieron en huelga. ¿Solución? Incrementar los impuestos para solventar sus aumentos de sueldo. Pero, ¿no es mejor que eliminen las miles de botellas que hay en la nómina gubernamental?

También podría perseguirse la corrupción, evitar que se malversen los fondos del Estado y que no haya periodistas ni funcionarios que se queden con nuestro dinero en el bolsillo. El presidente, por ejemplo, podría disminuir sus gastos, mientras que la Junta Central Electoral podría dejar de darle tanto dinero a los partidos y hacer un acto de austeridad que nos daría mayor tranquilidad (una campaña más corta, con menos bombardeo publicitario y menos mítines que alteren nuestros días).

Comprando menos jeepetas, gastando menos en escoltas, invirtiendo menos en las Fuerzas Armadas y construyendo menos casas campestres para alegrar a funcionarios y relacionados se puede comenzar a crear una fuente de ahorro que aliviaría bastante nuestras dilatadas economías.

Medidas como estas, para solo mencionar algunas, serían muy productivas a la hora de buscar fuentes para recaudar más dinero. Por ejemplo, también podríamos disminuir las pensiones vitalicias de quienes pasan tres días en algún cargo gubernamental y continúan cobrando como si estuvieran desempeñando algún trabajo.

Por decir una última cosa, porque no los deseo cansar, podría ser buena idea que tengamos menos senadores, menos diputados y menos regidores. Con menos puestos – es decir, menos gente que ande inventando disparates- lograríamos tener una nómina más sana y una sociedad que no tenga que vivir de susto en susto con cada nueva propuesta que haga el Congreso Nacional.

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