La ultraderechista Marine Le Pen, que este domingo se clasificó para la segunda vuelta de las presidenciales galas frente al liberal Emmanuel Macron, pidió el voto a todos aquellos que no han apoyado al candidato a la reelección en la primera ronda.
“El próximo día 24 se juegan dos visiones de la sociedad, la de la división y el desorden o la de la unión de los franceses en la justicia social y la protección. Todos los que no han votado a Macron están invitados a sumarse a esta unificación”, dijo Le Pen, que rondó el 25 % de los sufragios, según las estimaciones, tres puntos menos que el actual presidente.
Macron, en el poder desde 2017, recaba entre 27,6% y 29,7% de votos, seguido de Le Pen (23,5% y 24,7%). El izquierdista Jean-Luc Mélenchon (19,8% y 20,8%) se quedaría a las puertas de la segunda vuelta del 24 de abril.
La votación, celebrada tras una atípica campaña marcada por la invasión rusa de Ucrania, agudiza además el declive iniciado en 2017 de los partidos tradicionales -los socialistas y Los Republicanos (derecha)-, que lograrían menos del 10% de votos en total.
Todo ello en un contexto de mayor abstención. La participación en la primera vuelta a las 17H00 era del 65%, 4,4 puntos menos que en 2017 a esa hora y 6,55 puntos más que en 2002, año con el récord de abstención en una presidencial, según cifras del ministerio del Interior. Los politólogos temían otro máximo.
Los franceses tendrán ahora en sus manos escoger qué rumbo toma Francia hasta 2027, una decisión que podría implicar un cambio en las alianzas internacionales de esta potencia nuclear y económica si Marine Le Pen sale elegida.
La candidata de la Agrupación Nacional (RN), de 53 años, propone abandonar el comando integrado de la OTAN, que fija la estrategia militar de la Alianza, y su elección asestaría otro revés a la Unión Europea tras la reeleción del húngaro Viktor Orban.
La coyuntura internacional no es la principal preocupación de los franceses a la hora de votar. La pérdida de poder adquisitivo es desde hace meses la principal inquietud, agudizada por el alza de la energía tras la guerra en Ucrania.
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Le Pen apostó así por presentarse por la defensora del poder adquisitivo y de las clases populares para capitalizar el descontento con “el presidente de los ricos”, que quedó reflejado en la protesta de los “chalecos amarillos” en 2018 y 2019.
El programa de la heredera del Frente Nacional (FN) propone rebajar el IVA de combustibles, gas y electricidad del 20% al 5,5%, eximir del impuesto de la renta a los menores de 30 años y duplicar las ayudas a las madres solas, entre otras medidas.
Aunque Le Pen suavizó su discurso para parecer menos radical, sus planes también incluyen las propuestas tradicionales de la ultraderecha: ayudas sociales para franceses, expulsión de clandestinos, prohibición del velo islámico en público, etc.
Ante esta imagen más moderada, Macron intenta resucitar el miedo al “peligro extremista”, cargando contra su rival ultraderechista que, en su opinión, “miente” a sus electores y tiene un discurso “racista”.