BUENOS AIRES, (EFE).- Mario Benedetti, el escritor uruguayo vivo más leído en el mundo, teme que «la humanidad se suicide» antes de que finalice el siglo XXI.
«¿Quién sabe si el siglo XXI vaya a existir en su totalidad», se pregunta pesimista en una entrevista publicada ayer en «Ñ», la revista cultural del diario «Clarín».
Benedetti habló con «Ñ» de su última obra, de su vocación de poeta, de sus influencias literarias, de su familia, de la relación con sus lectores y de la muerte, entre otros muchos temas.
«El problema es que yo soy ateo. La visión que un ateo tiene de la muerte no es muy esperanzada. Uno sabe que es el final», afirma el escritor de 83 años.
Lo único que espera después de la muerte es seguir siendo leído. «No todo lo que he escrito, que son 80 y tantos libros, pero por lo menos algunos poemas, algunos cuentos. Sería una forma de existir. Sería una batalla contra la fatalidad de la muerte», dijo.
Además de la «preocupación y el miedo» por la muerte personal, el autor de «La tregua» e «Inventario» teme la autodestrucción de la humanidad, más aún después de que haya ocurrido algo en su opinión tan «injusto» como la guerra en Irak.
«Todo esta cosa de la globalización me parece que es una forma de suicidio. Yo creo que el imperialismo, sobre todo en este tiempo último, es una calamidad. La única esperanza que tengo es que el imperialismo se destruya, que los propios norteamericanos lo destruyan», subrayó.
«Otro país no tiene suficiente poder bélico para derrotar a Estados Unidos e inaugurar un mundo nuevo. Solo los propios norteamericanos lo pueden derrotar y ojalá que lo derroten», dijo.
Benedetti, que prefiere a la poesía entre todos los géneros, está a punto de ver publicado su tercer «Inventario» de poemas.
«Ahora me gustaría escribir una novela u otro libro de cuentos. Pero los temas que me vienen son todos de poesía», dijo.
«Creo que desde que nací sabía que iba a ser poeta. Siempre tuve esa obsesión», subraya para explicar su vocación literaria.
En la entrevista Benedetti explica su predilección por la sencillez. «Nunca pensé escribir una literatura complicada, aunque la pudiera disfrutar. Uno hace lo que le sale», dijo.
Afirma que sólo ahora empieza a ser bien tratado por la crítica, que le atacó por razones más políticas que literarias, pero que, en cualquier caso, si volviera a empezar apostaría de nuevo por ser un escritor bendecido por los lectores y no por los críticos.
Se considera un escritor que «da sentimientos» al lector y que por eso establece «cierta vinculación» con algunos.
«Con otros, no. Otros simplemente se acercan porque les gusta el poema desde el punto de vista literario. Pero yo creo que en mi caso el sentimiento tiene mucho que ver, porque tiene que ver conmigo cuando escribo», dijo.
Respecto a la revolución cubana, señala que para él y su generación «significó mucho», «aún reconociendo los defectos».
«Yo siempre estuve en contra de la pena de muerte y se lo dije personalmente a Fidel Castro. Yo, en otro tiempo a Fidel le digo: «*Por qué no quitan la pena de muerte? Si ustedes quitan la pena de muerte, lo dejan a Estados Unidos solo en toda América con la pena de muerte». Pero no lo convencí», recordó.
Reconoce que «evidentemente» las ideas revolucionarias que él defendió, entre las cuales precisa que no estuvo nunca el recurso a la «lucha armada», sufrieron «una derrota» y opina que «quien niegue eso hoy, es un estúpido».
En cuanto al futuro político de Uruguay, señaló que ve «bastante probable» que el izquierdista Frente Amplio triunfe en las elecciones de este año.
«Pero gobernar, después, va a ser difícil. El país está muy destruido. Una de las cosas que noté después de 11 ó 12 años de ausencia es cómo no hay el mismo sentido de solidaridad que había antes en la gente. La dictadura sembró egoísmo y esto se nota», concluyó.