MARIO HEREDIA actor  por los cuatro costados

<P>MARIO HEREDIA actor  por los cuatro costados</P>

Su espléndida memoria es tan impresionante como su cultura vasta. Se comporta con caballerosidad que le imprime expresión de nobleza. Pero lo más impresionante en él es verlo activo memorizando guiones que luego lleva a los escenarios arrancando admiración y aplausos por sus caracterizaciones. También escribe para diferentes publicaciones y diserta sobre ciencias en conferencias magistrales.

Rebajó 85 libras por indicación médica y quizá por su extrema delgadez pocos lo identifiquen en su paso diario por las calles de Gascue o de la Ciudad Colonial donde prácticamente discurre su vida de hogar y de trabajo.

Mario Heredia Ottenwalder está tan lúcido que recita libretos de sus comedias, argumentos de sus diálogos, dramas, tragedias y sainetes evocando personajes, recordando donde se presentó, sus directores y compañeros de escena.

Nacido el 13 de septiembre de 1941 en Santo Domingo, entró a la escuela de Teatro de Bellas Artes en 1959 inspirado al ver la obra “Edipo Rey”. Juan González Chamorro, español, Máximo Avilés Blonda, Lucía Castillo Pérez, Carlos Lebrón Saviñón, Jesús Lizán, Armando Hoepelman, entre otros, fueron sus primeros instructores. González Chamorro dirigió la primera actuación de Mario Heredia en  “Don Gil de las casas verdes”, de Tirso de Molina. Se graduó en 1963 con “Al día siguiente”, dirigida por Lizán y protagonizada por él, Fiume Gómez, Narciso González. Heredia Ottenwalder era un juez en un juicio en el más allá.

Jamás, desde entonces, se han detenido sus personificaciones y el estudio de ese género del que conoce autores, estudiosos, actores y actrices de todas las épocas.

Miguel Alfonseca, uno de sus condiscípulos, y su hermana Carmen le animaron a estudiar arte. Compartió las aulas con Alfonseca, Rafael Villalona, Ina Moreaux, y a partir de ahí ha estado ligado a la historia cultural como maestro, director, actor. Es de los fundadores del Teatro Rodante de Bellas Artes y del Movimiento Cultural Universitario, creado en 1962 por él, Pepito Guerra, Luis Valdés Mena, Humberto Soto Ricart, José Casanova y Rafael Villalona.

“Recorrimos el país a todo lo largo y ancho con el Teatro Rodante, que después dirigió Rafael Pérez Martínez”, declara.

Heredia Ottenwalder actuaba y dirigía sin pago alguno, movilizándose gracias a  ayudas particulares. Fue al ingresar al Teatro de Bellas Artes, en 1967, cuando comenzó a recibir un salario de 55 pesos con 60 centavos que luego se elevó a 200, pues lo nombraron profesor de la escuela de Arte Escénico que dirigía Marino Hoepelman. Luego trabajó cuatro años en el Radioteatro de Radio Televisión Dominicana que dirigía Antonia Blanco Montes.

Hijo de Mariano Heredia López y Concepción Ottenwalder, consagrada profesora de piano de padre alemán, estudió en el colegio La Milagrosa, en la Normal Presidente Trujillo y en la UASD donde comenzó carrera de Química, que interrumpió a los dos años.

Fue profesor de ciencias naturales en el Instituto Salomé Ureña, de educación artística en APEC, donde dirigió un grupo de teatro, y de otras asignaturas en los colegios Loyola y Santa Teresita. Ahora diserta los domingos en la Academia de Ciencias para la que ha escrito alrededor de un centenar de cápsulas científicas que también se han publicado en diferentes revistas. Se graduó con maestría en Química por correspondencia.

Su llegada al mundo ocurrió en la calle Las Damas, después vivió en la Salomé Ureña y en Las Carreras y parte de su adolescencia transcurrió auxiliando a su padre en la contabilidad de la juguetería que este comerciante poseía en la calle 19 de Marzo.

Sus abuelos alemanes naufragaron en Puerto Plata junto a los productores de “Murray y Lanman” y allí quedaron residiendo. Vivieron también en Santiago, donde Tom Ottenwalder, Papatón, se hizo famoso por haber fabricado una de las primeras máquinas  de cigarrillos que comenzó a suprimir la manualidad.

Mario Heredia Ottenwalder padeció cáncer de piel y curó, ahora sólo le afecta un ligero párkinson que controla a la perfección. Atribuye su delgadez al consumo de avena y a la obediencia a su endocrinóloga, y su lucidez a que trabaja, socializa y memoriza “hasta los nombres alemanes de la física cuántica”. Habla correctamente el alemán que le enseñó su madre.

En todos los géneros. “He seguido trabajando en todos los géneros del teatro: comedia, tragedia, juguete cómico, sátiras cortas, drama, melodrama, teatro de lo absurdo…”, cuenta, y a continuación la charla es una relación de actuaciones recientes y pasadas, en el país y el extranjero. El oso, El aniversario, Esperando a Godot, que dirigió y en la que actuó Efraim Castillo; La broma del senador,  Se busca  un hombre honesto, Campaña electoral, Colón, agua y apagón, La otra estrella en el cielo, Los intereses creados, fueron obras  en que participó. Recita sus líneas y define sus representaciones.

La zorra y las uvas, El hombre que nunca llegaba, de Carlos Esteban Deive; Los reyes, Llama un inspector, El zoológico de cristal, Ricardo III,  Julio César, El cuervo, La visita de la vieja dama, Hacia un mundo mejor, están también en su repertorio inmenso compartido indistintamente con Castalia Ramírez, Franklin Domínguez, “el ícono de la comedia dominicana”, dice; Estrellita Piantini, Luis Rodríguez, Osvaldo Áñez, Rafael Gil Castro, Felipe Gil, Niní Germán, Ramón Asencio, Roberto Salcedo, Freddy Nanita, Camilo Carrau, Víctor Pujol Faneite, Pérez Martínez y otros. Encarnó protagonistas en casi todas las obras de Iván García.

En la radio estuvo con Víctor Fernández, Olga Félix, Fernando Casado, Julio César Matías, Alfonseca y en las obras de Semana Santa que escribía Jorge Tena Reyes. Fue Herman Foster en Kazán el cazador, a veces imitando el ruido de los elefantes. Tuvo actuaciones en La novela del hogar, por Julio Aníbal Sánchez, El suceso de hoy, de “Rodriguito” y en Romance campesino, con Macario y Felipa.

Es la voz de algunos comerciales y sus presentaciones más recientes fueron en Dios ha muerto, donde caracterizó a Nietzsche. “Tuve que memorizar e introducir en alemán frases de Goethe”. Las otras fueron con el grupo Guloya en una poesía de Cernuda, “La casa verde dormida”. “Ahí era el que recordaba, ya mayor,  mi pasado en esa vivienda”, y en “El hotel”, como gerente…

Mario es “soltero, sin compromiso y señorito”, gran lector, “condero y duartero”. Le satisfacen sus aportes por medio del teatro. Lamenta que haya desaparecido “la clase de escuela que tuvimos. Yo me examiné con Shakespeare y tuve de jurado nada menos que a Héctor Incháustegui Cabral y Avilés Blonda, haciendo, en la obra de Alan Poe, el personaje al que se le aparece el cuervo”.

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