Mariotti y los veedores del INABIE

Mariotti y los veedores del INABIE

El senador Charlie Mariotti suele hablar de todo y mucho. Es decir, es una persona locuaz, posiblemente como una costumbre derivada de su vinculación a los medios de comunicación electrónicos. Ahora le tocó el turno a los veedores que renunciaron porque se cansaron de pedir informaciones al Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil (Inabie) y, de acuerdo a los dimitentes, no les hacían caso. El tema no tiene nada que ver con el senador Mariotti, pero este reaccionó como un político vinculado al PLD. En otras palabras, tuvo una reacción típicamente política, precisamente de lo que acusa a los veedores. ¿Por qué? Posiblemente, especulamos, porque el locuaz legislador piensa que la renuncia de los veedores, entre quienes se encuentran dos religiosos y una prestigiosa periodista, podría afectar la imagen de su Partido de la Liberación Dominicana y particularmente del gobierno del presidente Danilo Medina. La respuesta de Mariotti permite pensar que él sabe muy poco del tema de las veedurías. En otras palabras, que habla por hablar o, posiblemente, por razones estrictamente partidarias. Porque todo el que ha tenido alguna relación con las veedurías creadas por el ministro Montalvo sabe que desde que fueron instaladas han sido obstaculizadas por la resistencia de los grandes burócratas gubernamentales. Tal ha sido el boicot que el propio ministro Montalvo ha tenido que enviar circulares pidiendo mayor cooperación informativa con las comisiones de veedurías. En realidad, estos organismos constituyen una iniciativa que se corresponde con la trayectoria ética del doctor Montalvo, como sabe muy bien el senador Mariotti y toda la dirigencia más antigua del PLD. Pero es una iniciativa, hay que decirlo también, que le queda grande a la concepción ética del poder que ha exhibido el Partido de la Liberación Dominicana en su etapa de partido gobernante.

Las veedurías tienen la finalidad de fiscalizar el uso de los fondos públicos, no solo para evitar que sean canalizados hacia los bolsillos de quienes los administran, sino para velar para que sean utilizados con eficiencia y para fines útiles. Si el senador Mariotti hubiera querido ir más allá de la retórica politiquera se hubiera dado cuenta que el Ministerio de Educación no es muy proclive a ofrecer las informaciones a los veedores, aunque siempre sus principales ejecutivos se explayan en una disposición y en unas promesas que no suelen rebasar la elocuencia retórica y las palabras grandilocuentes. Los veedores parece que se cansaron de escuchar historias tristes, y renunciaron.

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