Tanto la educación como la sociedad dominicana han tenido un retroceso iniciado junto con este nuevo milenio.

Si lo duda, pregúntenle a algunos de los más de 5 millones de dominicanos mayores de edad que sólo esperan el 16 de mayo para cambiar el rumbo de nuestra historia.

Comparta con los padres y las madres de familia e indague cuánto tuvieron que pagar por los libros de texto y luego pregúnteles si los han comprado. Probablemente lanzarán un grito al cielo. Después compárelo con los 4.7 millones de textos escolares gratuitos, otorgados por el gobierno dominicano durante el período 1996-2000.

Pregúntele a esos padres si les gustaría educar a sus hijos, incluyendo en su vocabulario las malas palabras, el tono alto, la intolerancia y la expresión violenta al comunicarse con los demás. Si quisieran que sus pupilos crecieran despreciando la paz y enalteciendo la burla como herramienta de comunicación interpersonal que caracteriza a este gobierno.

Si aún le cuesta creer lo que ha ocurrido con la educación en nuestro país, siéntese con niños y adolescentes escolares y pídales que le expliquen por qué muchos llegan con hambre y regresan con hambre de la escuela, sin el desayuno escolar a que estaban acostumbrados.

Compruebe por sí mismo sus carencias, para que nadie le cuente y compare la alimentación de estos alumnos, con las 2,700 calorías mínimas que deberían ingerir diariamente, según lo establece la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO.

Si usted cree que es una exageración el deterioro de la educación en la República Dominicana en los últimos 4 años, converse con los profesores que tenga más cerca, indague sobre los salarios de 66 mil maestros y maestras, averigüe que ha ocurrido con sus incentivos, con el aumento que nunca acaba de llegar.

Dígale a esos mismos docentes que le cuenten las tristes anécdotas de los estudiantes, cuando al preguntarles por su falta de concentración y rendimiento, de manera iracunda le responden ¡De qué estudio usted me habla, cómo me puedo concentrar si todavía no he comido nada en el día de hoy!

Luego, respóndase usted mismo si es verdad que el mal comido no piensa como muy bien lo sintetiza el saber popular, pues justamente la capacidad para pensar es una de las funciones más importantes del ser humano. A través de la educación aprendemos a pensar, es decir: a apropiarnos de conocimientos científicos, éticos, estéticos y tecnológicos, a comprender, a razonar, a aplicar y a crear, para resolver problemas cotidianos y trascendentes con criterio científico.

Finalmente, contéstese por qué, en pleno siglo XXI, todavía 11 de cada 100 niños que ingresan a la escuela ni siquiera alcanzan el 5to grado y apenas 2 de cada mil habitaciones son usuarios del Internet.

No hay dudas de que la educación dominicana ha retrocedido significativamente. Para acabar de convencerse puede consultar el informe de la Comisión Centroamericana de alto nivel de alerta sobre escaso progreso en el sector educativo, de diciembre de 2003. En dicho informe el indicador de «aprendizaje» en el país, es catalogado de deficiente, ya que los puntajes obtenidos en las pruebas nacionales son muy poco satisfactorios y el de «equidad» de muy deficiente dada las desventajas severas en el acceso y la calidad de la educación para los niños pobres.

Sólo el Partido de la Liberación Dominicana, con el doctor Leonel Fernández como presidente de la República, tiene la capacidad y la voluntad política para elevar el nivel educativo de los dominicanos y de las dominicanas, para asegurar una educación para la paz, que potencie las capacidades intelectuales, físicas, morales y actitudinales; preparando a la población para la vida, dentro y fuera del ámbito escolar.

Es necesario votar masivamente por el doctor Leonel Fernández Reina en las elecciones del 16 de mayo del 2004, y con ello, la República Dominicana escribirá una de las epopeyas más victoriosas de los últimos tiempos en la historia de la educación y del desarrollo del país.