Marnoladas

Marnoladas

VÍCTOR  A. MÁRMOL
El Banco Central de la República está celebrando el 60 aniversario de su creación. La fecha me trae a la memoria la figura ilustre de ese gran hombre de Estado que fue el licenciado Luis Julián Pérez, a quien el país debe hacerle un reconocimiento póstumo por sus valiosos servicios, no sólo por haber sido uno de los fundadores del Banco Central, sino por haber dirigido esa entidad en una etapa crucial para la economía del país, cuando asumió la gobernación el 17 de agosto de l986. Su paso por esa institución fue una de las más pulcra, transparente y nacionalista.

Yo tuve el privilegio de estar a su lado como su asesor de prensa, del 17 de agosto de l986 hasta el 24 de octubre de l987, cuando le renunció al Presidente Joaquín Balaguer… en su vida privada.

Continué siendo su asistente de prensa hasta el lamentable día de su fallecimiento en el Hospital General de la Plaza de la Salud.

Don Luis fue uno de los redactores de la ley monetaria, cuya promulgación fue hecha por el entonces Presidente Rafael L. Trujillo  Molina, el 9 de octubre de l947. El 22 del mismo mes, Trujillo firmó el decreto mediante el cual se instalaba la Junta Monetaria, y entregó un cheque para el inicio de las labores del Banco Central.

Tres meses antes, el 17 de julio del mismo año, Trujillo había acudido al Congreso Nacional para presentar un proyecto de ley «por medio del cual se arbitran los fondos necesarios para dejar totalmente extinguida la deuda externa dominicana, representada por los bonos de los empréstitos de l922 y l926», y el 21 de julio el dictador había cancelado la deuda externa al entregar al señor Oliver Newman, representante de los tenedores de bonos de la deuda, un cheque por la suma de US$9,271,855.55.

Según noticias de prensa de la época, Trujillo, al presentar el proyecto, «hizo un recuento del endeudamiento que atribuyó a una notoria ineptitud administrativa que empezó en el l869 con el empréstito con la firma Hortmont & Company de Londres, consolidándose en 4,236,750 libras esterlinas en el l897, hasta alcanzar niveles de 34 millones a la muerte de Ulises Heureaux».

El dictador, muy orgulloso proclamó ante el Congreso y funcionarios de su régimen, «la total y definitiva liberación económica y el rescate irrestricto de la soberanía nacional».

Para Luis Julián Pérez, fue «un craso error» de Trujillo haber creído que con el pago de la deuda externa permitiría al país subsistir con más libertad e independencia».

El notable jurisconsulto, en su obra Santo Domingo Frente al Destino, que tuvo la gentileza de dedicarme, dice que Trujillo «después de alcanzar la meta que se había trazado en cuanto a finiquitar dicha deuda, y considerarse por ello con cierto grado de libertad de acción, creyó que estaba en aptitud hasta de poder declarar, como corrió el rumor, no grato a un Embajador americano impertinente, haciéndolo salir del territorio nacional en pocas horas, a causa de una imprudencia diplomática que le causó gran disgusto, así como resistir en reiteradas oportunidades las imposiciones de los Estados Unidos».

Después del pago de la deuda externa a juicio de Luis Julián Pérez el gobierno de Trujillo «se creía realmente liberado de las presiones que aquellos lazos financieros permitían».

Don Luis agrega que «luego de experimentar los Estados Unidos tal dificultad en numerosas ocasiones, se puso más en evidencia a fines de la década de los 50, cuando para lograr un objetivo político, la caída del régimen, tuvo que apelar a la Organización de Estados Americanos (OEA), a fin de que ésta aplicara sanciones económicas a la República que, a la postre, resultaron infructuosas».

Luis Julián Pérez opina de que a la caída de la dictadura, los Estados Unidos tratarían «de crear otra vez esa deuda o incrementarla de forma que abrumara a la República y a su gobierno, para privarle de la libertad de maniobra en sus actividades financieras».

Asegura en su obra que con la asistencia del Fondo Monetario Internacional (FMI), y de varias entidades bancarias comerciales, y sobre todo con la acción irreflexiva e imprudentes de los gobiernos dominicanos de turno, pudo los Estados Unidos lograr su propósito, poniendo nuestra suerte y destino a su merced, tanto en lo económico como en lo financiero y en lo político».

Continuaré con el tema en próximas Marmoladas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas