Circula a través del Internet el fragmento de una entrevista que Nuria Piera le hizo al Presidente de Haití, Michel Martelly, en la cual se confiesa favorable al plan de unificar los dos estados que comparten la Isla Hispaniola: Haití y la República Dominicana.

El mandatario haitiano no solamente apoya el plan de fusión presumiblemente patrocinado por influyentes organismos internacionales, sino que lo justifica con argumentos expresados exclusivamente desde la perspectiva de la nación más empobrecida del hemisferio. La fusión, que representaría ventajas significativas para Haití, constituye la plataforma para su desarrollo.

Del lado dominicano hay un desarrollo ostensible en todos los órdenes. Martelly dijo que sueña con que sus hijos y nietos pudieran transitar libremente de un lado a otro del territorio isleño, y le aseguró a Nuria que los haitianos apoyan dicho plan, reconoció que los dominicanos no lo respaldan, pero confía que en el futuro su vecino de habla hispana comprenderá las conveniencias de la fusión.

Por eso, creo atinada la sentencia del Tribunal Constitucional que niega la nacionalidad dominicana a hijos de haitianos nacidos ilegalmente en territorio dominicano. Ciertamente, hay un drama humano en cada indocumentado, pero su arreglo tiene que ser conforme a la Constitución y a la soberanía dominicanas. Por ende, son correctas las decisiones adoptadas el miércoles por el Consejo Nacional de Migración, que encabezó el Presidente Danilo Medina, en cuanto a medir, a través de la Junta Central Electoral, el impacto de dicha sentencia respecto a los extranjeros, elaborar el plan de Regularización de Extranjeros y la conformación del Instituto Nacional de Migración.

Ya es hora de aplicar la ley de migración adecuadamente, y hacer conciencia de que el plan de fusión de la isla no es una quimera. Martelly acaba de confirmarlo.