Martelly enfrentará el duro reto  de  gobernar a un Haití devastado

Martelly enfrentará el duro reto  de  gobernar a un Haití devastado

Exactamente treinta minutos de conversación entre funcionarios públicos y ejecutivos de empresas privadas con Edmond Mulet, Jefe de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah) dejan al descubierto las serias dificultades que tiene esa nación para superar el descalabro del Estado y la prolongación del sufrimiento de ese pueblo.

 Mulet, diplomático guatemalteco que asumió la jefatura de la Minustah tras la muerte del tunecino Hédi Annabi, fallecido en Puerto Príncipe durante el terremoto, visitó el país la semana pasada y en su intercambio con líderes dominicanos del mundo empresarial contribuyó a una mejor comprensión de la situación haitiana.

Recordó que el objetivo inicial de la misión era terminar con la violencia de las pandillas armadas, lo que momentáneamente lograron al llevarlos a la cárcel, pero con el sismo escaparon cinco mil reos, incluidos los pandilleros más violentos.

  Pero el Haití de hoy está muy lejos de haber avanzado en la solución de sus problemas ya identificados en 2004 cuando se inició el envío de personal militar cobijado con cascos azules de la Organización de Naciones Unidas.

 Lo que queda claro en el intercambio de ideas sostenido la semana pasada durante el encuentro celebrado en el hotel Hilton es que en Haití no solo no ha habido progreso en la reconstrucción de un Estado que organice la vida en sociedad, el trabajo, la educación, la justicia y los servicios, sino que ese deterioro va en declive.

Para imaginarse cómo se dirimen los conflictos en un país agitado por turbulencias de todo tipo, basta saber que la Corte Suprema de Justicia de Haití no tiene presidente desde hace seis años, lo que ha vuelto inoperante el aparato judicial, con lo que esto implica.  Saber que el 92% de los detenidos nunca ha visto a un juez o a un abogado, permaneciendo en la cárcel sin juicio en un espacio promedio de 27 centímetros cuadrados, sin poder sentarse y menos acostarse, por lo que las enfermedades son la consecuencia inmediata.

 Mulet admite que el 80 por ciento de los haitianos que han estudiado se han ido al exterior, principalmente a Canadá, Estados Unidos, Francia, África, entre otros destinos.

 Con la excepción de la inversión hecha por la Royal Caribbean Cruise que acondicionó un espacio de playa en Labadee, norte de Haití, para desmontar turistas de crucero, los haitianos no tienen ninguna otra inversión importante para generar empleo y dinamizar su economía con el turismo.

Hay solo asistencialismo desde la comunidad internacional y con ese modelo no es posible esperar resultados porque la ayuda no puede ser indefinida y el Gobierno, el sector privado y la misma comunidad internacional aún no reaccionan en sentido contrario.  

 Para Mulet, al día de hoy, los objetivos de la Minustah, trazados claramente por el Consejo de Seguridad de la ONU, son continuar su misión en Haití y ayudar a crear capacidad al Estado haitiano para que se pueda garantizar justicia y seguridad ciudadana.

En esos objetivos la responsabilidad de la Minustah será garantizar que en el espacio haya condiciones para que otras  entidades puedan hacer su trabajo de reconstrucción y dinamismo social y económico.

 Martelly el inexperto  Agravados los males institucionales y económicos con el terremoto, la última elección, una de las más concurridas y la única que se ha definido en segunda vuelta, aparece con una gran carga de esperanza para los haitianos, lo que puede constituir un despertar  o la mayor frustración.

Lo cierto es que el triunfo del cantante Michel Martelly, que primero barrió con Jude  Celestin, yerno del presidente René Prèval, y luego con Mirlande Manigat, esposa del historiador Leslie Manigat, frente a quien obtuvo el 67.5 por ciento de los votos el  20 de marzo, ha generado expectativas en el personal de la ONU de la posibilidad de que se pueda iniciar un nuevo momento en esa devastada nación.

Quienes están cerca del flamante presidente electo de Haití dicen que está decidido a crear las condiciones necesarias para modificar la situación del Estado haitiano.

 Su enfoque se basa en lograr el Estado de derecho y crear condiciones esenciales para generar progreso económico, para lo que se inclina a incentivar la inversión extranjera y nativa.

  Carente de la más mínima experiencia en administración pública, Martelly  trata de informarse acerca del manejo del Estado y de la situación haitiana.

 Una cosa parece a los expertos obvia, “quiere tomar decisiones y asumir responsabilidades” y para eso puede apelar a su gran popularidad y respaldo electoral que arrastró a jóvenes y adultos tras un animador popular de 50 años.

 El jefe de la Minustah compromete su palabra de que apoyará con sus fuerzas el objetivo de Martelly de contribuir a crear el Estado de derecho, lo que abre una oportunidad para que la Comisión Internacional para la Reconstrucción de Haití  impulse proyectos importantes que superen el asistencialismo.

Lo anterior no quiere decir que es una tarea fácil para el Gobierno ni para la comunidad internacional porque hay frentes de resistencia, pero “con el liderazgo de Martelly creo que se presenta una ventana de oportunidades”, apuntó Mulet. Erigir el Estado de derecho aparece como el punto de partida, porque nadie se va a aventurar a invertir en Haití en medio de un caos institucional, sin tribunales y sin registro de ningún tipo.

ONG sin control.  Unas 10,000 Organizaciones No Gubernamentales (ONG) se movilizan en Haití, pero solo 350 están registradas, lo que por ley les obliga a presentar informes de su trabajo y gastos, pero no pasan de 20 las que lo hacen. No hay ningún control de estas ONG ni se coordinan con la Minustah.

Martelly parece querer establecer un registro y supervisión de la labor de las ONG y se trabaja en la elaboración de un nuevo código de construcción. Si bien su elección constituye una esperanza que debía aprovecharse, los expertos de la Minustah estiman que la situación es muy urgente porque los donantes tal vez no puedan  financiar más a Haití al ritmo  actual.

Zoom

Tétrico panorama

En Haití hay 278 universidades, pero no hay la más mínima supervisión, por lo que la calidad de los resultados profesionales es pésima.  En cuanto a salud, la asistencia curativa del Estado alcanza solo el 10%, el restante 90% se obtiene mediante las ONG. En lo que estuvieron totalmente de acuerdo los empresarios y funcionarios dominicanos,  igual que el jefe de la Minustah, es que lo que pase en Haití  repercutirá en RD.

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