Martelly: ídolo popular en la escena musical, novato en la escena política

Martelly: ídolo popular en la escena musical, novato en la escena política

Puerto Príncipe, (EFE).- Si alguien hubiera dicho a Michel Martelly en los años 80, cuando trabajaba como dependiente de una tienda de alimentación en Estados Unidos, que un día lucharía por la presidencia de Haití, seguramente el hoy candidato habría soltado una carcajada y habría tomado por loco al autor de tal afirmación.

Pero la vida da muchas vueltas y aquel joven emigrante haitiano dio también unas cuantas antes y después de iniciar la carrera política que le ha llevado a acariciar el sueño de la Presidencia de su país.

Ese sueño podría convertirse en realidad si el domingo vence en las urnas a su oponente, Mirlande Manigat, exprimera dama y buena conocedora de los entresijos políticos de Haití.

El recorrido de Martelly hasta llegar a donde está ahora es tan variado como sorprendente- además de vendedor, ha trabajado en la construcción, ha cursado estudios de ingeniería y también posee formación militar. Pero, sobre todo, se le conoce por su faceta musical como compositor, cantante y teclista. La música ha sido la rampa de lanzamiento de Martelly a la popularidad y un elemento clave en su carrera política.

Desde los escenarios, «Sweet Micky», como es conocido musicalmente, ha conseguido buena parte del tirón popular que hoy representa su gran baza política, sobre todo entre los jóvenes.

Pianista autodidacta, trabajó como teclista en varios locales de Puerto Príncipe y sacó su primer disco sencillo en 1988, con el tema «Ou La La», que fue un éxito, al que luego siguieron 14 discos de larga duración. Ídolo del «kompas», un ritmo muy popular en Haití, ha sabido rentabilizar bien en el terreno político su faceta artística, aunque ello le ha creado no pocos problemas por la utilización de vestimenta estrafalaria y disfraces y por la exhibición de bailes obscenos.

Las imágenes de estas apariciones han circulado mucho por internet y le han valido duras críticas de sus detractores.

Hay quien considera que ello le inhabilita para presidir Haití por su imagen libertina, mientras que otros, como su oponente, Manigat, se limitan a calificarle de «comediante» y a esgrimir que carece de formación y de argumentos para el debate político.

Lo cierto es que Martelly, de 50 años, es considerado un novato en política, pero esto no parece importarle demasiado y opone a ello su condición de candidato «honesto» y preparado para llevar al país el cambio que necesita al frente de la plataforma política Repons Peyizan (Respuesta Campesina en créole, idioma cooficial de Haití, con el francés).

Martelly, casado en segundas nupcias con Sophie, con quien tiene cuatro hijos, asegura que los haitianos «quieren el cambio» y ven en él «la materialización de sus sueños».

«Sweet Micky» se presenta como alguien «de fuera del sistema», ajeno a los modos políticos de los gobernantes que ha tenido Haití durante las últimas décadas y que no han logrado resultados.

Pero esta idea es rechazada por observadores que esgrimen su pertenencia al sistema que apoyó abiertamente el sangriento golpe de Estado militar de 1991 a 1994 contra el primer gobierno electo de Jean Bertrand Aristide.

Además, argumentan que también recibió mucho dinero cada año para participar en el carnaval, una arraigada tradición en Haití.

Las urnas dirán, finalmente, si los haitianos desean los aires de cambio que el cantante de la cabeza rapada quieren llevar al país desde la Presidencia de la república caribeña. EFE

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