Martha Pérez – El discurso

Martha Pérez – El discurso

Las expectativas para lo que sería la alocución del Presidente de la República Hipólito Mejía ante la Asamblea Nacional del 27 de Febrero quedaron sepultadas con una pieza oratoria propia de un mitin de campaña político electoral, que –salvo los saludos de estilo– apartó al expositor del objetivo central de la ceremonia de esta fecha.

Sin embargo, aunque estuvieron ausentes temas capitales como el de Haití, el discurso en sí no es malo si cada uno de los aspectos adversos citados se sustentara sobre la base de la realidad objetiva. Pero hay muchos cabos que atar y mucha tela por donde cortar en cada uno de esos aspectos y sus respectivas realidades.

El contenido del discurso delata la desesperación y la preocupación de un político que como presidente de la República no ha podido completar su programa de gobierno como lo prometió hará cuatro años, que pese a esto se repostulará en medio de una crisis interna del partido en el gobierno; que tiene una oposición dentro y fuera de su partido a tomar en cuenta y que percibe el rechazo de la mayoría del pueblo ante la crisis que vive el país y las escasas esperanzas; además del resultado de encuestas que lo sitúan muy por debajo en la preferencia del electorado.

Por eso, en la parte introductoria de su discurso reconoce ese incumplimiento y el nivel de rechazo de parte de la población no militante del PRD; hace un clamor al apoyo a su repostulación y una promesa más para la recuperación de la confianza perdida. “…Depositaré las memorias de las ejecutorias a la Asamblea Nacional, y dedicaré el resto del tiempo a conversar con mi pueblo, sobre la crisis que nos afecta, sus causas, nuestras responsabilidades y lo que nos proponemos hacer para recuperar el terreno perdido y apuntalar las esperanzas que la gente depositó en nosotros. Los últimos sucesos acaecidos en nuestra patria han producido descontento y distanciamiento entre nosotros….”

Pero el resto del discurso, después de referirse a las criticas que ha desatado su decisión de postularse nuevamente a la Presidencia de la República, relacionando esta decisión con su visión del momento histórico y el futuro del país, la que llamó a compartir, lo dedicó a justificar los desaciertos políticos, económicos y sociales de su gobierno en acontecimientos internacionales del pasado reciente y en las ejecutorias de la pasada gestión del PLD; esto último, que le resultó un arma al inicio de su gestión, ya luce fuera de contexto a estas alturas del tiempo. En todo lo cual busca excusar los niveles de crisis económica, financiera y fiscal; energética y de otras índoles, presentando entonces el cuadro de que el actual período de gobierno del PRD no ha sido fructífero por esas razones. ¡Qué fácil es decirlo así! Además de los acontecimientos internacionales como los del 11 de septiembre del 2002, los conflictos bélicos en Afganistán e Irak, indistintamente; del desplome económico en América Latina.

También cita otros responsables de la crisis nacional entre los que no están este gobierno y sus funcionarios; ¡los pobrecitos!, que aquellos, los responsables de la crisis, no han dejado gobernar ni cumplir su programa de acción elaborado para servir a la gente y ser desarrollado en cuatro años. Si es así, ¿no serían los antirreleccionistas del PRD considerados también responsables del incumplimiento del gobierno que encabeza Hipólito Mejía, por aquello de oponerse a la reelección presidencial? Cuidado con la repartición de culpas! Es un dicho muy viejo lo de “escupir para arriba…”

Los efectos de los acontecimientos internacionales citados que aún persistan en el país, hay que tomarlos en cuenta, porque otras naciones cuyas economías fueron tocadas por estos efectos, incluidos los propios Estados Unidos, han vuelto, de alguna manera, a reorientar su situación, y la República Dominicana actuó como de las menos afectadas, y pudiera decirse que hasta como las potencias, porque se ofreció a enviar soldados dominicanos para la “reconstrucción de Irak”. Un acontecimiento internacional que amenaza directamente la situación del país es lo que ocurre en Haití y no mereció un espacio en el discurso.

En cuanto a responsabilidad que desde el 2002 se le viene asignando al PLD, sobre todo en lo relativo a la crisis energética, el pueblo dominicano ha tenido tiempo suficiente para encontrar la denominación correcta: justificación de excusa. Y es natural que así sea; porque cuando la confianza se pierde junto con la esperanza, se hacen difíciles de recuperar. Y ante una decisión de repostularse nuevamente a la Presidencia de la República, con las características de la que ha asumido Hipólito Mejía, en su interés –según dijo– de dar cumplimiento a su programa de gobierno que no le han dejado concluir como lo prometió y de no dejar el Estado en manos sudorosas y temblorosas, hay que apelar a cualquier recurso que permita, si no la garantía de recuperarlas, al menos la posibilidad de recordar que una vez se tuvieron y esperar por si retornan.

Pero ha de ser con la verdad en la mano para no dejar espacio a la demagogia. Y sobre todo, apuntando y apostando al mérito propio –que él lo tiene– pero sin detrimento de otros. Sería saludable que el debate político de la campaña reeleccionista del presidente Mejía no lleve la línea de ataque mostrada en su discurso, ni la evasiva de temas, y que la misma se dirija a lo que podría hacer en la nueva oportunidad que pretende buscar. De otra forma no se ayuda.

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