Martha Pérez – Intercambio de consuelo

Martha Pérez – Intercambio de consuelo

Lo que estamos viviendo los dominicanos a todos los niveles sociales y económicos, hace que veamos al país como una pelota llena de aire casi al estallar; por doquier hace eco el grito de desesperación, angustia y desesperanza que se expresa la gente entre sí en su vaivén cotidiano, cada cual sangrando por su propia herida, y hasta por la de los otros. La queja generalizada acompañada de expresiones de descontento y de críticas a las políticas del gobierno, la mayoría dirigidas a la figura del presidente Hipólito Mejía, se traduce en una especie de pésame o condolencia que se dispensa la gente en los vehículos del transporte público, en los centros comerciales, en las clínicas y hospitales, en las peluquerías y centros de estética, en los centros de trabajo, en los colmadones, en fín en cualquier lugar donde se junten dos o más. Sin proponérselo, establecen una conversación que conduce a una relación momentánea dando la sensación de dos personas con una vieja amistad. Y es que al estar afectados por las mismas causas, las consecuencias también son las mismas, aunque en unos más que en otros. ¿Cuáles son los temas de conversación?: los elevados precios de todos los artículos, el pasaje del transporte público, los medicamentos, la prima del dólar, las altas tasas de interés bancario, los combustibles; y aquellos ligados a la política, cada quien en defensa de los intereses de sus partidos y/o líderes políticos. Esta situación es favorable en el sentido de que la gente encuentra receptividad a sus quejas, aunque su interlocutor no vaya a resolver sus problemas. Se produce entonces como un intercambio de consuelo, porque, es frecuente que los males de unos se empequeñecen ante los de otros; o cuando resultan mayores, se hacen más livianos, porque el que tiene un problema, se ensimisma en éste y nunca imagina el problema del otro; de manera tal que cuando lo conoce, algún alivio encuentra.

El intercambio de consuelo en la modalidad que lo referimos, está ayudando inconcientemente a que la gente «soporte» la incalificable situación de crisis que se vive en nuestro país. Una buena parte de este intercambio de consuelo les llega a la gente desde los medios de comunicación que a través de sus opiniones editoriales (los escritos), de sus comentarios y análisis (los programas televisados), y de la oportunidad para escuchar las quejas y opiniones de los oyentes (los radiales interactivos), brindan a la población una gran porción de aliento que les da la satisfacción de que su triste situación se escucha y podría esto contribuir a que los responsables de la actual crisis y sus soluciones se sientan en el deber por el respeto que deben merecer estos medios de ofrecer alguna respuesta; cosa que por los hechos pasados y recientes va quedando en entredicho porque ahora es a la población a la que le está correspondiendo «devolver» el consuelo a los medios de comunicación y a comunicadores sociales que están siendo silenciados, con lo cual queda bajo amenaza el derecho a la libertad de expresión y difusión del pensamiento; una situación más dentro de la actual crisis. Si esto sigue ocurriendo se irá apagando una buena fuente de consuelo y esperanza para el futuro de la población dominicana más cruelmente golpeada por los efectos de esta crisis sin control.

Pero como «el burro sabe a quien tumba y el diablo a quien se lleva», en nuestro medio se están produciendo actitudes y amagos de conductas en detrimento de nuestra institucionalidad; de nuestra gobernabilidad, que sin dudas no engañarán la conciencia de un pueblo, que a través de su historia ha demostrado que no se deja manejar e imponer decisiones, porque, siempre ha sabido dar respuestas a todo lo que pretenda revertir el orden Constitucional y democrático que tanto sacrificio ha costado.

En estos tiempos de aguda crisis, los dominicanos hemos lucido pacíficos, tranquilos; cuando muchos han esperado y vaticinado alteración del orden social (porque razones hay demás). Nuestros representantes en el Congreso (honrando las excepciones), funcionarios y precandidatos presidenciales (también hay excpeciones que honrar) son los que con sus pretenciones están atentando contra el orden social. Y quienes pretendan pescar en mar revuelto convocando huelgas y protestas que por el momento quedan fuera de contexto, porque se mezclan mansos y cimarrones y al final aparece quien negocie, también serán evaluados y calificados por la conciencia que ha ido forjando el intercambio de consuelo que está uniendo a la gente. Este intercambio de consuelo ha ido enseñando que el orígen de la presente crisis general que padece la sociedad dominicana, se anida en el aspecto político y en la reelección presidencial. Y como estos aspectos se pretenden «bautizar» con la rápidamente importada Ley de Lemas, (que tiene sus ventajas y desventajas; pero no para el momento ) no queda más que esperar con la misma citada paciencia, el resultado de la aplicación de una modalidad que parece se impondrá de solución a un problema que sin dudas va a generar y a multiplicar otros.

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