Martha Pérez – Se vende un país

Martha Pérez – Se vende un país

Las festividades navideñas parecieron ser la calma luego de la tempestad. Significaron un pequeño respiro para una sociedad en crisis; y sobre todo, para la mayoría del pueblo dominicano más golpeada por los efectos de esta crisis. Terminadas las celebraciones navideñas con la fiesta de los menores y los Santos Reyes ha resurgido no sólo los multiplicados efectos de la crisis, sino elementos nuevos que a lo más que inducen es a poner un letrero bien grande con la leyenda: «Se vende un pais». La gente celebró la navidad, sí; la mayoría hizo un gran esfuerzo para celebrarla, porque se trata de una tradición que los cristianos llevamos como en la sangre; y que los dominicanos, como parte del Caribe, no podemos sustraernos a las fiestas. Pero cuántos rostros temerosos de lo que vendría con el nuevo año!. Razones demás sustentan esos temores.

Con el fín del año, vieron su fín importantes empresas de la comunicación y la prensa nacional; medianos y pequeños negocios. Los precios de todos los artículos comestibles, del hogar, de uso personal, etc, fueron triplicaron y cuatriplicados; igualmente los servicios; porque la prima del dólar no se pudo mantener entre los 30 y 35 pesos luego de aquella famosa reunión celebrada en el Palacio Nacional que parecía haberlo controlado; hoy volvemos a una prima descontrolada que oscila entre los 38 y 43 pesos por un dólar. Han vuelto a subir los precios de los combustibles. Los artículos comestibles cambian su precios en los tramos a diario. En los supermercados hay más empleados para etiquetar y codificar los artículos que cajeros, empacadores y demás. Se ha incubado, reproducido y crecido una especulación galopante que está afectando significativamente a sectores tan vulnerables como el de la construcción. Recientemente viví una experiencia en este orden con los precios del acero; es increíble cómo el precio del quintal de acero variaba en cuestión de horas; los ingenieros y maestros constructores andaban como locos al recibir una cotización a las diez de la mañana y a las tres de la tarde se había producido un aumento entre 10 y 50 pesos por quintal, llegando incluso al día siguiente a los 60 y hasta 75 pesos. Imagínese usted que se ordenara un pedido justo al recibir la primera cotización, es seguro que si usted pagaba en horas de la tarde, debería de pagar el susodicho aumento. No se lo imagine, esa es la cruda realidad.

Se ha dado el caso de que habiendose hecho un pedido con una cotización, el suplidor exige el pago en base a un aumento verificado horas después. O al revés, que en vez de aumentar, el precio bajara horas después y le despachen sobre el precio anterior, enviandole parte del pedido contra cobro aún sin tener en almacén el resto de la mercancía, lo cual es una barbaridad y un abuso. Esto implica que los constructores a la vez de contratar ingenieros y arquitectos, tambien deban contratar mercadólogos y contables exclusivos mientras dure la obra que construyen; o tener los ojos bien abiertos. De lo contrario sus bolsillos irán en dirección inversamente proporcional a las edificaciones que levantan.

Otros sectores padecen los mismos efectos de estas alzas, mayormente especulativas, pero a diferencia del sector construcción, son sectores que generan de alguna forma beneficios; mientras que la construcción en su primera y principal fase, todo es inversión. Es una lástima que nuestro país marche por esta pendiente especulativa, por la falta de controles que mantienen en un estado de inestabilidad, desequilibrio e indefinición los aspectos económico, financiero y fiscal. La situación política nacional, sobre todo la del partido de gobierno, está arropandolo todo; y parece que la mayoría de nuestras autoridades no se están dando cuenta de que la economía del país languidese, está como en su lecho de muerte, porque padece un mal que se cura con medicamentos que, o tienen contraindicaciones para otros «males» que se padecen, o no interesa o conviene por el momento aplicar la medicina necesaria para que el paciente mejore y sane. Aquí se vive un problema de fondo que se está tomando de manera simplista en los hechos. Las intenciones y promesas de solución y la esperanza sólo se han mudado en el calendario ( del 2003 al 2004).Si no puede reconocerse el problema; o si reconociendolo no puede comenzar a resolverse, que se comiencce a publicitar: Se vende un país.

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