Martínez trabaja con fiereza para volver a la cima del béisbol

<p>Martínez trabaja con fiereza para volver a la cima del béisbol</p>

POR CHRIS RED
Del Daily News

Su salsa favorita suena en el radio, Pedro Martínez se sube a su bicicleta estacionaria en el gimnasio privado de la casa de su hermano Ramón y comienza a pedalear. El tres veces ganador del Cy Young y estelar de los Mets tiene un entrenamiento de cuatro ó cinco horas por delante este jueves, un régimen que ha seguido al pie de la letra cada día de semana en los últimos tres meses y medio.

“Estas son vacaciones para todos los otros jugadores”, dice Martínez con una sonrisa. “He tenido un largo invierno”.

El sudor baja por su cara. Se limpia la frente y el cuello con una toalla y mira estoicamente la pacífica vista detrás del exclusivo sector de Los Cacicazgos, parte de la franja occidental de la capital de la isla.

El pasado octubre, durante la lucha por los playoffs de los Mets, su estelar no hizo un solo lanzamiento. Para cuando la temporada del equipo llegó a su fin en el séptimo juego de la Serie de Campeonato, el preciado braqzo derecho de Martínez ya estaba vendado luego de una operación del manguito rotor.

El procedimiento terminó un 2006 en el que Martínez lidió con varias lesiones desde el comienzo del año. Luego de un mes de ausencia para rehabilitar la lesión de la pantorrilla, Martínez hizo un último esfuerzo en septiembre para prepararse con miras a la persecución de la Serie Mundial

Tres aperturas ineficaces más tarde, incluyendo su retorno en Pittsburgh donde lloró al no poder ayudar a los Mets a asegurar su división, su campaña se acabó. Martínez tenía un desgarre en la pantorrilla izquierda para acompañar la derecha. Y claro, luego vino la bomba del hombro.

“Ni siquiera podía levantar el brazo”, dice Martínez. “No podía doblarlo. Estoy pensando que es la peor pesadilla que se puede tener. No quiero volver a pasar por eso. Pero al menos lo intenté. Estoy orgulloso de darle un esfuerzo a mi equipo. Es todo lo que podía hacer en ese momento”.

Su cuerpo de 35 años luce robusto en estos días, con sus bíceps bien definidos, un torso bien cortado y en sus palabras “100 por ciento flexibilidad en el brazo y pantorrillas totalmente recuperadas”.

Pero Martínez llega a la temporada del 2007 enfrentando quizás el reto más grande de su carrera de inmortal. Regresar de una lesión seria para lanzar efectivamente y tratar de canalizar al Pedro de antes durante los últimos dos años de su contrato de US$54 millones.

Es un obstáculo que Martínez sabe no cruzará fácilmente y cualquiera que conoce su historial de vencer las adversidades en 14 temporadas no debe descartarlo. Nunca.

“Es una máquina”, dice Chris Correnti, el entrenador personal de Martínez y ex terapista físico de los Medias Rojas. Correnti trabajó con Martínez luego de su abortada temporada del 2001 y ayudó a crear el calendario de rehabilitación de Pedro este invierno. “Todo el mundo se está preparando para los entrenamientos, pero su fecha está retrasada. Pero él siempre ha sido un competidor y sabe cómo trabajar duro para meterse en forma. El sabe que va a regresar”.

Correnti no da una fecha específica para su retorno al montículo, pero el gerente general Omar Minaya dijo durante el invierno que no cree que su estelar vuelva antes de la pausa del Juego de Estrellas en Julio.

El nuevo jardinero izquierdo Moisés Alou, quien ha sido amigo de Martínez desde antes de sus días en Montreal, vive cerca del lanzador en Santo Domingo y ha conversado con él varias veces este invierno.

“Pedro y yo tenemos un historial juntos”, dice Alou. “A veces jugábamos dominó juntos en mi casa. Pedro es un tipo con mucho coraje y orgullo. El día que sienta que no puede competir, ese día dejará de jugar”.

Mientras Martínez habla sobre su progreso desde una cama de hospital en Nueva York luego de la operación hasta comenzar su rehabilitación y aumentar su masa muscular – “Ya tengo 12 libras por encima de mi peso normal”, dice – es fácil darse cuenta del optimismo que genera.

“Oh, estuvimos tan cerca”, dice Martínez al hablar de la temporada pasada. “Y yo sabía que si podía ganar uno ó dos partidos en cada una de esas serias, probablemente habríamos ganado la Serie Mundial. Me siento bien. Si estoy sano, no se me hace difícil lanzar. Estoy acostumbrado a eso. Mi cuerpo solo reacciona. Estoy confiado en mi mente y mi experiencia de las cosas que quiero hacer”.

RECUERDOS DUROS

Un piso debajo del gimnasio privado, bajando por unas escaleras espirales, se encuentra una piscina con el agua del mismo color del mar Caribe. Un paso elevado conecta el gimnasio al segundo piso de la casa y se suspende directamente encima del agua, ofreciendo una vista de la cancha de baloncesto a la derecha y varias sillas alineadas en el patio. Bajo un claro cielo y un sol brillante, hay muchas alternativas para alejarse de la bicicleta.

Pero Martínez sigue pedaleando. Su esposa, Carolina, aparece para una visita. Recibe un beso y luego vuelve a la bicicleta. Los domingos son su día con su esposa (se casaron antes de la temporada pasada)..

“Vamos a la iglesia y luego soy de ella el resto del día”, dice Martínez.

Fernando Cuza, el agente de Martínez que visita desde los Estados Unidos, discute sobre utilería de béisbol que Martínez donará a la escuela que fundó en Manoguayabo. El pitcher asienta con la cabeza y acelera las piernas. Martínez completará uno de tres entrenamientos luego de la bicicleta – ejercicios de estiramiento seguidos por todo lo imaginado desde sentadillas hasta levantamiento de pesas. Algunos días, Martínez se va a una playa cercana para trotar al lado del agua, donde arrastra un paracaídas en su espalda.

“Déjame decirte, eso es duro”, dijo.

Otras veces, complementa sus entrenamientos en el gimnasio nadando en el océano. Al trabajar en su rehabilitación, siempre piensa en el mes de septiembre y la decepcionante forma en que terminó su temporada del 2006.

“Sí, lo hago siempre”, dice Martínez, quien no comenzará a tirar una pelota hasta marzo al menos. “Pero si me siento así en otros momentos, no vale la pena. Pasar por tanto dolor y luego los resultados no son nada excepto malos recuerdos”.

Hace seis años, en medio de su contrato de siete años con los Medias Rojas, Martínez tuvo una pesadilla que duró casi una temporada completa cuando se lesionó el manguito rotor por primera vez.  Aunque comenzó fuerte, incluyendo un dominio de 13 ponches contra los Yanquis el 30 de mayo en el Fenway Park que motivaron el comentario “Despierten al Bambino y póngamelo en el plato. Quizás le pegue un pelotazo en el trasero”.

Martínez luego cayó en la lista de lesionados a finales de junio y terminó su año en septiembre con un desgarre parcial en el hombro.

La severidad de la lesión no fue revelada inmediatamente a Martínez y el entonces gerente general Dan Duquette lo obligó a seguir lanzando con dolor. “Le pagamos mucho dinero para lanzar”, Duquette dijo en aquel entonces. Martínez terminó el año con 7-3, su menor total en 14 temporadas.

“El 2001 fue que finalmente me tumbó”, dice Martínez. “Esas son cosas que mucha gente no entiende – el valor. Eso no puede pagarse. Eso es pura motivación y esas son cosas por las que no se pagan. Se nace con eso. Cuando es tiempo de competir, no sé cómo echarme atrás. Esa es la parte peligrosa”.

Pero después de trabajar con Correnti esa temporada muerta, y salvarse de la operación, Martínez rebotó en el 2002 con una brillante temporada de 20-4, terminando segundo de Barry Zito en las votaciones para el Cy Young. Dos años más tarde, tuvo 16-9 y ayudó a los Medias Rojas a su primer título de la Serie Mundial desde 1918 y en el 2005, revivió a la moribunda franquicia de los Mets con un récord de 15-8 en su debut en Queens. Ese total habría sido mucho más alto de no ser por el bullpen.

“Disfruto el juego. Disfruto competir con los mejores”, dice Martínez. “Creo que fue en 1995 o 1996. Recuerdo haberle dicho al dirigente Felipe Alou que me cuadrara la rotación para que yo enfrentara a los mejores. Quería ver lo que los estelares de los demás equipos como Greg Maddux y Tom Glavine hacían”.

“En ese entonces Felipe me dijo que iba a ser uno de los mejores lanzadores de las mayores. En ese entonces no podía creerlo”.

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