Más ajustes, ¿para qué?

Más ajustes, ¿para qué?

POR LUIS MANUEL PIANTINI MUNNIGH
La justificación del Programa Financiero con el Fondo Monetario Internacional aprobado en el mes de agosto del año 2003, se basamentaba en el fortalecimiento del sistema bancario y proyectaba que el Saldo de la cuenta corriente de la Balanza de Pagos con relación al Producto Interno Bruto (PIB) pasaría de un negativo de 4.1% en el 2002 a un nivel positivo de 1.0% en los años 2003 y 2004.

Estas cifras eran el resultado de contraer el gasto interno de la economía en 5.1% del PIB, de forma de generar ahorros de recursos externos que nos permitieran pagar las deudas externas pública y privada. La contracción incluía tanto el gasto público como el privado.

El balance del Gobierno Central reduciría su déficit del 2.3% del PIB en el 2002 al 0.7 en el 2003 y reflejaría un superávit del 1.1% en el 2004. El Programa, en el capitulo dedicado a la Política Fiscal, señalaba:

1. El esfuerzo fiscal se concentraría en el déficit del Banco Central.

2. Se limitaría el gasto de capital del Gobierno a un 5% del PIB.

3. Se adoptarían en el 2003 medidas fiscales de ingresos equivalentes al 2% del PIB (unos 14,000 millones de pesos), las cuales por ser algunas de ellas de carácter temporal y distorsionantes del comercio exterior, serían reemplazadas en el año 2004 a través del sometimiento al Congreso en el mes de Julio de ese año de una reforma fiscal integral.

4. Además de sustituir los impuestos temporales (comisión de cambio del 8.25%, impuesto del 5% a las exportaciones y del gravamen del 2% a las importaciones), la reforma reestructuraría la administración publica y estimularía la transferencia neta de empleo del sector público al sector privado.

Este programa es suspendido por la estatización de las distribuidoras eléctricas y el no cumplimiento de las metas fiscales, y es sustituido por otro programa el pasado mes de Febrero. El nuevo Programa Financiero presenta los siguientes indicadores macroeconómicos: el balance de la cuenta corriente de la balanza de pagos refleja un superávit del 5.6 % del PIB en el 2003, manteniéndose para los años 2004 y 2005 superávit del 4.5% y 2.9% respectivamente. El balance del Gobierno Central presenta un déficit equivalente al 2.7% del PIB en el 2003 y para los años 2004 y 2005 reflejará superávit equivalentes al 0.2% y 1.3% respectivamente.

La Política Fiscal a ejecutar por el Gobierno esta expuesta en las paginas 3,4,5,6 y 7 del documento del Programa Financiero, en este documento se señala lo siguiente:

1. Que para alcanzar el objetivo fiscal para el año 2004, el Gobierno impulsó un paquete de medidas equivalentes al 2.5% del PIB, consistentes en medidas de ingresos ya ejecutadas por el equivalente al 0.5% del PIB y de recortes de gasto del orden del 2% del PIB.

2. Que serían ejecutadas nuevas medidas compensatorias de ingresos en caso de surgir una desviación en los ingresos totales (hasta junio los ingresos han sido superiores a los proyectados).

3. Que serían recortados de manera significativa los gastos de capital y se reduciría el crecimiento del gasto corriente discrecional, proyectándose un gasto público total por debajo del 16% del PIB.

4. Que la reforma fiscal integral se centrará en la ampliación de la base impositiva interna y en una revisión de las tasas impositivas, a fin de sustituir los impuestos extremadamente distorsionantes y compensar la reducción de los aranceles aduaneros requeridos por los acuerdos de libre comercio.

Resultados.

Por los resultados obtenidos en los comportamientos de los balances de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos y del Gobierno Central el ajuste de los Programas Financieros de agosto del 2003 y de febrero del 2004 según los resultados ha sido producto de una fuerte contracción del gasto privado superior a lo que la prudencia aconsejaría con el fin de evitar conflictos sociales e impulsar el crecimiento económico.

El ajuste del gasto privado en el 2003 fue equivalente al 11.7% del PIB (82 mil millones de pesos), superior en 9.0% del PIB al estimado en el Programa del 2003, ya que este estimaba un superávit de la cuenta corriente de la balanza de pagos del 1.0% (5.2% fue el superávit, de un déficit del 3.8% en el 2002) y del déficit del Gobierno del 0.7% (en vez del 2.7% como resultado). Si el programa con el FMI buscaba un superávit de la cuenta corriente, este fue superado con holgura a costa de un mayor constreñimiento del gasto privado, reduciendo el valor de las importaciones nacionales en US$1,113 millones, pues el gobierno en vez de reducir su déficit lo siguió aumentando.

Para el presente año el comportamiento del gasto privado que representa el 85% del PIB es aún más desalentador tanto por los resultados obtenidos hasta el mes de Junio como por el objetivo de la reforma tributaria, no fiscal, que está siendo discutida en el Congreso.

Al mes de Junio la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos reflejó un superávit, cifras preliminares, equivalente al 9.0% del PIB, o sea, de 900 a 1,000 millones de dólares en tan solo seis meses, como resultado de una contracción del gasto privado equivalente al 12% del PIB (estos resultados proyectan una caída de las importaciones en US$ 1,800 millones al final del 2004 en relación al valor del 2002), ya que el balance del Gobierno Central reflejó un déficit del 3.0% del PIB.

Los gastos del Gobierno Central que en el Programa tenían un tope a Junio por valor de RD$49,600.0 millones, superaron este tope en RD$23,770 millones. El Gobierno que se había comprometido con el FMI a recortar el gasto en 2.0% del PIB, lo aumentó en 5.0%, deteriorándose el balance fiscal, con relación al programa en 4% del PIB, según las cifras preliminares del pasado mes de Junio. Este aumento en el gasto ha sido financiado principalmente con acumulación de atrasos en pagos de deudas externas por unos US$127 millones y excesos de desembolsos externos.

La reforma fiscal integral del Programa con el FMI se ha convertido en un simple paquete de aumento de ingresos, adicionales a los del pasado año, como consecuencia del desborde y manejo indisciplinado del gasto del Gobierno Central, a costa de una contracción adicional del gasto privado, que ya ha sido brutal, y que traerá como consecuencia una agudización del proceso recesivo y por tanto una caída en los ingresos fiscales que se desean aumentar. Al final el resultado fiscal que se desea lograr no será obtenido y la confianza será debilitada.

Las tres partidas que han desbordado el presupuesto de gasto son; el subsidio al gas, el subsidio a la electricidad y el gasto de capital por un exceso en los desembolsos de recursos externos. Estos gastos se pueden reducir significativamente sin necesidad de seguir constriñendo el gasto del sector privado, principalmente de una clase media que ya no tiene de donde gastar o pagar impuestos.

El subsidio al gas se puede reducir y focalizar a través del reparto de tarjetas de debitos con un valor específico, tarjetas que sean controladas por la Contraloría General de la Republica y una comisión donde participen connotados miembros de la sociedad civil. El gasto de capital se puede suspender su desembolso por los próximos tres meses, como hizo el Dr. Balaguer en el Programa con el FMI del año 1991, que redujo el déficit en sólo un año en el equivalente del 5.0% del PIB, principalmente a través de una drástica reducción en el gasto de capital.

El próximo Gobierno tiene dos importantes desafíos desde el primer día para restablecer la confianza en el país; mejorar el suministro de energía eléctrica y limpiar los atrasos con la comunidad financiera internacional, ya que afectan significativamente nuestro comercio exterior. El único espacio que tiene el Gobierno para enfrentar estas dos necesidades financieras es recortando drásticamente el gasto publico, ya que los ingresos del paquete tributario se pueden retrasar, además algunos de ellos se comenzarán a recibir el próximo año. Esta, quiéralo o no, es una realidad que se le esta imponiendo al próximo gobierno.

Si el próximo gobierno quiere relanzar el crecimiento y la inversión privada tiene que sostenerse más en un recorte de gasto que en aumento de ingresos, hasta que la reactivación económica impulsada por el gasto privado comience a aumentar el flujo de los ingresos fiscales.

Una ley de amnistía fiscal tendría más efecto en el corto plazo sobre  el aumento en los ingresos fiscales que todo el paquete fiscal, además estimularía el retorno de capitales y la reactivación de la economía. Desde luego, que después de 90 días, el que no tenga sus cuentas claras tendría que enfrentar cargos penales.

El FMI tiene que sentirse más que satisfecho por los resultados de su programa aplicado en nuestro país, con un superávit de la cuenta corriente de la balanza de pagos cuyo valor es mas de cinco veces lo estimado, con una caída del 20% en las importaciones, con una contracción brutal del gasto privado, con una tasa de cambio real que se ha venido apreciando significativamente en los últimos dos meses, con una baja tasa de inflación mensual en el ultimo trimestre. Si esto se ha logrado con el actual déficit fiscal, ¿por qué seguirle apretando el tornillo al sector privado?

Hay suficiente espacio en el sector externo (creado por la aguda contracción del gasto privado) para que el FMI dentro de su programa permita una reducción gradual del desbalance fiscal, siempre y cuando el próximo Gobierno demuestre en sus primeros meses que está dispuesto a reducir los excesos del gasto público y transferir empleos públicos al sector privado, tal y como se comprometía en el Programa del pasado mes de Febrero. El FMI tiene que admitir que nuestro caso, según los resultados, no es su trauma argentino.

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