Un esfuerzo repentino por darle el frente a la corrupción y proyectar transparencia parece estar tomando cuerpo en este país. El mensaje  del Presidente Leonel Fernández con motivo del 166 aniversario de la Independencia y las referencias que hizo sobre la corrupción envió al país una señal  de lo que ahora estamos observando. Retiros de generales, emplazamiento para que oficiales de la Policía Nacional entreguen sus declaraciones de bienes y otras medidas han sido tomadas desde entonces.

En el ámbito de la lucha contra las drogas hay también iniciativas que anotar. La DNCD no será más un cuerpo integrado por policías y militares sino un organismo especializado con sus propias reglas y principios. El ingreso a los cuerpos castrenses y la Policía tendrá requisitos más exigentes, y la profilaxis entre  los miembros habrá de ser más rigurosa. Todo esto -a partir del discurso del Presidente- ha creado la noción de cambios cualitativos sustanciales.

El país, que a través de sus fuerzas sociales ha reclamado  una voluntad política firme por la transparencia y contra la corrupción, ha sufrido en el pasado la decepción porque actuaciones como las que comentamos se acogieron a coyunturas, observa el acontecer con naturales reservas. Y aunque ni duda ni cree lo que ve, sigue aspirando que este ímpetu tenga vigencia permanente.

Iniciativa por la conciliación

Al Presidente Leonel Fernández le ha correspondido agotar otro turno en su condición de moderador y conciliador en conflictos entre naciones del hemisferio. Ahora  trata de contribuir a limar asperezas entre Colombia y Venezuela, que han deteriorado, inclusive, el fuerte intercambio comercial entre las dos naciones y han incluido escarceos belicistas desde la parte venezolana, que han sido denunciados por Colombia ante la comunidad internacional. La hostilidad, sin duda, ha estado sobredimensionada.

Más que ejercicios hegemónicos hostiles, como los que han obstaculizado el ingreso de Venezuela a mecanismos de integración regional tan importantes como el Mercosur,  América lo que necesita es revoluciones al estilo de la que encabeza en Brasil el Presidente Luiz Inácio Lula da Silva y liderazgos con capacidad para la conciliación como el que ejerce el Presidente Leonel Fernández.