Más allá del bien y del mal

Más allá del bien y del mal

En su inmensa biblioteca, santuario de la creatividad, Marcio Veloz Maggiolo pulsa el suave teclado de su computadora, donde atesora una novela inédita: La Navidad, memorias de un naufragio, historia que discurre desde que la rebeldía taína incendiara el fuerte construido por Cristóbal Colón hasta 1514.

En continuo teclear, el infatigable escritor prosigue su nueva producción literaria, que comparte con lecturas esotéricas que últimamente le apasionan.

Ahí está, rodeado de libros, miles de volúmenes que compendian el saber humano desde tiempos ancestrales, fuente de los conocimientos que permiten que el acontecer del mundo no le sea ajeno, que lo mantiene al día en las tendencias de la humanidad.

Desde ahí se conecta con el mundo exterior, que le dice cómo anda el país, los cambios en el ser humano, en la sociedad dominicana, la realidad social, cultural y política.

“La política es mortal, no sirve para nada”, enfatiza al recordar una experiencia con Juan Bosch, al presentar su novela Nosotros los suicidas, antes de que las diferencias políticas lastimaran su amistad. Esa vez, el maestro del cuento le sorprendió revelando que el escenario de la obra era Portugal, en la dictadura de Salazar. “Lo dio como una realidad, el comunicó conmigo”. “Ahora respeto a don Juan más que nunca.”

Compenetrado con mitos taínos, Veloz Maggiolo avanza en su nueva novela, El perro de doña Murga, “pero ahora estoy en ese mundo esotérico que me entusiasma, del cual nadie puede decirme que no hable porque ya yo hablé de todo”.

“Sigo escribiendo- expresa-, y vivo muchas cosas, hablo de cosas que después se verán… Hay enemigos en el camino, pero yo me siento más allá del bien y del mal”.

Un problema de mi alma. La dualidad, condición inherente a los humanos, está presente en su vida con enormes satisfacciones, también con el dolor, cuando se daña algo que ama, que se siente suyo. “Es un problema mío, de mi alma”, exclama el consagrado arqueólogo, dolido, molesto por la remodelación improvisada de la Zona Colonial de Santo Domingo.

__Ha sido destrozada, ahí no se sabe ya ni qué había, debió hacerse una estratificación, estudio previo de conjunto, con resultados en varios volúmenes como se hace en todas partes del mundo para establecer no solamente el patrón de asentamiento, también los diversos cambios climáticos, la parte en que la planta fue modificada, toda la cultura que caminó por debajo, o sea, la historia viva de un territorio, que es lo que se estudia.

__No se inventa sobre una cosa que no se conoce, dice alarmado al enterarse que también se proponen remodelar La Vega, prepararla para el turismo.

Decadencia. “La arqueología está hoy en decadencia en este país, y las remodelaciones que se hacen están fuera de todo contexto y de toda historia, de todo documento historial”. “Es una cosa que me duele”, insiste, al referirse a la famosa Iglesia del Rosario, la ermita donde hicieron una excavación en el lugar donde estuvo Colon prisionero.

“A nadie le interesó, y es que había un sector del período de Balaguer que no le hizo caso a eso, porque éramos enemigos. Eso sigue así, y los ministros no se han dado cuenta de que ahí abajo están las fuentes de agua de la primera colonia.

Habla una autoridad, un arqueólogo de gran veteranía con un aporte invaluable en prehistoria, una serie de estudios, de investigaciones publicadas en dieciocho libros escritos por él, algunos con colaboradores.

Veloz Maggiolo no se estanca, desea renovarse. “Tengo cosas pendientes, por una razón increíble hice unas excavaciones arqueológicas en el Soco, hace 40 años, de las primeras que hice y no he publicado los resultados”

Desea hacerlo con su alumno cubano, Jorge Ulloa, jefe de Arqueología del Museo del Hombre. “Quiero que publiquemos ese libro juntos, porque él es un arqueólogo moderno, yo no soy moderno, ya soy un arqueólogo con una metodología vieja y quiero rejuvenecerme con su técnica, su tecnología. No he podido concentrarme en eso, y hay muchas historias. No he escrito ese libro pero he podido escribir una novela”.

En esas excavaciones se desarrolla La mosca del soldado, novela de excelente prosa, ganadora del premio José María Arguedas, como una de las mejores novelas de América Latina, y finalista en España junto a obras de García Márquez y otros escritores como la mejor novela en 2004. Fue publicada en Madrid por la editorial Siruela, y premiada en Cuba como la mejor novela de ese año.

Su obra literaria se ha nutrido ampliamente de esa otra faceta del gran narrador, como antropólogo, arqueólogo y etnólogo. Su novelística está llena de antropología, no formalmente, sino como parte de la vida, como elementos de la cotidianidad.

“Hay una literatura que uno la hace para salirse de la ciencia, tengo escrita una novela que se llama La Navidad, memorias de un naufragio, la historia de lo que pasó, a mi juicio, y en mi imaginación, a partir de la quema de La Navidad.

Una novela larga que escribió hace unos tres años. “Tengo mucha fe en esa novela”, la he mandado a varios concursos, fue finalista en un premio de Historia en España, pero no le gustó la oferta que le hicieron para su edición.

__¿El escritor dominicano tiene limitaciones?

__Sí, como en muchos países subdesarrollados donde hay escritores máximos, que emergen de una situación específica, primeramente de su capacidad de entender el mundo, de su afán de cultura, que eso sí es importante, el afán de cultura, de culturizarse. No creerse que uno es el mejor, que puede ser el mejor, saber que uno puede estar fallando desde hace tiempo y no se da cuenta, en una palabra, ser ecléctico.

__Decía el gran cineasta italiano Fellini que él siempre estaba abierto ante todo, que él no hacía juicios de valor. Hay algo interesante que yo noté en Italia, la tendencia a entender el mundo de otra manera que no la entiende todo europeo. Los países latinos tienen eso, pero algunos se han materializado mucho, Francia, por ejemplo. Pero en Rumanía la leyenda vive, la leyenda está en los monasterios, está en las calles, está entre los gitanos.

Estuvo en Rumanía como embajador concurrente cuando por segunda vez fue nombrado embajador en Italia durante el gobierno de Jorge Blanco. Viajó a Egipto, donde también fue embajador concurrente.

Mundos esotéricos. El afamado escritor septuagenario profundiza sus conocimientos en esas nuevas lecturas, aunque no las primeras. En su adolescencia tuvo a su alcance libros de teosofía, con los que el pensamiento oriental llegó a occidente, y a él le comenzaron a abrir horizontes.

“Tengo una gran cantidad de libros esotéricos, una gran biblioteca de esoterismo, ahí tengo cosas maravillosas, maravillosas”.

Durante la entrevista intercala comentarios sobre sus nuevas lecturas, novelas místicas que ocupan buena parte de su tiempo. La noche anterior había terminado un libro que le dejó fascinado, La India, de Mircea Eliade, al que define como el mayor conocedor de la yoga y el más importante historiador de las religiones.

Este escritor rumano vivió en los Himalayas con los eremitas, también en Calcuta y Benarés, visitada en 1986 por Veloz Maggiolo, quien en ese libro rememora lugares recorridos, los templos, Magur, la zona musulmana.

Tanto le impacta ese escritor de profunda sapiencia de Eliade, que lo considera como “preparado por la divinidad”. En sus obras y las de otros orientalistas se sumerge en mundos esotéricos que le mantienen en incesante búsqueda.

¿Acaso al gran cultor de la memoria, de la memoria propia y ajena, de la memoria vicaria, no le basta la información almacenada en su mente, que le llega a través de cuanto ha leído, de cuanto ha visto y oído aquí y en países extranjeros donde estuvo como embajador o como viajero amante de la cultura?

¿Buscará trascender la memoria mortal, alcanzar las regiones ignotas de la supraconsciencia y despertar la dormida memoria divina en la que se revelan las experiencias del alma?

Entre libros y el amor familiar
En medio del intenso trabajo literario y apasionante lectura,hay un cálido espacio para la familia, que el escritor septuagenario comparte junto a su esposa, Norma Santana, con quien, desde sus estudios de pintura en Bellas Artes ha mantenido intereses comunes. La unión matrimonial, que se aproxima a las bodas de oro, procreó cinco hijos, progenitores de doce nietos que acrecientan el amor familiar.

Los hijos: Marcio Enrique, el mayor, Pedro José y Francisco José, mellizos, Larissa Caridad, ministra consejera en Buenos Aires, desde donde se ocupa de revisarle sus textos; Natalí, que reside en Santiago. “Todos estos hijos que he tenido con Norma, todos los nietos asimilan mi actividad y saben que yo soy para ellos no un ejemplo pero sí una persona que la gente admira, en ese sentido se sienten orgullosos”.

Orgullo rebosa el abuelo al hablar de sus nietos, elogia la precocidad de María Fernanda, en la que al parecer tendrá una heredera intelectual. “Va a cumplir diez años y tiene mente de adolescente. Una gran lectora, habla francés y un inglés perfecto, y ahora aprende el taiwanés, porque ella dice que los chinos son los que van a gobernar el mundo”. Cada vez que viene de Buenos Aires, donde vive, la acompaña a la librería. “Ahora está en el colegio francés, es de los mejores estudiantes. Ha ganado concursos, es una buena fotógrafa.” A su edad, puede discernir y desechar los que no le aportarán conocimientos.

“Es lo mismo que yo hago -dice el abuelo-, no leo nada que a la quinta, sexta página no tenga argumento, no me de una onda…”, dice Veloz Maggiolo, confiado en que el libro físico pervivirá. “Creo que un libro que se lleve debajo del sobaco es más importante que un aparatito, cambio de hoja y busco lo que me interesa y hago la cita que quiero hacer, yo entro en ese mundo con mi cabeza, no con un aparato, que es un sucedáneo.

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