Más allá del «slogan», medidas de austeridad

Más allá del «slogan», medidas de austeridad

POR DONALD ROWLAND
Los analistas que siguen las estrategias publicitarias que llevan a cabo las instituciones y organismos del sector público perciben y se sorprenden de la tendencia al uso creciente de la rima en frases y «slogans» como forma de comunicar sus mensajes, tratando de persuadir al público a favor de sus proyectos y planes, de concienciarlo acerca de los beneficios de adoptar un comportamiento de austeridad y ahorro en el uso y consumo de los servicios y de los bienes de propiedad colectiva.

Esta forma de comunicación parece que pretende hacer descansar en la publicidad el mayor volumen de responsabilidad en el éxito final del esfuerzo, olvidando a veces el aspecto fundamental del «efecto demostración» o la prédica con el ejemplo, actitud que daría apoyo y veracidad a la gestión que se avanza en ese sentido.

Esta manera de actuar se asemeja a la del empresario del sector privado que sin haber llevado a cabo una adecuada estrategia mercadológica y de distribución de sus productos trata de lograr que el publicista le garantice el éxito de su campaña, pretendiendo visualizar a la publicidad como panacea para la solución de todas sus dificultades de comercialización.

Olvidan los que así proceden que las estrategias de comunicación modernas, sean estas conducidas en el campo del mercado comercial o en el más sofisticado del sector público o gubernamental, requieren del planteamiento de una propuesta que vaya más allá de un simple slogan o frase pegajosa. El concepto central de comunicación para cumplir los objetivos de persuasión publicitaria que se persiguen en este tiempo debe ser apoyado, en el sector público primordialmente, por acciones concretas en reforzamiento de la idea que buscar cambiar el hábito del público en un sentido especifico.

Por ello muchos piensan que más que «bombillo a bombillo y galón a galón» hace falta tomar acciones concretas de ahorro y austeridad, en las labores cotidianas del gobierno, que sirvan de ejemplo a la población, para de ese modo poder verdaderamente salvar a nuestra nación.

REMESAS EN DÓLARES. PILAR DE LA ECONOMÍA DOMINICANA

Nuestro país, con una población estimada en 8 millones de habitantes, es el cuarto mercado de la región por volumen de remesas, detrás de México, Brasil y Colombia, y el tercero por remesas per-cápita, luego de Jamaica y El Salvador.

Más de 2.700 millones de dólares en remesas llegaron a familias en República Dominicana el año pasado, enviados por parientes radicados en el extranjero. De ese monto, unos 1.600 millones de dólares (61 por ciento) llego de Estados Unidos; 875 millones de dólares (28 por ciento) de Europa, 240 millones de dólares (9 por ciento) de Puerto Rico y el resto de Canadá y varios países latinoamericanos.

Unos 2 millones de dominicanos adultos viven fuera de su patria. Más de 70 por ciento de esos trabajadores envían dinero periódicamente a sus familiares, típicamente de 135, 150 ó 165 dólares por vez. Se estima que cerca de 38 por ciento de todos los adultos en República Dominicana (es decir, unos 2 millones de personas) reciben remesas con regularidad, entre 12 y 15 veces al año.

Medio millón de dominicanos radicados en New York envían unos 1.000 millones de dólares al año a sus parientes en República Dominicana.

d.rowlan@verizon.net.do

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