Más Allá del TLC

Más Allá del TLC

POR DONALD ROWLAND
Las negociaciones que rodean la posible inclusión de la República Dominicana en el famoso Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Centroamérica (RD-Cafta), siguen despertando el interés de los diversos sectores que habrían de ser beneficiados o perjudicados con la final aprobación del mismo. El impasse actual como todos sabemos se centra en las diferencias generadas dentro del propio gran sector empresarial del país, alrededor del impuesto al «sirop de maíz» que unos proponen y otros oponen.

Relacionado con este tema en el transcurso de la semana asistimos al almuerzo promovido por la Cámara Americana de Comercio de la República Dominicana en el cual se anunció el lanzamiento de la Coalición de Apoyo al TLC cuyo propósito se resume esencialmente en promover una gran cruzada nacional para defender los valores y oportunidades que presenta este tratado como instrumento de desarrollo.

Desde el punto de vista de esta Coalición el Tratado dará un carácter permanente a todos los beneficios que goza nuestro país actualmente en el mercado norteamericano a través del Sistema Generalizado de Preferencias (SGP) y la Iniciativa para la Cuenca del Caribe, en virtud de los cuales ingresan al mercado norteamericano, libre de impuestos, alrededor del 90% de las exportaciones dominicanas al mercado más grande del mundo.

La Coalición entiende asimismo que esto abriría las puertas a un sostenido incremento de esas relaciones, con un aumento de las inversiones y de las oportunidades de empleo para cientos de miles de dominicanos, garantizándoles mayor transparencia gubernamental, tratamiento igualitario para todos los agentes económicos, una mayor y mas justa competencia comercial y empresarial y mejores oportunidades de precios y calidad en la compra de bienes y servicios.

No hay lugar a dudas en cuanto a los beneficios que podrían derivarse de un acuerdo de esta naturaleza. Sin embargo, lo que «se cae de la mata» es la pregunta de si, independientemente del sector industrial y el comercial, nuestros productores del campo están preparados para asumir los nuevos retos de la era denominada «del conocimiento» y del dominio de las técnicas del mercadeo, más allá de la simple siembra y recolección de los bienes que estos producen. 

Como bien nos comentara uno de los comensales, representante de esos sectores, el productor del campo sigue todavía aferrado a su vieja cultura de clásico sembrador, quien entiende que su misión termina con la colocación de la cosecha a las puertas de su finca, sin comprender que su verdadero beneficio, y el del país, se inicia precisamente a partir de ese momento.

Por el declarado propósito que han dado a conocer sus directivos, entendemos que la creación de esta poderosa coalición debe ser recibida con beneplácito por la población. Aunque al propio tiempo propugnamos por una ampliación de este propósito que se oriente a promover una adecuación de las estructuras mentales y de organización que puedan colocar a los sectores productivos del campo en posición de ser competitivos y de aprovechar las naturales ventajas que se derivarían de la inclusión de nuestro país en el referido tratado.

PREPARANDO EL CAMPO PARA COMPETIR

En refuerzo de nuestro planteamiento reproducimos lo que dijera hace algunos años David D. Bathrick, un alto ejecutivo de la Association for International Agriculture and Rural Development (AIARD).

«Para los países mas pobres, en donde los productores medianos y pequeños, pobremente equipados representan entre 30 y 85 por ciento de la fuerza laboral, el sector agrícola enfrenta retos especiales y excitantes oportunidades para promover el crecimiento económico global. Dentro de este nuevo entorno, se deberán producir grandes cambios empresariales en cientos de millones de empresas agrícolas y será necesario crear nuevas oportunidades más allá del campo. Debido al legado anterior, estas transformaciones se están dando en un momento cuando la mayoría de los países no están política, financiera o institucionalmente preparados para responder.  La mayoría de los países simplemente no pueden identificar sus ventajas comparativas y declararse a sí mismos competitivos. Las dramáticamente distintas políticas, estrategias, instituciones y conocimientos necesarios para hacer «competitivo» a este grupo de productores, en muchos casos, no se han concretizado».

«Al propio tiempo, diferencias en el país, el jornal a los trabajadores, el terreno y el clima ofrecen a estos países nuevas y significativas ventajas comparativas. El alivio a la pobreza es ahora más contingente en la movilización de un dinámico sector agrícola ligado a sus antiguas empresas de ayuda y más amplios mercados domésticos y de exportación. En este contexto, la agricultura se convierte en un sector esencial para la generación de ingresos y de trabajo para los más pobres, quienes componen el segmento más grande de la insegura población alimentaria. En este escenario, los países en desarrollo necesitan urgentemente desarrollar nuevas capacidades para prepararse a competir, sobrevivir y prosperar. El sector agrícola necesita romper rápidamente con su antiguo legado».

¡Más claro, ni el agua!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas