Por Patrick Fort
BAGDAD, Ago 17 (AFP) – Al menos 18 muertos y más de cincuenta heridos es el saldo de atentados y otros actos de violencia este jueves en Irak, acentuando el sentimiento de inseguridad reinante en la capital pese a las tropas suplementarias que patrullan sus calles.

   La explosión de un coche bomba el jueves a última hora de la mañana en el mercado Al-Rashaad de Ciudad Sadr acabó con la vida de siete personas e hirió a otras 26 en este bastión chiita radical del norte de la localidad, anunció una fuente médica.

   «Hay muchas mujeres y niños» entre los heridos, agregó la fuente.

   Ciudad Sadr, un barrio popular chiita de 2,5 millones de habitantes, fue blanco de numerosos atentados desde que se incrementaron los actos violentos en la capital iraquí.

   Poco después, una patrulla policial fue blanco de un atentado suicida con coche bomba en el céntrico barrio de Al-Mansur. Tres miembros de las fuerzas de seguridad y dos civiles sufrieron lesiones, según el ministerio del Interior iraquí.

   Mientras se perpetraban estos ataques, las autoridades anunciaban que el balance de las víctimas mortales de los atentados cometidos el miércoles se elevó a 22.

   Al sur de la capital, en Suweira, la policía extrajo de las aguas del río Tigris cinco cadáveres, de los que dos estaban decapitados y tres presentaban signos de haber sido torturados.

   Todo un ciclo de violencia que no han logrado parar las fuerzas estadounidenses e iraquíes, que desde hace más de diez días cuentan con efectivos adicionales en la capital, en el marco de la «Fase 2» del plan de seguridad en Bagdad, «Juntos adelante».

   No obstante, el general norteamericano William Caldwell, portavoz de la fuerza multinacional, mantiene un «prudente optimismo» sobre una reducción de los ataques en Bagdad.

   Por su parte, el primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, aseguró este jueves que «las fuerzas iraquíes son ahora capaces de garantizar la seguridad en la mayor parte de las provincias y podrían reemplazar a la fuerza multinacional si ésta se retira».

   El próximo domingo, fecha de las conmemoraciones en honor al martirio del imán Musa al-Kazim, para las que se espera una afluencia de miles de peregrinos chiitas en la capital, puede ser una prueba de fuego para el plan de seguridad.

   Por lo que pueda ocurrir las fuerzas iraquíes y estadounidenses preparan un dispositivo de seguridad reforzado.

   El año pasado casi un millar de personas murieron pisoteadas o ahogadas en el Tigris por una avalancha humana que corría en todas las direcciones tras dar crédito a un rumor sobre la presencia de kamikazes entre la muchedumbre.

   En el resto del país las cosas no van mejor.

   En Moqdadiyah, tres personas murieron y otras 20 resultaron heridas, entre ellas dos policías, cuando tres obuses de mortero se abatieron sobre un céntrico mercado este jueves por la mañana. Además, las fuerzas de seguridad hallaron los cadáveres de dos personas asesinadas.

   Un grupo de hombres armados asesinó a seis personas en la región de Baaquba, a 60 km al norte de Bagdad. De esta manera tres hermanos y un vendedor fueron asesinados por hombres armados en el mercado de Baaquba, un civil murió en las afueras de la ciudad y uno más fue asesinado mientras estaba sentado en un café en el pueblo de Zhagania.

   En Mosul, cuadrillas de hombres armados asesinaron también a un coronel de la policía.

   Una fuente de seguridad informó que un soldado iraquí, encargado de progeter instalaciones petroleras, fue asesinado a tiros en Balad, al norte de Bagdad.

   Por último, el ejército norteamericano anunció este jueves la muerte de un militar herido el miércoles en una «acción enemiga», en la povincia sunita rebelde de al-Anbar, al oeste de Bagdad.

   Desde la invasión de Irak, en marzo de 2003, 2.605 militares norteamericanos han muerto, según un conteo establecido por la AFP y basado en cifras del Pentágono.