¿Más autismo ahora que antes?
Un problema neurobiológico dramático

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MIAMI.- Varios centros de atención temprana al desarrollo infantil de los Estados Unidos están detectando un incremento alarmante del autismo, padecimiento que dificulta la relación del niño con su medio ambiente.

“No sabemos si es así o si lo que pasa es que estamos más alertas al padecimiento y podemos identificarlo a edad más temprana”,  expresó Alicia Ortiz, patóloga del habla y el lenguaje del Centro para el Desarrollo del Niño del South Miami Hospital.

Según Ortiz, el problema suele comenzar a notarse aproximadamente hacia los 15 o los 18 meses, cuando el niño comienza a expresarse, aunque puede demorar hasta los tres años para ser identificado. Eso se debe a la naturaleza misma de la enfermedad.

“Más que una enfermedad, el autismo es una gama de padecimientos, mayormente relacionados con la comunicación social. Por ello, los pacientes siempre tienen problemas con el lenguaje. Pueden hablar un poco, pero la comunicación se interrumpe, porque no poseen todas las reglas de la conversación”, añadió.

Hasta hace algún tiempo se creía que era de origen emocional, pero hoy se sabe que no es así, y la investigación se orienta hacia el campo de la  neurobiología. Entretanto, grandes avances se han logrado en el tratamiento de la enfermedad, encaminado a hacer posible que los pacientes funcionen socialmente. Gracias a esto, hoy  hay autistas que se valen por sí mismos e incluso existen profesores y escritores entre ellos.

“Antes el tratamiento se enfocaba más a la modificación de la conducta; los nuevos enfoques se inclinan más al desarrollo de estrategias pragmáticas que requieren el uso de un contexto más natural a través del juego”, dice Ortiz, quien aclara que la seriedad de la enfermedad es determinante para el grado de recuperación. “Por ejemplo, tratamos de que el niño adquiera capacidad para solicitar objetos a través del contacto visual y los gestos corporales y faciales, que son algunos de los prerrequisitos del lenguaje”.

Con tratamiento adecuado, además, se puede lograr un cambio en la conducta social, acercarla más a la normalidad. La clave es la detección temprana. “Si el niño llega a los 5 años sin lenguaje, es más difícil que lo desarrolle porque se habrá perdido un tiempo precioso”, agrega Ortiz, quien trata a niños estadounidenses e hispanos en el Child Development Center (Centro de Desarrollo del Niño) de South Miami Hospital.

En la mirilla

Aunque la idea de que el autismo tiene origen psicológico persiste en la mente de muchos padres de nuestros países, creándoles complejos de culpa, ya se ha más que comprobado que es generalmente un padecimiento neurológico de origen genético. El entendimiento de esto ha llevado a la redefinición de la enfermedad e incluso a la revisión de diagnósticos anteriores, hasta el punto en que hoy se sospecha que hay mucho más autismo que el que se pensaba anteriormente.

Según el doctor Gary X. Lancelotta, uno de los psicólogos pediátricos del Baptist Children’ s Hospital, de Miami, (e-mail International@baptisthealth.net) el diagnóstico más exacto ha sido posible gracias al desarrollo de métodos de observación y de aparatos y pruebas neurológicas que miden mejor la función cerebral.

 “Gracias a eso hoy somos muchos más específicos. Tratamos de establecer cuáles son las áreas de déficit en el niño; si es que padece de atraso social, de trastornos de la comunicación o de la conducta, o si es su parte sentimental la que está afectada. Y ello nos permite elegir tratamientos más eficaces para esos niños”, resaltó.

Con respecto a la cura final de ese padecimiento,  sin embargo, él comenta: “Desgraciadamente, todavía no tenemos los medios tecnológicos para medir ciertos niveles de química en el cerebro, que son las afectadas en un niño con autismo. Lo próximo será el desarrollo de esos equipos de diagnóstico neurológico para medir mejor las áreas afectadas”, concluyó.

Beneficios

Algunos de los síntomas:  a ratos parece sordo porque no responde, pero no lo es, porque a veces responde. Falta de relación con los demás. Parece que estuviera encerrado en su propio mundo o en una burbuja de cristal, pero de manera demasiado marcada. Comprensión limitada de las palabras. Tiende a repetir las palabras en lugar de responder a las preguntas.

Falta de gestos imitativos. Por ejemplo, por lo general no agita la mano en despedida, no responde a los juegos infantiles con las manos o el cuerpo. Sin embargo, a veces sí lo hace. Falta de contacto visual. En general no mira a los ojos de las personas cuando le hablan, excepto a los de sus seres más queridos.

Dificultad para señalar y mostrar objetos. Tendencia a movimientos repetitivos. Agita las manos incesantemente, gira en torno de sí, se balancea sobre las piernas de manera compulsiva. A veces grita prolongadamente sin motivo aparente. Rechaza las caricias físicas, le irritan algunos sonidos, texturas de los alimentos, olores. Rabietas, ataques de llanto, agresividad y respuestas emocionales inapropiadas.

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