Más cuentos económicos

Más cuentos económicos

POR ARTURO MARTÍNEZ MOYA
Hay que entender la situación, se debe cumplir con el mandato de contestar los planteamientos que no vayan en línea con la política monetaria oficial, un encargo indeseado, porque para hablar de manera creíble de la bondad de la política, hay que hacer malabarismos, soñar previamente.

Pero el problema reside en la maduración de lo que se sueña y la forma como se cuenta, porque no es fácil convencer al inversionista y al consumidor, por ejemplo, de que no hay tal apreciación del peso, que en el país no hay recesión económica, que tampoco el desempleo ha aumentado, que son inventos de algunos, y que no hay de qué preocuparse. Vaya tarea,  trabajar mientras se sueña y hacerlo bien.

Los sueños más recientes los contó el amigo Rolando Reyes, un buen economista que creyó soñar pero que en realidad lo que tuvo fue una pesadilla. De todas maneras los trató de contar sin darse cuenta de que, como todos cuentos, carecían de inicio y de final, a diferencia de las novelas, quizás el arte que debió usar para mejorar su suerte en el objetivo de convecer al agente económico. Fueron tres los cuentos con que se destapó, parecidos a los peregrinos aquellos, porque probablemente los comenzó a contar en un escritorio del Banco Central, siguió el proceso en su casa, y los terminó de contar en su oficina privada, de modo que los reescribió más de una vez, pero con tan mala fortuna que terminaron con una estructura muy débil y de pobre profundidad, es decir, poco creíbles. Trataré de despertar a mi amigo el economista.

Afirma que la política monetaria puede resolver el déficit cuasi-fiscal del Banco Central. Lamentablemente no cita, porque no puede hacerlo, un sólo país en el planeta, sin importar el siglo, donde la política monetaria haya resuelto un déficit como el que tiene nuestro Banco Central. La falta de citas resta credibilidad a su argumento, porque en la literatura económica se lee algo diferente, que la solución ó es fiscal ó se resuelve a través del impuesto inflacionario, por lo que el amigo economista debería tratar de soñar nuevamente acerca de la estructura de una nueva reforma tributaria, que le aporte al Banco Central de treinta a cuarenta mil millones de pesos en dos o tres años.

Cuando intenta justificar la política de endeudamiento sin freno, cae en una ingenuidad, entendible porque al fin y al cabo se trata de un sueño que contó y que insisto fue una pesadilla, pero creo sinceramente que despierto su pensar debe ser diferente. Por lo pronto nunca diría, ó dejaría dicho, que no debería dársele mayor importancia al endeudamiento del Banco Central, porque el Estado no fracasa. Resulta que el hijo, el Banco Central, con un comportamiento poco racional, tiene un papá, el Estado, que en el ámbito financiero local no tiene la mejor credibilidad, su mala fama de mal pagador viene de un pasado lejano y también reciente, por ejemplo, el fallo en la redención de bonos y en el pago a contratistas. Le iría mejor si no cita al papá avalista, el Banco Central tiene mejor record de pago, mayor credibilidad, por lo que es sensato aconsejar a las autoridades en el sentido de que debe apoyarse en sus propios pies.

Otro de sus sueños, que la deuda consolidada es sostenible en el tiempo. Se basa en un modelo muy estudiado por los economistas, de evidencias empíricas pocos contundentes, por lo menos mucho menos de lo que él se cree y pretende que le crean, en resúmen que mientras mayor sea la tasa de crecimiento del producto y menor las tasas de cambio y de interés, mayor la sostenibilidad de la deuda consolidada. Pero el diablo y sus demonios, que andan sueltos por los predios de las autoridades monetarias y financieras cuando ponen a soñar a los técnicos, están en los supuestos que se asumen. Veámos cuáles son y qué tan frágiles son: 1. Que el contínuo endeudamiento del Banco Central es compatible con una política de reducción de tasa de interés; 2. Que la inflación y la tasa de cambio actuales son sostenibles en un ambiente de tasa de interés con tendencia hacia la baja; 3. Que a pesar de las nuevas normas prudenciales acordadas con el FMI, y de que la liquidéz está en la banca comnercial y en el Banco Central, y no en los negocios y las calles como debe ser, todavían esperan un crecimiento de la producción.

El sueño del amigo economista evidentemente que fue interrumpido antes de terminar de manera natural, porque debió soñar los mecanismos como la inflación y la tasa de cambio podrían dejar de ser las esperadas por las autoridades. Son de su conocimiento, pero es bueno recordárselos. El primero. Es bien conocido que el inversionista en certificados de inversión corre un riesgo calculado, lo justifica exigiendo un retorno mínimo, pero tan pronto como las autoridades monetarias crucen la barrera de tasa de interés mínima, hasta donde el inversionista está dispuesto a llegar, es de esperarse que cambie de actitud, que prefiera otros activos que entienda son de mayor seguridad y rendimiento, tenderá a  comprar los de menor valor siguiendo expectativas de ganancias futuras. Cuando el Banco Central tenga que pagar el principal y los intereses de los certificados de inversión, ya no con nuevas emisiones de certificados sino con inorgánicos, la inflación dejará de ser la esperada y la tasa de cambio comenzará a buscar el equilibrio que se le ha negado. Y como el economista olvida que los precios de los bienes y servicios no responden en la proporción de la devaluación de la moneda, el ejemplo contrario lo tiene de frente, el caso dominicano, y no sólo eso, sino que está estupendamente demostrado en la literatura económica, no puede sustentar «su sostenibilidad de la deuda consolidada» sólo en el principio, debe cuidarse además de las contínuas reducciones de la tasa de interés 

Una pesadilla que quizás ha tenido, y que no ha contado a las autoridades monetarias, es que se equivocaron al comprometerse con el FMI a aplicar normas prudenciales extremadamente rigurosas, que hacen casi imposible el crédito al sector productivo nacional. Como resultado, los préstamos al sector privado se han reducido en más de treinta mil millones de febrero a febrero del 2004 al 2005, con la liquidéz represada en la banca, lo que incluso ha confundido al gobierno mismo, que primero negó la existencia de problema de iliquidéz en la economía para luego admitirlo. De haber contado su pesadilla, le hubiese evitado semejante contradicción a las autoridades. Es evidente que la política acordada con el FMI tampoco tiene suficiente credibilidad y apoyo de los agentes, lo que tambien afecta la «sostenibilidad de la deuda consolidada».

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