JIMANI, República Dominicana (AFP).- El funesto descubrimiento de 404 cadáveres este domingo al sureste de Haití elevó a 1.397 el balance de muertos por las fulminantes inundaciones de hace una semana en el sur de la región fronteriza de República Dominicana y Haití, donde aún se hacen desesperados tareas de rescate.

«Confiamos en Dios y en las almas generosas en que vamos a construir un nuevo Jimaní», expresó entre ruinas el domingo a la AFP el sacerdote José Ramón de la Cruz, que distribuye la ayuda humanitaria recolectada para este poblado dominicano devastado el pasado lunes por una riada.

El desbordamiento del río Soleil el 24 de mayo dejó cerca de 400 muertos y 300 desaparecidos en Jimaní, en la provincia Independencia, fronteriza con Haití, 280 km al oeste de Santo Domingo.

Jimaní padeció además el sábado un sismo de 4,4 grados Richter, que si bien no causó víctimas ni daños, provocó muchísima angustia entre sus pobladores.

La Dirección de Protección Civil de Haití cifró este domingo en 996 el número de muertos, mientras el Centro Nacional de Emergencias de República Dominicana señaló en un boletín que en ese país se registraron 401 muertos.

El boletín advierte que las condiciones climáticas podrían provocar nuevas lluvias sobre la zona en emergencia y recomendó a los «residentes en zonas bajas, los cuales deben tomar precauciones contra desbordamientos de ríos, arroyos y cañadas, así como deslizamientos de tierras».

En Haití, según Protección Civil, el número de muertos aumentó especialmente en la localidad de Bodary (sureste), en donde el balance de fallecidos pasó de 17 a 350. El organismo también señaló que en la ciudad de Barois, fueron hallados otros 65 cuerpos.

Los más de 5.000 damnificados de Jimaní piden la construcción de nuevas viviendas en una zona segura, sin la vulnerabilidad que afectaba a los cuatro barrios arrasados la madrugada del lunes por la riada.

«Nosotros no podemos pensar en reconstrucción, porque los barrios no están en condiciones, ni siquiera para que la gente pase por ahí, sino en la construcción de un barrio nuevo», explicó el sacerdote De la Cruz.

«La gente no sólo necesita mucha ayuda económica, también mucha asistencia psicológica, porque esto es un trauma muy difícil de superar», señaló el sacerdote mientras recibía, sentado ante una mesa sencilla de madera, a representantes diplomáticos y estatales que llevan contribuciones para los afectados.

Las unidades de rescate continúan buscando cadáveres en el Lago Enriquillo, 8 km al este de Jimaní, a donde fueron a parar las recias corrientes del Soleil y donde aún se avistan desde el aire cadáveres flotando.

Existen fuertes temores de que surjan epidemias en ambos países, por lo que helicópteros dispersaban químicos desinfectantes.

Canadienses y estadounidenses de la fuerza multinacional que opera en Haití reanudaron los vuelos de helicóptero a los lugares más afectados, luego de una suspensión por mal tiempo. Equipos de emergencia aún intentan ingresar a los poblados más afectados, que se encuentran bajo tres metros de agua.

Las agencias de ayuda de la ONU y ONG intentaban enviar comida, agua y suministros médicos a las ciudades de Mapou Belle-Anse (sudeste de Haití) y Fonds Verettes (al noreste de Puerto Príncipe), las más afectadas por las torrenciales lluvias.

El portavoz militar estadounidense en Haití, teniente coronel David Lapan, dijo que entre 12 y 14 vuelos de helicóptero llevarían víveres y agua a ambas ciudades, donde cientos de habitantes fueron arrastrados por una riada el lunes.

El boletín oficial señala también que el número de desaparecidos es de 317 y que casi 30.000 personas han sido evacuadas de la zona por los servicios de socorro, que utilizan helicópteros para llegar a los sitios que quedaron aislados.

España anunció el envío de 30 toneladas de ayuda la semana entrante, mientras que la misión de desarrollo de la ONU en República Dominicana donará unos 750.000 dólares para quienes perdieron sus viviendas.

La Comunidad del Caribe indicó contribuirá a los esfuerzos de asistencia desde Barbados.