Más de Balaguer

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BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Andrés Eloy Blanco, el poeta venezolano, escribió: «Lo que hay que ser es mejor/y no decir que se es bueno».

La humildad es una de las primeras buenas cualidades que se pierden en las alturas del poder, los políticos pecan de inmodestos y hablan de sí con una fuerza de cara increíble…

Cuando alguien se convierte en persona pública, el morbo fuerza la imaginación y tienta la curiosidad: todos quieren saber quién es, de dónde viene, qué quiere, cuál es su hoja de vida para la presentación en sociedad, quiénes lo acompañan, cuál es la procedencia, trascendencia y proyección de sus acompañantes.

Por eso es que en una campaña electoral salen a flote todas las fallas cometidas por los candidatos y el pueblo ve cómo uno y otros candidatos se convierten en magos que agarran un clavo ardiente y no se inmutan, mientras mienten.

Otra de las cualidades que se pierden es la del temor de faltar a la verdad.

De pronto gente tradicionalmente atea, de pronto se cobija bajo las alas demasiado generosas en ocasiones, de una parte de la iglesia católica donde hay gente que tiene una increíble facilidad para olvidar, cuando le conviene a sus intereses.

Aquellos ateos de ayer, se dan golpes en el pecho en las misas y comparten abrazos con los curas que los infamaron, ya que echan en el cepillo generosas propinas de dineros obtenidos del dudoso e innoble ejercicio de la corrupción, el contrabando, el tráfico de influencias, la amenaza.

Es un acto de coacción que un Secretario de Obras Públicas invite a un grupo de contratistas a una cena con un candidato a la Presidencia de la República, especialmente si es un aspirante a ser reelecto.

¿Qué usted piensa de un reburuje de mansos y guineas tuertas en un acto de recolección de fondos al cual inviten el Secretario de Hacienda (antes Finanzas) y los directores de Aduanas e Impuestos Internos?

¿Usted cree que hay comerciante dominicano que niegue su asistencia y su generosa colaboración a tan innoble, perdón, noble causa?

La riqueza súbita, generalmente mal habida, no se puede ocultar.

En estos días explotan los escándalos de las casas de campo lujosas, principescas y que se investigan lugares de recreo propiedad de carajetes que ayer andaban pidiendo colillas de cigarrillos y hoy son potentados.

Faltan las vidas de príncipes, los almuerzos en restaurantes que nunca antes pudieron visitar, los fines de semana en playas, montañas y en el extranjero, las compras de joyas, ropas, calzados, carteras, lentes de lujo, automóviles de los que antes veían en revista como sueños imposibles.

Ahora se pronuncia el doctor Leonel Fernández Reyna con este fuego fatuo, fruto del espejismo en el que vive, en una burbuja de ilusiones y dice que se está sacrificando por la Patria esa es su una nueva forma de ocultar la buena vida, los viajes, los honores.

El doctor Leonel Fernández Reyna olvida que “se puede engañar a todo el mundo una vez, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

El Presidente Joaquín Balaguer allanó, jodió, maltrató y persiguió un dirigente de la oposición quien decidió colaborar con su gobierno, luego de tantas barbaridades a que lo sometieron.

Tiempo después comenzó a llegar a la casa con tanto dinero que su anciana madre le preguntó: ¿de dónde sacas tanto dinero? Me lo regala Balaguer, respondió el hijo.

El hijo continuó trayendo a casa, regalando, haciendo ostentación inocultable del súbito bienestar que vivía, la madre le dijo: hijo, dile a Balaguer que no te dé tanto dinero.

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